Formación y empresa no pueden ser dos mundos paralelos, afirma Rafel Tur, de la asesoría Unidad, a los cerca de treinta empresarios que asisten al 'I Esmorzar empresarial' del instituto Sa Blanca Dona, al que han invitado a responsables de las empresas en las que alumnos de FP realizan las prácticas. «Las dos realidades deben estar conectadas», continúa Tur, que destaca la importancia de que los alumnos estén motivados mientras varios de los asistentes asienten.

En esto mismo coincide Joan Martínez, de la papelería Carlin, que señala que una de las claves es que los alumnos y posibles futuros trabajadores se sientan parte del equipo. «Competimos con unos salarios muy golosos», añade refiriéndose a los de los trabajos de temporada, que complican que muchas empresas puedan contratar a profesionales durante todo el año. Es un problema que han planteado varios de los asistentes. Entre ellos Pedro Martín, jefe de ventas de Opel.

Ya antes de entrar al desayuno, celebrado en la biblioteca, comenta que en estos momentos tienen contratados a dos de los alumnos de FP de Sa Blanca Dona que han hecho las prácticas con ellos y que intentarán que se quede un tercero que aún no las ha acabado: «Lo intentaremos, le haremos una oferta, pero la hostelería es muy atractiva, por algo puramente económico y porque tienes libre el invierno». Sobre esto mismo habla después, cuando inaugura el turno de comentarios después de la larga charla por parte de los representantes del centro y de la conselleria de Educación con la que ha comenzado la mañana. «Competimos con los trabajos de verano, nos roban los talentos», indica Martín quien califica de «muy positiva» la experiencia de formar a alumnos en prácticas.

Desde el centro aprovechan para pedir a los empresarios que sean «responsables», que no ofrezcan trabajo a quienes no han acabado aún su formación para favorecer que los jóvenes no abandonen sus estudios antes de obtener la titulación.

Vivienda

Tanto Martín como Tur recuerdan los problemas que tienen para encontrar profesionales cualificados en la isla lo que, en ocasiones, les obliga a recurrir a trabajadores de fuera de la isla. «Tal y como está el tema de la vivienda...», reflexiona Tur. «Es misión imposible», apunta Martín.

Ester Torres, de Vilavins, les entiende perfectamente. El año pasado vivió su primera experiencia con un alumno en prácticas en la empresa. Y se lo hubiera quedado, confiesa, pero ya tenía pactado otro trabajo de temporada. De hecho, explica, cada vez que pasa por la tienda a saludarles le vuelve a preguntar si sigue teniendo trabajo. Porque lo contrataría. Explica que le mostraron cómo funcionaban todos los departamentos de la empresa. Estuvo atendiendo en la tienda, acompañó a un repartidor y hasta participó en una de las catas de formación que organizan para el personal.

Imprescindible la supervisión

«Los alumnos en prácticas no son mano de obra barata», indica Alfonsa Bonet, de la asesoría Serra Mayans, que lleva cerca de tres décadas acompañando a estudiantes en prácticas, «desde los 90». «La formación requiere recursos humanos, tiempo y un cien por cien de implicación», añade Bonet, que indica que si bien hay estudiantes que funcionan muy bien a otros hay que «ponerles límites». Desde su experiencia, recomienda hablar «con sinceridad» con los tutores cuando surge algún problema. De la misma manera, reconoce que en más de una ocasión ha tenido que escuchar a compañeros comentando que tardarían menos haciendo ellos lo que se ha encargado al alumno en prácticas. «Todos hemos pasado por esta experiencia de estar aprendiendo», indica Bonet, que insiste en la importancia de la supervisión para que los alumnos aprendan. «No se trata de que estén sólo para quitar grapas y hacer fotocopias, aunque también lo harán porque entra dentro del trabajo», concluye.

Ángeles Nogales, de Fomento del Turismo, asegura que los estudiantes llegan a las empresas para hacer las prácticas, en general, con buena formación y muy motivados. Sin embargo, lamenta que la mayoría de ellos no dominan los idiomas. «Aquí no vale saber algo, hay que tener un buen nivel. Al menos de inglés», indica Nogales, que considera que el siguiente paso de la Formación Profesional debería ser reforzar la enseñanza de idiomas para garantizar que los alumnos llegaran a las prácticas dominando alguno. «Otras técnicas se pueden aprender, pero los idiomas son muy importantes en la isla en la que vivimos», insiste la responsable de Fomento del Turismo, que explica que se quedan con los currículums de los estudiantes que les gustan para, después, pasárselos a las empresas asociadas que buscan trabajadores.