Un cuarto de hora después de que Agustín Sales, el propietario del chalé patera de Sant Antoni, entre de nuevo en la vivienda, salen del edificio dos jóvenes con sendas guitarras. Se presentan como Sam Lee, de 22 años, y Pau Comas, de 20, ambos de Barcelona. «Aquí hemos encontrado un precio asequible, 400 euros cada uno más gastos», explican.

Sam llegó hace cuatro meses y Pau lleva sólo dos semanas y, tras conocerse, comparten habitación, «dos camas separadas, una pequeña tarraza y el baño y la cocina compartidos». «Se hace difícil vivir con tanta gente, pero también hemos hecho una peña muy bonita con muy buen rollo de gente de nuestra edad». «El sitio es el que es y las condiciones son duras, con sólo 11 baños para todos, pero nos ayudamos unos a otros y es como un camping», explican.

Han congeniado tan bien que, además de sus respectivos proyectos musicales, (Sam con The Shots y Pau como Dubby D), han creado otro grupo entre los dos. Explican que, esa misma mañana, Agustín Sales les ha informado de que «en teoría no va a pasar nada», a pesar del aviso municipal que informa del precinto y de que los inquilinos deben abandonar el edificio antes del día 30.

Un joven sevillano, Jesús, se une a los dos músicos tras salir del chalé y comenta que reside allí desde hace dos semanas y que trabaja en un rent a car. «Entre nosotros nos llevamos muy bien dentro y no me va a echar nadie», asegura.

Minutos después abandona el edificio otro joven, David. Ha venido a hacer la temporada como chófer, comparte habitación con su novia y no se ha enterado de la orden de cierre del chalé. «A mí no me han dicho nada, pero no estoy preocupado porque esta normativa es muy lenta», manifiesta.