Desde que en 1991 Adolfo Suárez anunciara su retirada de la política, muchos pensaban que su vida iba a dar un giro hacia la tranquilidad de la que se había visto privado desde los años de la Transición.

Treinta años antes de su retirada, Suárez se casaba con Amparo Illana en Ávila. Madrileña de ascendencia vasca, Illana se caracterizó por su discreción, al saber mantenerse al margen de los focos durante la Transición y los primeros años de la democracia, cuando mayor protagonismo político tenía su marido.

Juntos tuvieron cinco hijos. Mariam fue la primera, después llegaron Adolfo, Laura, Sonsoles y Javier. Sin embargo, los años que le tocó vivir a Suárez como presidente del Gobierno resultaron tan fructíferos para el país como agotadores para la familia. La retirada del político abulense vino acompañada de un reguero de malas noticias para el hogar de los Suárez-Illana.

Arriba, Mariam Suárez, Abajo, Suárez, En la imagen de la derecha, Adolfo Suárez con su mujer Amparo Illana

En 1992, la primera hija del matrimonio, Mariam esperaba su segundo hijo cuando le fue diagnosticado un cáncer. Con Suárez dedicado de pleno a cuidar de su hija, la familia recibió otro duro golpe. En 1993, le detectaron un cáncer a Amparo Illana. La historia se repetía, cuando en la familia aún estaban asimilando la situación de Mariam.

El 17 de mayo de 2001, a los 66 años, Amparo Illana moría en Madrid a consecuencia de la enfermedad. Su fallecimiento dejó a Suárez hundido. Pese a todo, se mantuvo fuerte porque debía ayudar a su hija Mariam, quien durante su lucha contra el cáncer escribió el libro 'Diagnóstico: cáncer. Mi lucha por la vida'. En él, contaba su día a día desde que le fue diagnosticada la enfermedad.

El 7 de marzo de 2003, menos de dos años después de la muerte de su madre, moría Mariam. Si parecía que la desgracia se había ensañado ya con la familia, el cáncer volvió a la casa de los Suárez por tercera vez. Esta vez fue Sonsoles, la cuarta hija de la pareja y periodista de profesión, quien sufría la enfermedad. Afortunadamente, en 2004 hizo público que había superado el cáncer de mama que le diagnosticaron.

Suárez vivía en la sombra el dolor propio de un hombre que había perdido a su mujer y su hija, siendo evidente el deterioro de su salud. Entonces empezó a olvidar. Era la enfermedad de Alzheimer lo que le hacía cada vez más difícil recordar los detalles, hasta que llegó a perder la conciencia del importante papel que había desempeñado en la historia de España.

En 2005, Adolfo Suárez Illana fue el encargado de dar a conocer el estado de salud del ex presidente, confirmando que su padre se retiraba completamente de la vida pública. También fue Suárez Illana quién mantuvo viva la aportación de su progenitor a la historia de España, recordando activamente el importante papel que desempeñó para la consolidación de la democracia.

En los últimos años, el propio Adolfo, Javier y, sobre todo, Laura fueron los encargados de atender al hombre que guió a España hacia un Estado democrático