Las culturas que han pasado por Mallorca han dejado su huella en la Serra de Tramuntana. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011, esta cordillera sigue fascinando al mundo por su valor natural y cultural como obra monumental gracias a la simbiosis casi perfecta entre la acción humana y la naturaleza. Buena muestra de ello es el legado heredado de la época islámica, con las construcciones de ‘pedra en sec’ y el aprovechamiento del agua. La ‘pedra en sec’ consiste en utilizar las piedras del terreno para construir bancales, de manera que se aprovecha al máximo el espacio para cultivar en un terreno marcado por el desnivel. Esta técnica evita el uso de cemento y se encuentra en armonía con el entorno natural.

La impresionante casa señorial de Raixa rodeada de naturaleza. Guillem Bosch

En sus casi 90 kilómetros de distancia, vertebra el noroeste de la isla, integrando a veinte municipios de Mallorca. Su belleza va unida a leyendas como la del Comte Mal, un personaje real que se convirtió en la adaptación mallorquina del Comte Arnau de Catalunya, de quien todavía hoy dicen que cabalga por sus antiguas posesiones de la Serra montado en un caballo como condena eterna por sus malas acciones.

La Cartoixa de Valldemossa.

La Cartoixa de Valldemossa. Torrelló

La Serra es una tierra de leyendas que ha dejado fascinados por su singularidad a destacados personajes de todos los ámbitos como el filósofo y erudito Ramon Llull, creador del monasterio de Miramar; el noble europeo Arxiduc Lluís Salvador, cuya memoria y legado están presentes entre los mallorquines; además músicos como Kevin Ayers o Frédéric Chopin, actores como Michael Douglas, escritores como Robert Graves, Agathe Christie y Gertrude Stein, entre muchos otros.

Un patrimonio sorprendente que comprende desde torres de defensa como la del Verger, en Banyalbufar, o la de Albercutx, en Pollença; a fincas y ‘possessions’ impresionantes, como Raixa y Alfàbia; además de fortificaciones medievales como la de Alaró, pueblos pintorescos como Fornalutx, Sóller, Valldemossa o Galilea, que se unen a un litoral único muestra de la naturaleza salvaje como la playa del Port des Canonge, la cala virgen de Llucalcari, o sa Calobra, uno de los paisajes más salvajes de la Serra; sin olvidar el emblema espiritual de Mallorca: el Santuari de Lluc.