Era lunes y la mañana fría. Con esas premisas era de esperar que hubiera menos público del habitual en la celebración del día grande Sant Josep. «Hay poca gente» era el comentario general que se podía escuchar entre los vecinos, acostumbrados a ver «el triple de personas» en años anteriores.

A pesar de la bajada de concurrencia, en la iglesia de Sant Josep ayer al mediodía no cabía ni un alfiler. Media hora antes de que comenzara la misa solemne, oficiada por el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, el templo comenzaba a llenarse. Entre los curiosos, había varios grupos del Imserso del País Vasco y Barcelona que se mostraban «muy contentos de coincidir con la celebración de algo típico». La mayoría de ellos optó por visitar el interior del templo y algunos, además, se hicieron fotos con las integrantes más jóvenes del Grup Folklòric de Sant Josep de sa Talaia, a las que obsequiaron con unos euros «para comprarse unos refrescos».

Peticiones políticas

A las doce comenzó puntual la ceremonia religiosa, acompañada por los cantos del Cor de Sant Josep. La misa, que se prolongó durante una hora, terminó con la intervención del párroco de Sant Josep, Josep Lluís Mollà, que aprovechó la ocasión para hacer «una petición política» a las autoridades que habían asistido al acto . Su solicitud fue que «se arreglen las arcadas de Can Mossényer», junto a la iglesia. «Las filtraciones del agua de lluvia han dañado las vigas de sabina y sería necesario arreglarlo», insistió, proponiendo una reunión entre Consell de Ibiza, obispado y Ayuntamiento de Sant Josep. La petición fue bien recibida por el alcalde de la localidad, Josep Marí Ribas Agustinet, que se mostró dispuesto a reunirse con el resto de partes interesadas para que estas obras de rehabilitación sean una realidad lo antes posible.

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Día grande de las fiestas de Sant Josep

Con el sonido de la campana, tañida a mano por Josep Marí Tur, Pep d'en March, dio comienzo la procesión que cerraba la imagen de Sant Josep. Al finalizar, los obreros de la parroquia repartieron entre los asistentes flaó y orelletes, que como siempre, triunfaron entre el público.

La nota folclórica la pusieron la colla de ball pagès de Sant Josep y el Tall de Vermadors de Binissalem. Los integrantes de este grupo mallorquín, fundado en 1927, ofrecieron una exhibición de las jotas, boleros y mateixes que tradicionalmente se bailaban después de la vendimia y que el Tall de Vermadors ha recuperado de antiguos balladors de principios de siglo. A la agrupación folclórica mallorquina le acompañaba el nuevo alcalde de Binissalem, Víctor Marí, que, al parecer, tiene raíces en Sant Josep.

La «singularidad» del ball pagès llamó la atención de varios turistas que estuvieron en la celebración. Entre ellos, Julio y Dori, una pareja de leoneses residentes en Barcelona y que se declara amante de las tradiciones populares.

Por la tarde, la lluvia provocó la suspensión del correfoc y la actuación del grupo musical Projecte Mut, para la que el Consistorio buscará una nueva fecha.