Y si te dijera que esas continuas confusiones con las letras, faltas de ortografía, esas lecturas que se hacen especialmente difíciles o incluso esas dificultades para descansar bien pueden tener un nombre? Ese nombre es ‘Dislexia’.

Oficialmente la dislexia es una Dificultad Específica del Aprendizaje de origen neurobiológico. Se caracteriza por dificultades en el reconocimiento preciso y/o fluido de las palabras escritas, y déficit en la decodificación (lectura) y en la escritura. Estas dificultades resultan de un déficit en el componente fonológico del lenguaje. Son inesperadas e independientes de otras habilidades cognitivas (que se desarrollan con normalidad, es decir, no afecta a la inteligencia) y de una adecuada instrucción escolar. Como consecuencias secundarias, pueden presentarse problemas en la comprensión de la lectura y una experiencia lectora reducida que dificulta el incremento de vocabulario y de la base de conocimientos, u otras dificultades asociadas como puede ser la discalculia (dificultad asociada al cálculo matemático).

El pasado viernes se presentó en Barcelona el resultado de una investigación liderada por la joven investigadora española Luz Relló, lingüista y doctora en tecnologías de la información y la comunicación, actualmente basada en la Universidad de Cargenie Mellon (Pittsburg, Pennsylvania) Estados Unidos.

Luz Rello crea en 2015 la entidad social Change Dyslexia con el fin de poner en práctica más de 6 años de investigación por medio de una organización independiente que tiene como principal objetivo la reducción global de las tasas de abandono escolar debidas a la dislexia. La dislexia es normalmente un trastorno oculto y escasamente tratado, a pesar de su elevada prevalencia, estimada entre el 7% y 10% de la población, lo que implicaría que en las Pitiusas podría haber entre 10.000 y 14.000 disléxicos). Su investigación ha sigo galardonada con numerosos premios como el Premio al Joven Investigador Europeo por EuroScience o el innovador menores de 35 años de TR35 del MIT Technology Review España.

Su trabajo se centra en descubrir como podemos ayudar a las personas con dislexia mediante la tecnología, e integra los resultados en diferentes aplicaciones web y aplicaciones para dispositivos móviles. Por ejemplo, la aplicación iDEAL es un lector de libros electrónicos que presta asistencia a la lectura. Estas aplicaciones tienen más de cien mil descargas actualmente. En la Carnegie Mellon University, y con la ayuda de Ashoka y numerosas asociaciones para la dislexia en países como España, Argentina o Colombia, Luz está trabajando en la identificación (e intervención) de la dislexia utilizando juegos a gran escala, aplicando todo lo aprendido en los últimos 6 años de investigación. El objetivo es crear una herramienta que ayude al tratamiento en colaboración con profesionales (pedagogos, logopedas, psicólogos pediátricos, psicopedagogos y profesores). En 2016 Luz Rello recibe el premio de la Fundación Princesa de Girona en reconocimiento al impacto social de su labor.

Otro de los fantásticos resultados de su trabajo, y sobre el que versó la presentación de la pasada semana en Barcelona, es la gama de aplicaciones Dytective, orientados en un primer lugar a detectar riesgo de padecer este trastorno, y posteriormente y mediante un divertido videojuego (DytectiveU), a trabajar y mejorar algunos aspectos relacionados con él.

Es hora de que los padres pierdan el miedo a reconocer un trastorno de aprendizaje en sus hijos, sea cual sea éste. El miedo a lo desconocido, la presión social o el miedo a que nuestro hijo sea diferente y tenga otras necesidades, sólo contribuye a agrandar el problema. Hoy en día, acudiendo a especialistas y apoyándonos en herramientas como las desarrolladas por Luz Relló, tenemos todo en nuestra mano para favorecer un diagnóstico temprano, y por tanto empezar a trabajar en la mejora de nuestras capacidades. Un correcto diagnóstico de dislexia (o de cualquier otro trastorno del aprendizaje) servirá sin duda para adaptar el proceso educativo de nuestros hijos, evitando frustración y baja autoestima, reduciendo el fracaso escolar y fomentando la normalización.

Yo misma, Licenciada en Pedagogía, Diplomada en Educación Social y empresaria, tengo dislexia. Si, la tengo, y no ha sido hasta hace pocos meses y gracias en parte a la investigación de Luz Relló (también disléxica, por cierto), cuando lo he podido descubrir y gracias a ello explicarme muchas cosas que viví durante mi etapa escolar y universitaria. Hoy en día una persona diagnosticada con dislexia puede ver modificados algunos aspectos de su educación, como disponer de más tiempo en los exámenes, solicitar que el tamaño de la tipografía sea algo mayor, menor cómputo de faltas ortográficas, y otra serie de adaptaciones que favorece el situarnos en igualdad de condiciones al resto de alumnos. Soy disléxica, y no pasa nada, ¿y tú?