Por primera vez, el año pasado la mayor parte del agua que se destinó al consumo urbano en Ibiza procedía de las dos desaladoras en funcionamiento, la de Vila y Sant Antoni. El 45% del agua consumida en 2017 se extrajo de pozos y el 55% de las dos plantas desalinizadoras, según explicó en su charla el director de Aqualia en Balears, Eduardo del Castillo.

El incremento de la producción de agua desalada se debe a que, desde septiembre de 2016, tras el cierre de la planta móvil de ses Eres, se destinó en otoño e invierno del año pasado parte de la producción de las dos desaladoras de la isla a abastecer las zonas de Sant Jordi y Platja d´en Bossa.

Con la puesta en marcha este año, a partir del verano, de la desaladora de Santa Eulària, la producción del agua desalada se situará entre el 65 y el 70% del caudal del consumo urbano de la isla, según Del Castillo, quien señaló, en declaraciones a este diario, que «el gran salto» se dará en 2019, cuando se haya cerrado «un año completo» con las tres plantas de la isla en marcha. Para entonces se prevé que el consumo de agua desalada se sitúe en «el 85% del total», con el objetivo de aliviar, con ello, la sobrecarga que soportan los acuíferos, agravada con la sequía.

El director de Aqualia explicó que la desaladora de Santa Eulària está en condiciones de producir agua desalada, pero se está «a la espera» de que los ayuntamientos de la isla pidan «más agua». Aqualia se encarga del mantenimiento de la infraestructura.

Del Castillo explica que Sant Josep ya ha pedido un incremento en el suministro del agua y los ayuntamientos de Santa Eulària y Sant Joan están manteniendo conversaciones con la Agencia Balear del Agua (Abaqua), dependiente de la conselleria de Medio Ambiente, para concretar el caudal de agua que necesitarán a partir del verano. También hay que concretar el precio.