Frentes contra el machismo

Paseo marítimo de ses Figueretes. 9.30 de una noche de este noviembre, estoy paseando y antes de llegar al Hotel Los Molinos veo a una pareja que está sentada en unos escalones cerca del mar, él, cabizbajo, se sujeta la cabeza con las manos, ella le mira y le está diciendo con entereza y seguridad: «No puedes hacerme esto, no puedes quitarme el móvil, las llaves, no eres mi dueño, no debes», él no replica, no asiente, no discute, no levanta la mirada del suelo, sigue sosteniendo su cabeza con las manos, los codos apoyados en los muslos. Sigo mi camino y al llegar al final doy la vuelta y vuelvo sobre mis pasos ya de regreso a mi casa, al pasar por delante de ellos veo que sigue la misma conversación, ella se ha puesto de pie y continúa sin quitarle la vista de encima. Parece una maestra diligente y buena ante un niño que ha cometido una grave infracción y quiere asegurarse que ha aprendido la lección, que no lo hará más. 

Me voy animada, pensando que, aunque no lo parezca, se va avanzando. Son muchos los frentes de lucha en esta guerra y este que acabo de presenciar es uno de ellos, uno muy importante: el convencimiento absoluto y sin fisuras de la mujer de que esto no debe permitirse. Haber llegado a este punto implica mucho trabajo y de mucha gente, son artículos periodísticos, programas de radio y televisión, grupos feministas, políticos/as, manifestaciones, charlas, pequeñas acciones individuales, películas, abogados/as, fiscales, jueces, psicólogos/as, activistas…, todos luchando, construyendo, aportando. Mi deseo, mi ruego, que no se pare, que sigamos, que aún queda mucho.