Cuando las cosas ruedan sin sobresaltos, de forma ordenada y rutinaria, decimos això és una bassa d’oli. Del sabelotodo se dice sap més que s‘oli ranci. Y casa sens oli ni llum es aquella en la que todo va manga por hombro. Del quejoso y despistado que no sabe dónde tiene la mano derecha puede decirse que quan té oli no té pa i quan té pa no té oli. Recuerdo que, cuando éramos niños y sin nada mejor que hacer estábamos sentados uno al lado del otro en un banco, si alguno gritaba a fer oli!, nos apretujábamos desde cada lado hacia el centro hasta conseguir que abandonara la fila el que no soportaba la presión y que, a su vez, se colocaba en uno de los extremos para empujar y hacer saltar a otros.

El referente de jugar a fer oli era el ‘prensado’ de las aceitunas, indispensable para obtener aceite. Y cuando un banco de la iglesia estaba lleno y alguien buscaba asiento, lo suyo era apretujarse para hacerle sitio y aquel arrimarse era, creo yo, otra forma discreta de fer oli. En ocasiones, sucedía que si en una casa se rompía un objeto de valor y todos escurrían el bulto, se oía aquello de d’oli n’hi ha catgut!, lo que significaba que, saliera o no el culpable, nadie podía negar el estropicio que estaba a la vista.

Ha begut oli es una forma que todavía aplicamos a quien se ve en un aprieto, en un mal paso, en una encerrona de la que no puede o no sabe salir. Y cuando un rumor o problema se extiende de manera incontrolada todavía decimos que s’ha escampat com una taca d’oli.

Al comparar cosas o criterios contrapuestos podemos oír que olives blanques i negres no són la mateixa cosa. Más difícil será que oigamos lo que en tiempos decía quien en una comida se daba un atracón, estic més plé que un tord d’olivera. Y de quien abusaba del aceite en las ensaladas o en el tradicional pa amb oli, por lo bajo y en tono de guasa podía decirse aquest viuria de s’oli com s’olivassa.

El maestro que perdía la paciencia

Don Joan d’es Sereno, el maestro que muchos tuvimos, perdía con sobrados motivos la paciencia y alternaba epítetos en roman paladino, -mostrenco, zoquete y asno- con otros igualmente expresivos en ibicenco, como ¡cap d’ullastre! Tiempo después, supe que la cepa del acebuche o rabassó d’ullastre tiene la dureza de la piedra. Y más amenazadora y punitiva era la frase de verga d’ullastre hauria de ser na Margalida!, bien entendido que la ‘Margalida’ era la ‘palmeta’ o vara que el bueno de don Joan utilizaba para sacudirnos la badana en la palma de la mano o sobre los dedos apiñados cuando nos pasábamos de la raya.

Alicaídos

También se decía sembla un ullastre esbrancat de quien andaba alicaído porque, esforzándose, no sacaba provecho de su brega. Y oli en un llum es una frase plenamente vigente para calificar lo correcto, lo eficaz y adecuado. Una cosa de poca importancia era de pa sucat amb oli.

Y no té oli ni sal era como decir que una cosa era de poco fuste, sin sentido, injustificada. Passar de taca d’oli era propasarse, exagerar, superar sin discreción la medida justa. Y intar-s’ho a l’oli todavía se dice, de lo que resulta difícil de conseguir o imposible. Sería el equivalente castellano de puedes esperar sentado.

Un segundo apartado que descubre esta significativa presencia del aceite en el lenguaje lo tenemos en los topónimos o nombres de lugar. Caso de s’Olivar d’en Besora en Sant Mateu d’Albarca, es caló de s’Oli y es canal de s’Olivar en Sant Agusti des Vedrà, es pujolet de s’Olivar en Sant Josep de s’Atalaya, s’Olivera en Sant Antoni de Potmany, cala Olivera en Santa Eulària, es canal de s’Olivera en Sant Jordi de ses Salines y es canal de ses Oliveres en Sant Rafel de sa Creu.

También encontramos referentes en la fauna, como es el caso de olibassa. Y en la flora (olivarda, olivardó, olivella, etc). Sin olvidarnos del apellido Oliver, que pervive desde el siglo XVIII en toda una ristra de personajes entre los que destaca Rafel Oliver Ribes que, mediado el XIX, ocupó plaza de canónigo decano, vicario capitular y gobernador eclesiástico de las dos islas.