Como profesora de mindfulness, soy la primera que ha necesitado esta práctica para vencer mi tendencia a querer controlar el futuro. Toda vocación didáctica nace de una necesidad personal; creo que no soy una excepción en este sentido. He sufrido pérdidas y altibajos inesperados, como la mayoría de nosotros, y solía sentir que esos desastres eran controlables, que debía hacer un esfuerzo por adelantarme a los acontecimientos y ser más previsora. El miedo me fue traicionando poco a poco; comencé a negarme a dar pasos en falso o a correr ningún riesgo. Pretendía conocer el resultado antes de aventurarme a una nueva situación, como si eso fuera posible.

La práctica de mindfulness ha resultado fundamental para liberarme de ese control excesivo, y sobretodo para ayudarme a comprender los engaños a los que nos somete el pensamiento si nos identificamos con él. La meditación me alumbró entonces y me sigue ayudando ahora: la luz que arroja esta práctica siempre va en aumento, es un proceso que no acaba. Desde luego os aseguro que mi vida no ha dejado de ser una sucesión de acontecimientos inesperados... pero ya no procuro evitarlos. El mindfulness me ha llevado a aceptar los cambios conscientemente y a volcar la atención en el día a día, momento a momento. No es lo mismo ocuparse que preocuparse, dijo un maestro.

Uno de los beneficios más maravillosos de la práctica de mindfulness es el progresivo desarrollo de la confianza. Cuando entendemos que la realidad no depende de nuestros pensamientos, pero que está en nuestra mano prestar atención a lo que existe, poco a poco se produce un despertar de la consciencia. Esta consciencia no es otra cosa que amor, agradecimiento y asombro ante el milagro cambiante que es la vida.

Comprender que no sabemos

Érase una vez un granjero chino cuyo caballo se dio a la fuga. Todos sus vecinos acudieron a visitarle aquella tarde para expresarle sus condolencias: sentimos mucho que tu caballo se haya fugado, dijeron, es terrible. A lo que el granjero respondió: tal vez. Al día siguiente el caballo regresó a la granja trayendo consigo siete caballos salvajes, y todos los vecinos regresaron por la tarde para felicitarle. Qué increíble suerte, dijeron, qué fantástico giro de la fortuna, ¡ahora tienes ocho caballos! El granjero respondió: tal vez. Al día siguiente, el hijo del granjero trató de montar a uno de los caballos, pero como era rebelde le tiró de la silla y el chico se rompió una pierna. Los vecinos regresaron a la granja para ofrecer apoyo al granjero: qué calamidad, dijeron. El granjero respondió: tal vez. Al día siguiente, varios oficiales acudieron a la granja para llevarse al joven a servir en la guerra, y al comprobar que tenía una pierna rota, le liberaron del servicio. Por supuesto, los vecinos acudieron inmediatamente para felicitar al granjero: ¡qué bendición! Tal vez, respondió nuevamente.

Esta antigua parábola china ilustra con claridad la manera en que juzgamos la realidad que nos rodea constantemente. Los juicios mentales nos llevan a sentir determinadas emociones, de preocupación o alivio, pero lo cierto es que cada vez que valoramos un acontecimiento como bueno o malo, como ventaja o desventaja, se trata de una conjetura mental. No sabemos si lo que está aconteciendo nos llevará a buen o mal puerto, pero sí tenemos la posibilidad de mejorar nuestra relación con el cambio permanente que es la vida.

La atención aporta confianza

Cuando hablo de soltar el control, no me refiero a incurrir en una falta de cautela, todo lo contrario. Cuando vivimos encerrados en el pensamiento, pensando permanentemente en el pasado y el futuro, dejamos de prestar atención a lo que tenemos delante, a la realidad del momento. Creemos que estamos siendo previsores al planificar, pero lo cierto es que el exceso de pensamiento suele volvernos muy despistados. Es entonces cuando devienen los accidentes, y si nos desconectamos del cuerpo físico puede surgir la enfermedad. Aunque a primera vista suena paradójico, soltar el control aumenta nuestra confianza de manera natural porque nos ancla en un presente que pide atención.

Lissi Sánchez es experta en mindfulness. Imparte un programa para principiantes en Sta. Gertrudis a partir de finales de abril. Información: www.elartedelarealidad.com