El tradicional 'no nos mires, únete' se convirtió ayer en 'no nos mires, mójate', pues la manifestación del Primero de Mayo de este año en Ibiza transcurrió bajo un intenso aguacero que, sin embargo, no logró menguar lo más mínimo el espíritu reivindicativo de los participantes, que desfilaron impasibles por la avenida de España para reivindicar igualdad de género, empleo de calidad, mejores salarios y pensiones dignas.

La marcha convocada por los sindicatos mayoritarios reunió en la calle Navarra, punto de partida del acto, a unas 350 personas, entre las que figuraban el presidente del Consell, el alcalde de Ibiza o la dirigente de Podemos Viviana de Sans, entre muchos otros políticos de izquierdas. No estuvo presente, en cambio, el primer teniente de alcalde, Alfonso Molina, envuelto en una polémica por unas subvenciones de su época de empresario.

Tan pronto como arrancó la marcha empezó a caer la lluvia, que fue intensificándose a medida que la protesta iba avanzando por la avenida de España. Impasibles ante las inclemencias del tiempo, los manifestantes coreaban también «con sol o con lluvia, la lucha continúa», además de las habituales consignas contra el Gobierno, el PP y la desigualdad de salarios de las mujeres.

Guarecidos bajo paraguas, los asistentes tuvieron que desistir de continuar avanzando cuando ya llegaban al paseo de Vara de Rey. El destino final, el parque Reina Sofía, parecía un objetivo inalcanzable bajo un chaparrón de tal magnitud.

Un portavoz sindical leyó como pudo extractos del manifiesto, en el que no faltaban alusiones al peligro que representan los nuevos sondeos sísmicos proyectados en el mar pitiuso. Sin embarco, a los dos minutos se dio por terminada la manifestación y la multitud se dispersó.

"No creo mucho en las manifestaciones"

A su paso frente a la sede del PSOE, donde hay una cafetería con una pequeña terraza sobre la acera, los clientes observaban café en mano y cómodamente resguardados bajo el toldo el desfile sindical.

«No creo mucho en las manifestaciones, pero hay que reconocer que gracias a los sindicatos tenemos mejoras», señalaba Paco Fernández, trabajador de la construcción, refugiado bajo un portal. «Gano mil euros al mes y con ese dinero, o comes o pagas el alquiler, pero no ambas cosas», añadía. Bajo un paraguas que apenas cumplía su función, uno de los manifestantes, empleado de hotel, afirmaba: «Estoy aquí porque hay que gritar para conseguir algo, si no, nadie nos hará caso».

Contenido feminista

Contenido feminista

El acto de ayer estuvo impregnado en todo momento de alusiones feministas, empezando con la indignación que ha desatado la sentencia de La Manada y acabando por la reclamación de que termine de una vez la brecha salarial entre hombres y mujeres.

La presencia en la marcha de miembros del colectivo feminista Figa de Pic servía para recordar el éxito de la movilización del pasado 8 de marzo. De hecho, por primera vez se organizó una concentración paralela netamente feminista en un Primero de Mayo, que tuvo lugar por la tarde en el Parc de la Pau.

«Ellas son las más afectadas por la precariedad laboral. Los sectores más feminizados son precisamente aquellos donde hay peores condiciones laborales», afirmaba Felipe Zarco, secretario general de CC OO en Ibiza y Formentera, quien puso como ejemplo el colectivo de las camareras de piso.

Zarco subrayó que en el convenio de hostelería recientemente firmado ya se ha conseguido que se diferencien las enfermedades comunes de las laborales en el sector de las camareras de piso, dado que «hay algunas enfermedades de tipo laboral que aún se consideran comunes», recordó.

El secretario general de UGT, Fernando Fernández, por su parte, recordó que en Ibiza se están negociando en estos momentos los convenios de dos importantes sectores laborales: el de limpieza de edificios y locales y el de transporte discrecional. Además, continúan abiertas las reivindicaciones sobre el hospital de Cas Serres.

Fernández recordó también la necesidad de equiparar los salarios de las Fuerzas de Seguridad del Estado con las de las policías autonómicas, pues «parece que en este país hay policías de primera y de segunda».