Guanyem, el partido-sonajero del PSOE, decidió ayer demostrar que también existe y, para ello, nada mejor que dar una patada a lo primero que se cruza en el orden del día del pleno, en este caso la zonificación de alquileres turísticos que todos los ayuntamientos han ido presentando en los últimos días. Y el PP, con ese sentido de la ponderación y sensatez que le caracteriza, optó por sumarse al jaleo y ayudar a garantizar el destrozo, que para esto Miguel Vericad y quien sea siempre tendrá la ayuda 'popular'.

Todo transcurría sin novedad en el pleno cuando, a la hora de votar la propuesta, salía un voto en contra más del esperado. Ante esta sorprendente novedad, el secretario de la Corporación entró en colapso. Tras equivocarse varias veces en el recuento, mirar a izquierda y derecha, quitarse y ponerse las gafas de ver de cerca y de lejos, acabó certificando que en los terrenos progresistas había germinado también un voto negativo. Así era: allí, acurrucado en su escaño, como si de un mochuelo (Athene noctua) dormitando en su nido se tratara, Vericad alzaba sin ninguna convicción su mano para sumarla a las del PP. Un rictus de acentuado abatimiento se dibujaba en su rostro al verse en semejante trance, aunque algunos miembros del público opinaban que en realidad este es su estado natural.

El Partido Popular demostró cuál es la lógica interna con la que se mueve: se declaró a favor de los principales puntos que contenía la propuesta de zonificación, incluyendo el crecimiento cero de nuevas plazas en viviendas vacacionales, y luego votó en contra por unas minucias que nadie entendió muy bien. Vicent Roig también recriminó al equipo de gobierno que «la participación ciudadana les da urticaria», no como al PP, que como todo el mundo sabe, es ejemplo y espejo de transparencia.

La escena de ver a un sans coulotte como Vericad sumando su voto a los pijo-señoritos del PP no logró sin embargo perturbar a la socialista Marta Díaz, la consellera photoshop, a la que sin duda aguardaban ocupaciones más urgentes en las redes sociales, pues no hay que olvidar que un pleno es un acto sin un maldito desfile en el que lucir modelo o complemento alguno. Desmintiendo a quienes afirman que sus intereses en esta vida se reducen a todo lo que brille y sea caro, Díaz se desveló ante la concurrencia como una experta en hidrogeografía y cauces fluviales, pues fue la encargada de defender el río de Santa Eulària. «Queremos que sea un río todo el año», afirmó, como si se tratara de un acto más de desestacionalización turística.

El alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, puede descansar tranquilo, pues ya tiene sucesor en el cargo: la dirigente de Podemos, Viviana de Sans, que le llamó «valiente» hasta en tres ocasiones en sólo media hora por rechazar (junto a Rafa Ruiz) al alquiler turístico también en viviendas unifamiliares. No sólo eso. De Sans dejó atrás a Vicent Marí y a cualquier santaeulaliense en la defensa de su río y en la crítica a cualquiera que ose tocarlo. Tras llamar «insensible» y «mallorquinista» al conseller balear Vicenç Vidal, el Multiplicador de Ríos, De Sans se ganó al menos el nombre de un afluente o, cuando menos, un meandro de ese amazonas balear. «¡No pasarán!», le faltó decir.

Acto seguido, y mientras Vericad ya era transportado hacia Siberia con los grilletes puestos, intervino la consellera de Salud, Lydia Jurado, cuyo mayor logro en la materia en esta legislatura ha sido colocar el hospital de Cas Serres al borde de la desaparición. Desde la credibilidad que otorga tan apabullante palmarés, aseguró ayer haber recibido la promesa del Govern de que se construirá en breve el esperado ascensor en el aparcamiento de Can Misses, el mismo que hace ya meses era de construcción inminente.

El próximo gobierno del Consell volverá, sin duda, a ocuparse del asunto.