Para decir la verdad, empiezo a estar harto de vivir en Dalt Vila, cuando toda mi familia ha vivido más de doscientos años en ella. Es lamentable que personas como yo, que hemos defendido Dalt Vila y todo lo que representa, tengamos que vernos en algunas situaciones lamentables. A mis 90 años, he tenido que hacer mis necesidades fisiológicas dentro de un cubo porque el vigilante de acceso al barrio no ha dejado pasar al fontanero que estaba trabajando en mi casa. Es simplemente vergonzoso, humillante. Esto ocurrió el viernes 21 de octubre a las once y cuarto de la mañana.

Hay que poner en este control a alguien que sepa hacer correctamente su trabajo, y al que no sea capaz habría que ponerlo de vigilante en la cárcel, donde parece que estamos los vecinos de Dalt Vila.