Vicent Ribas todavía se ríe al recordar la inauguración del Mercat Nou, cuando él abrió de par en par las puertas del bar Sa Plaça para que pudieran entrar las centenares de personas que abarrotaban las calles colindantes: «El obispo estaba delante de la comitiva oficial y hubo tal embestida que entró en volandas, sin tocar el suelo, pero al final lo pudo bendecir todo». Su bar era el único del mercado entonces y ahora lo regentan sus dos hijos, que desconocen si continuarán cuando acabe la concesión, en agosto.

La misma incertidumbre viven los otros tres bares actuales del mercado, como La Granja, donde el marido de Rosa González empezó a trabajar hace 30 años. Tras la barra, ella y su hija Patricia han recogido más de 1.000 firmas para pedir que los bares y tiendas que ocupan los locales exteriores del edificio puedan continuar en la carpa que albergará el mercado provisional, donde se prevé trasladar los puestos de alimentación del mercado en el primer trimestre del 2020, para dar paso a la demolición de la actual estructura y levantar unas nuevas instalaciones.

Mientras, en la entrada del mercado junto al Parc de la Pau el payaso Cachirulo anima la fiesta infantil cuando llega el showman Jesús Rumbo acompañando la comparsa de una sirena y un pescador de la compañía Akrobati-K. Con ellos llega la tarta para celebrar el 40 aniversario de la inauguración del Mercat Nou ante las autoridades y propietarios de puestos ya retirados. Allí, la concejala responsable del mercado, Gloria Corral, no puede aclarar el futuro de los bares y locales exteriores: «Estamos pendientes de lo que diga el departamento jurídico, pero ya habíamos informado a los puestos de que, en principio, el Ayuntamiento es responsable de todo lo que sean bienes de primera necesidad».Comprensión por la incertidumbre

Comprensión por la incertidumbreEl presidente de la Petita i Mitjana Empresa d’Eivissa i Formentera, (Pimeef), Alfonso Rojo, comprende la incertidumbre de los comerciantes «ante una obra que durará dos o tres años», pero también cree que «ahora están claros los plazos de las nuevas licitaciones y el proceso restante después de la última reunión con el Ayuntamiento». Él mismo ha trabajado buena parte de su vida en el mercado, no en uno de los puestos, sino como repartidor de la empresa mayorista de fruta y verdura de su familia, La Palentina, que se establecieron en Ibiza el mismo año de la inauguración.

«Yo tenía 14 años y jugábamos aquí en pantalón corto porque vivíamos al lado». Entonces, el Parc de la Pau era el campo de fútbol municipal, donde Rojo jugó con la extinta S.D. Ibiza desde infantiles a Segunda B. «Hubo años que por la mañana repartía aquí con la carretilla, casi atropellando a las señoras que venían a comprar a las siete de la mañana, y después me iba a entrenar con el equipo a Roca Llisa para la pretemporada».

Junto a la entrada del Parc de la Pau se encuentra la pescadería del vicepresidente de la asociación de vendedores del Mercat Nou, Vicente Calbet, que se siente «aliviado por el respiro de dos años», prorrogables a cinco, que vislumbra con la inminente licitación de los puestos, que permitirá la continuidad del mercado actual cuando caduquen las concesiones en agosto. «Pero estamos pidiendo que se tenga en cuenta a los bares, la floristería y las tiendas de ropa que hay fuera del edificio, porque son familias, no números».

Llega a saludar Vicente Toni Colom, de la carnicería del mismo nombre, que ahora vive «con mucha alegría» porque ya no trabaja a diario en su negocio («tengo muy buena gente que se encarga»). Él es la tercera generación de una familia de carniceros que empezó en el año 39 en el Mercat Vell y que durante un tiempo mantuvo un puesto en cada uno de los mercados. «Mi madre se quedó en el viejo y yo vine aquí con mi padre a punto de cumplir 18 años».

Al igual que Colom, Josefa Palau también vendía frutas previamente en el Mercat Vell. «Pero la única que queda trabajando desde la inauguración soy yo, porque él ya no viene», bromea señalando al carnicero. También se mantiene desde el inicio la charcutería Ramis, pero ahora Joan y Ángeles vienen a disfrutar de la fiesta mientras su hijo Rubén lleva el negocio.

«Él nació un 17 de mayo, la misma fecha en la que se inauguró el mercado», apunta el matrimonio. Ese día también abrió su frutería Catalina Ferrer, ahora relevada por su hijo Joan, así como la pescadería Maria Rosa, ahora en manos de la segunda generación.

Sólo un par de años después, el padre de Margarita Boned abrió la frutería donde ella atiende desde adolescente y en la que jugaban sus dos hijas los sábados. Ahora trabaja con la pequeña, Ester, de 27 años. «El mercado es mi vida y ojalá que ella pueda continuar aquí».