En el 2008 fui multado por el Consell por cortar pinos y quemar (en invierno) sin permiso. Y me multaron con todo su derecho porque yo no seguí los trámites legales necesarios. Pero la zona en donde se produjo el desmonte eran bancales (feixes) y eran de un carácter ecológico altamente antropogénico.

Mi intención era limpiar y arreglar los bancales abandonados para recuperarlos y rehacer las paredes de piedra para poder labrar, además de hacer de cortafuegos, ya que hubo un gran incendio allí mismo en los 80. El 25 de mayo del 2011 esas acciones multadas salvaron mi finca y también muchos de los pinares de la cuenca norte. Simplemente el fuego no pudo saltar de sur a norte y en cambio se extendió por los laterales en fincas continuas que no estaban labradas.

Hoy, a medida que el cambio climático vaya creando condiciones más propicias a catástrofes como esta, la intensidad de estos fuegos se incrementará. Ya es hora de que nuestros líderes políticos empiecen a entender que, como sigan con políticas de desarrollo insostenible y de crecimiento sin control, van a disminuir la resistencia de nuestros sistemas ecológicos a afrontar cambios que ya no podemos controlar.

Las instituciones también tienen que empezar a incluir en sus planes el conocimiento de los ibicencos, que durante siglos han co-evolucionado con este sistema ecológico y gestionado sus recursos de una manera medianamente responsable.

Esto no quiere decir que los payeses y demás tengan carta blanca para talar sus bosques, pero sí es necesario que las instituciones baleares empiecen a permitir a los dueños de fincas y terrenos gestionar su medio con un poco más de flexibilidad.