Reportaje
De búnker a museo de arte
EFE
En una zona vinícola a 30 kilómetros al sur de Bonn, 936 habitaciones, 895 oficinas, cinco comedores y un salón de peluquería eran el perfecto cobijo de 3.000 personas para un mes entero.
Aunque todos sus datos apuntan a un hotel de grandes magnitudes en medio del campo alemán, se trata de uno de los mayores búnkers construidos en el continente durante la Guerra Fría, en la Alemania Occidental.
Este inexpugnable fortín levantado entre 1960 y 1972 escondía bajo la tierra un laberinto de galerías subterráneas de 19 kilómetros de longitud.
Conocido bajo el seudónimo de "Jardín de las rosas", este búnker fue durante décadas el secreto mejor guardado del país.
En él se hallaba el centro de operaciones donde políticos y militares alemanes se reunían para estudiar los planes de defensa ante un posible ataque del Pacto de Varsovia.
Como explica Jörg Diester, autor de un reciente libro sobre el búnker, en caso de un ataque nuclear, el objetivo principal del bloque soviético sería la capital federal alemana, situada por aquel entonces en Bonn.
De ahí que se decidiera construir el refugio en aquel lugar recóndito, a unos 30 kilómetros al sur de Bonn, adonde se evacuaría al presidente federal, al Gobierno y al Parlamento alemán.
La construcción de este búnker tan especial costó unos 2.500 millones de euros, en la que fue la inversión más cara de la historia de Alemania, si bien este dinero nunca llegó a ser del todo rentable porque jamás se le dio uso.
En 1997 el fortín fue cerrado oficialmente y el Gobierno alemán, que en 1999 se trasladó a Berlín, lo llegó a poner en venta dentro de su plan de reconversión de instalaciones militares.
Unos años más tarde, en 2006, el búnker fue totalmente desmantelado por la Oficina Federal para la Construcción y Planificación.
Hoy, después de meses de remodelación, se ha inaugurado el museo dedicado a la Guerra Fría, obra de los arquitectos Schroeder y Schevardo.
El museo ocupa unos 200 metros del refugio original y en él se pueden contemplar algunas de las antiguas instalaciones, en una visita no apta para claustrofóbicos.
Entre las dependencias más llamativas se encuentran la estancia reservada al canciller alemán y el consultorio bucodental que formaba parte de la completa unidad médica del búnker, encargada de velar por la salud de sus importantes huéspedes.
"\u00A1Atención! \u00A1Peligro de muerte!", se puede leer todavía hoy en un cartel de grandes letras rojas situado a la entrada del túnel, justo al lado del aparcamiento, en lo que antes fue un helipuerto.
Además, se exhibe una colección con objetos de la época que, junto a una película dan cuenta de la historia del búnker y de aquellos años de amenazas entre los dos bloques, que tuvieron en vilo al planeta.
La intención del museo es permanecer en la Historia como un nuevo símbolo de la Guerra Fría, comparable al Muro de Berlín o a tantos otros monumentos esparcidos por Alemania.
Por ello, antiguos trabajadores del búnker han querido asumir la tarea de guiar al público por las profundidades del refugio y sus relatos permiten al visitante hacerse una idea de cómo era la vida encerrada entre esas paredes acorazadas.
Muchos lamentarán, sin embargo, que la visita recorra únicamente una pequeña parte del gigantesco refugio, y las miradas de los curiosos se perderán en la oscuridad del infinito laberinto de túneles.
- Las causas del brutal accidente de la autovía del aeropuerto en Ibiza
- Última hora sobre el estado de la hija de Anabel Pantoja: esto tiene el bebé
- Un brutal accidente paraliza la autovía del aeropuerto de Ibiza
- Ryanair ya no volará en estos aeropuertos españoles
- El olor de su coche le delata: esta es la cantidad de droga con la que han pillado a un conductor en Santa Eulària
- Me quedo sin trabajo en Can Misses por un traspapeleo de la Administración
- Un gran apagón deja sin luz a todo el barrio de Casas Baratas
- Guerra de supermercados en Ibiza por las nuevas aperturas