El crematorio de Ibiza ha realizado en el último año un total de 333 incineraciones, afirmó ayer Josep Ventura, consejero delegado de Aurens, empresa que lo gestiona, poco antes de la celebración del segundo aniversario de las instalaciones, ubicadas en Santa Eulària. Esto supuso, prácticamente, un servicio al día entre marzo de 2017 y marzo de 2018, indicó Ventura, que señaló que en ningún momento ha habido saturación en el centro.

«Al final tienes todo el día, incluso cuando hay varios servicios la misma jornada se puede organizar bien», explicó Ventura antes del concierto de jazz y el aperitivo que se sirvió durante la celebración. «Las primeras 24 horas posteriores a la defunción son muy importantes para afrontar el duelo», indicó el consejero delegado, que insistió en que por eso es tan importante que la gente de la isla tenga la posibilidad de incinerar a sus seres queridos en la isla y despedirse de ellos con un homenaje lo más parecido posible a lo que esa persona hubiera querido. Sin tener que coger un avión.

Y no sólo a lo que hubieran querido, sino a lo que habían dejado por escrito. Cada vez más personas de la isla dejan por escrito «y hasta pagado» todos los detalles de su despedida. «Al final es una responsabilidad para los familiares tomar esas decisiones», indicó Ventura, que destacó cómo esta posibilidad de dejarlo todo detallado supone, también, un alivio para los familiares en un momento que es «uno de los más duros de sus vidas». Esté o no por escrito, todos intentan que el momento de la despedida mantenga la personalidad del fallecido. «Las ceremonias laicas dan muchas posibilidades», comentó.

Así, desde que se pusieron en marcha las instalaciones, en estas ceremonias ha sonado música de todo tipo, poemas, textos de escritores famosos y muchos discursos emocionados de familiares y allegados a los fallecidos. Se han servido refrigerios, se ha brindado y hasta ha habido risas al recordar anécdotas de la persona a la que se recuerda. También se han repartido rosas para que cada una de las personas presentes en la despedida las coloque junto a la caja antes de la incineración. «Todo esto ayuda a desmitificar la tristeza del momento. Es un momento triste, pero se trata de celebrar la vida de esa persona», indicó el consejero delegado de Aurens, que explicó que siempre recomiendan que en las ceremonias religiosas se deje un espacio, al final, para que familiares y allegados de la persona a la que se despide puedan dedicar unas palabras. «Ayuda», insistió.

Ayudar a las familias

Ventura hizo hincapié en la importancia del trato que se brinda a los seres queridos. No sólo se trata de resolver sus dudas sino de acompañarles. «No todo el mundo vale para esto», indicó. La empatía y la comunicación son básicas. «Es un trabajo muy reconfortante porque sabes que ayudas a las familias, aunque a veces te llevas eso a casa», matizó.

Entre las preocupaciones más habituales se encuentran el aspecto del finado durante el velatorio y qué hacer después con las cenizas. «Hay una reglamentación», recordó. Para arrojarlas al mar, por ejemplo, es necesario que la embarcación tenga los permisos y para depositarlas en el entorno natural las urnas deben ser biodegradables. Aunque estas peticiones son muy habituales, también hay otras opciones. Incluir las cenizas en minirrelicarios o en pequeñas joyas para que quienes querían a esa persona puedan llevarla cerca. En breve, además, detalló Josep Ventura, será posible depositar las cenizas en una incubadora con semillas para que de ellas brote un árbol. «Es como continuar la vida», comentó.