No tuve oportunidad (no estaba en la isla) de asistir a la exposición y disertación sobre su informe por parte del señor Simón Planells. Ahora bien, si la dicha conferencia transcurrió por los cauces que refleja el contenido de la noticia, en artículo publicado en este Diario el pasado día 12, deduzco que fue más de lo mismo, con la retórica de la vieja guardia. Y admite muchas calificaciones y matizaciones, menos la de independiente (le sobra la sílaba in-) neutralidad y objetividad, seguramente influenciado por su entorno y por partir de una base y conceptos erróneos. Analiza el sector como negocio, olvidándose de que debe estar integrado dentro de un servicio público, cuestión que no tiene por qué ser incompatible, pero que conlleva otras connotaciones. Mire, la figura del taxi nace de la necesidad de los ayuntamientos de prestar un servicio público de transporte ágil y personalizado; en vez de gestionarlo directamente mediante empresas municipales, se decide realizarlo a través de concesiones administrativas a personas físicas o jurídicas, las cuales, en contraprestación, cobrarán unas tarifas por los servicios prestados, que deben servirle como medio de vida. Por lo tanto, si desliga negocio (que no rentabilidad) del servicio público bajo el amparo y regulación de la administración, estamos hablando de liberación, y habrá que contemplar otros parámetros. Le emplazo a seguir en su línea y en el próximo informe consiga demostrar lo ruinoso del negocio dentro del servicio público, y así los titulares de licencia podrán solicitar subvenciones a las administraciones para su mantenimiento.

Si se limita a la isla de Ibiza, utilice estos conceptos con tacto: a nivel nacional, el período medio de adscripción de un vehículo a una licencia es de diez años, en la isla, la mitad, incluso menos; también a nivel nacional, la media del coste de una cesión (ilegal) de licencia es cinco veces inferior que en Ibiza, de lo cual se vanaglorian muchos y justificaría la defensa a ultranza de no conceder más licencias y seguir manteniendo el nivel de ruina. Aviso a navegantes: en cualquier momento puede caer un fiscal anticorrupción y de tanto mencionar ruina, puede pasar como con el lobo, o sea que evitémoslo.

Es obligación de las distintas administraciones ofrecer los máximos y eficaces medios de transporte: avión, barco, metro, tranvía, tren, autobús, taxi. Ahora bien, respetemos la libre elección por parte del usuario, y sin entrar en detalles, le digo que cada medio tiene su cliente específico, al cual se debe cuidar y mimar buscando el equilibrio entre oferta y demanda y no derivando la responsabilidad hacia otros medios para justificarse.

Todos los servicios sufren la descompensación debido a la estacionalidad del turismo, limitándonos al que nos ocupa en el concurren varios factores y circunstancias que dificultan la búsqueda de dicho equilibrio, necesitándose soluciones globales que implican la colaboración de instituciones y sectores a veces con intereses opuestos. En la prestación de un buen servicio de taxi influyen la accesibilidad y movilidad en las ciudades, lo comprimido que está la explotación del ocio nocturno, donde la rigidez de horarios, en unos casos impuestos por las instituciones (cierres ), producen efectos de desalojo. Y, por el contrario, está el efecto llamada, utilizada por las macro, donde imponen una hora límite para tener reducción o gratuidad en la entrada.

Pero sobre todo debe haber taxis cuando se necesitan, incentivando bajas en invierno siempre y cuando quede cubierto el servicio. Estoy de acuerdo en la erradicación del transporte ilegal pero estará usted de acuerdo conmigo en que para ello es necesario tomar un compendio de medidas entre ellas las anteriores. En definitiva, su informe nace viciado. Como becario y tesis doctoral, se le admite, pero no como reflejo de la realidad del sector en Ibiza. Deseo que progrese adecuadamente, supere su dependencia y con objetividad haga comparaciones económicas con otros sectores y así poder hablar con propiedad, evitando calificar de «ruinoso» el negocio familiar al cual le deseo no tenga que recurrir como refugio económico.