Os quiero contar que mi vecina es una de las promotoras de la reivindicación de las 'kellys' en Ibiza. Me la encuentro en el portal. Llega derrotada a casa, contándome que hoy sólo han ido seis personas a la asamblea de Formentera. Las seis que iban de Ibiza. Os diré, también, que en mi familia tenemos a un par de 'kellys' fuertes, abnegadas y comprometidas con el que fue su empleo, que desarrollaban con dedicación, buscando calidad en el servicio que prestaban. Ya no ejercen, pero sus dolores de espalda, de huesos, su cansancio y su resignación todavía nos son muy presentes en la familia.

Es un trabajo durísimo, como puede haber otros muchos, normalmente ejercidos por hombres. Su reivindicación pasa por entender que haciendo ese trabajo durísimo, a diferencia del resto, ellas no están protegidas en absoluto. Ni cotización para el día de mañana como otros perfiles laborales tienen, ni defensa de derechos laborales mínimos vinculados a la carga de trabajo; viven en un escenario donde «todo vale porque siempre ha valido, y no te quejes tanto». Y tienen miedo, aunque tengan todos los motivos del mundo para gritar y luchar, no gritan y no luchan más que unas pocas. Las otras, calladas y sumisas.

Las luchas siempre han sido difíciles, y supongo y os doy la razón al pensar que es fácil hablar desde mi lugar, pues trabajo en un despacho fresquito y tengo mis derechos laborales cubiertos. Pero no olvido que ésta oportunidad me la dio una 'kelly' partiéndose la espalda por mí y mis hermanos. Le debo respeto y lucha. Os animo a todas a alzar la voz, vosotras y vuestras familias pero en masa, juntas, porque lo que es justo, es justo. El miedo a hacer, a que nos señalen y nos pongan en la lista negra nos inmoviliza y eso no debería ser así. Rugid ya, porque tenéis razón.