Leo: «Una empresa monta una discoteca en villas de Ibiza por 40.000 euros. Una empresa ofrece, ante el cierre de las discotecas por el coronavirus, llevar la fiesta a casas privadas»

¡¿En serio?! ¿Con todo lo que nos ha caído, irán y harán high life al estilo grande en el campo de Ibiza? ¿Los ricos y famosos no tendrían reparo en acudir a una villa de estas que llenará la naturaleza con los sonidos agresivos de la música disco? Estos sonidos que retumban en todas partes a kilómetros a la redonda, que hacen sufrir a los vecinos y otros animales porque son una auténtica tortura. Esta música con sonido de marcha militar que, a mi parecer, asfixia, reprime y pisotea a los encantos de esta isla y daña a la naturaleza y a la salud. Justamente la última es la que nos hace tanta falta ahora.

Pensaba que la crisis sanitaria que estamos viviendo tendría un efecto de reflexión. Que con la calma que reinaba en esta isla, los agentes turísticos se dieran cuenta del tesoro que tienen entre manos. Pero no, no parecen comprender su enorme valor. Otra vez empiezan a rebajarse ante el turista imaginado y a ofrecer la isla como si fuera un trapo, si no se llena de marcha desatada, de desmadre sin fin, de fiesta sin horario. ¿Esto es lo que quiere el turista, lo que más le gusta? Puede que a algunos. A los que se les ha vendido esto como la gran moda, el no va más, lo insuperable... A los que no tienen interés por el lugar que visitan...

¡No! ¡Hay muchísima gente que aprecia el sol, el mar y la playa! También el silencio, la tranquilidad y la serenidad. También la autenticidad, las costumbres y tradiciones. ¡Ibiza tiene tanta cultura e historia! ¡La isla está llena de creatividad y genialidad! ¡De arte y de auténticas novelas! ¿Por qué no dejar que los secretos de esta isla atraigan a la gente que valora de corazón sus encantos y tiene ganas de descubrirlos por ellos mismos con parsimonia y deleite?.