La periodista y consultora de crianza Míriam Tirado cierra el próximo viernes a las 19.30 horas la novena edición del ciclo 'La Aventura de Educar en Familia', que organiza el departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santa Eulària, con la conferencia 'Maternidad y sentimiento de culpa'. Tirado defiende que hay que transformar la culpa -que, dice, han sentido «en algún momento, en muchos o en casi todos» todas las madres que ella ha conocido- que bloquea y genera mucho sufrimiento en una responsabilidad que invita a actuar cuando se es consciente de no haber hecho algo bien.

¿La culpa está necesariamente ligada a la maternidad?

Necesariamente no lo sé. Pero yo no conozco ninguna madre que en algún momento, en muchos o en casi todos no haya sentido culpa. Creo que, en realidad, la culpa va muy ligada a ser mujer y la maternidad es uno de los momentos de nuestra vida en que la culpa nos ataca más porque estamos cuidando de lo que más queremos. Y las dudas y pensar si lo estarás haciendo bien, junto a la cantidad de críticas y juicios que recibes por todos lados, no ayudan a no tener culpa.

¿Está relacionado con nuestra educación?

Está ligado al patriarcado y a siglos y siglos de machacar a las mujeres; hemos sido culpables de casi todo. Sólo hay que mirar los titulares de los periódicos ante un caso de maltrato o cuando hay un nuevo asesinato de una mujer, mirar cómo se redacta muchas veces la noticia, pues a veces la víctima parece que no lo sea. Esto está en todas partes y está tan asimilado que las mujeres también hemos crecido pensando que en realidad éramos culpables. No sabíamos muy bien de qué, pero lo éramos.

Durante la maternidad, ¿en qué momento aparece la culpa?

La culpa muchas veces empieza al principio de todo. Si estás embarazada de seis semanas y no habías notado nada ni a lo mejor lo buscabas, pues ya hay culpa. Ante una pérdida gestacional, la mujer muchas veces piensa que ha sido por su culpa, que a lo mejor lo podría haber evitado, cuando la gran mayoría de las veces no era culpa de nadie.

¿Por qué se sienten culpables las madres?

Esto dependerá de cada mujer, de su autoestima. Pero un momento clave en el que la culpa aparece con mucha fuerza es después del parto: depende de cómo haya ido, puede sentirse muy culpable porque no se esforzó demasiado, debería haber aguantado más. Luego vuelve a surgir con mucha fuerza con la vuelta al trabajo; aparece la culpa de dejar a nuestro bebé que vemos, sabemos y sentimos que es demasiado pequeño para separarse de nosotras. Y otro momento es cuando la crianza empieza a ser menos fácil y menos instintiva.

¿Qué quiere decir?

El niño ha crecido y a veces quiere cosas que no pueden ser. Y no es igual un bebé tan pequeño, tan dependiente y vulnerable que sientes muchísima empatía, que un niño de tres años que te monta un pollo en el supermercado y no sabes cómo reaccionar de forma asertiva y desde la calma. Muchas mamás -también papás, pero aquí hablamos de mamás- pierden el control y luego viene una culpa enorme.

¿Este sentimiento de culpa ha evolucionado con el paso de los años? ¿La culpa de las madres de hoy es la misma que sentían sus madres, sus abuelas?

No sé. Yo creo que antes se asumía que había muchas cosas que eran de la mujer y si no iba bien era culpa suya. Estaba tan integrado... Ahora tenemos más recursos, más tribu de mujeres, amigas más empoderadas que tú que te cuentan, y así es muchísimo más fácil salir de este embrollo entre maternidad y culpa. Aun así, todavía hay una parte muy inconsciente, profunda y enraizada que sigue ahí. Y es que yo no conozco a mujer alguna que no haya sentido culpa; en algún momento te topas con ella, que además es un sentimiento muy desagradable.

Que genera sufrimiento.

Mucho, pues además tiene que ver con tu hijo, que es lo que más quieres. Y pensar que por tu culpa le pueda pasar algo, no crezca bien o no pueda ser bien educado, crea angustia y sufrimiento. Que muchas veces no es real porque tú no eres la culpable de nada, pero te lo crees y entonces sí que influye. Criar desde la culpa es criar desde el sufrimiento; te amargas la vida y el niño lo nota. Y por eso es tan importante reflexionar, hablar de ello y darle la vuelta a la culpa.

Decía que la crítica constante a la forma de criar y educar de las madres fomenta esa culpa.

Claro. Imagina que vas al pediatra, con tu bebé de un mes y le dices: 'Hace caca de un color así?', y te contesta: 'Pues claro, cómo lo va a hacer, éste es el color que tiene'. Entonces, te sientes culpable porque una cosa que él considera tan básica, tú no la sabías. Pero claro que no lo sabías, ¡si no habías tenido un hijo todavía! Muchas veces se interactúa con las madres infundiendo culpa, no sólo desde el ámbito sanitario, también desde la familia, los allegados, las amigas un poco más expertas. Una simple pregunta como: '¿No lo llevas demasiado abrigado?' te lleva a: 'Uf, ¿le habré abrigado demasiado? Si suda a lo mejor se resfría'. Y ya piensas que por tu culpa pillará una bronquitis.

¿Y por qué si todas o casi todas las madres tienen ese sentimiento alguna vez hacen sentir culpables a otras con sus comentarios?

Porque no nos damos cuenta, porque hay mucha inconsciencia y porque es una forma de actuar muy muy extendida, aceptada e integrada. Estamos en una sociedad en la que vivimos mucho desde el juzgar a los demás; no empatizar sino juzgar. Y con el tema de los hijos, hay mucha gente que los tiene y mucha que no, pero que también es hijo o hija. Entonces, desde el ser madre o ser hijo, creen que tienen derecho a opinar y que su opinión es perfectamente válida y contrastada. Y no. Muchas veces son opiniones desde creencias sin evidencia alguna y desde una lógica absolutamente obsoleta.

¿Qué se puede hacer para quitarse de encima este sentimiento de culpa?

Primero, darnos cuenta de qué hacemos, cómo actuamos, en qué momentos nos sentimos culpables: con la familia, cuando el hijo enferma, en relación a la conciliación. Y analizarlo desde la objetividad. También ayudará hacer una revisión de nuestra vida, de nuestra autoestima, porque si de niña o de adolescente he sido muy juzgada, comprenderé mucho más que automáticamente me salga siempre el sentimiento de culpa. Entonces, lo primero es hacer una revisión de la culpa. Y luego, yo propongo que desde la objetividad transformemos esa culpa en responsabilidad.

¿A qué se refiere?

La culpa es un sentimiento que anula porque no trae nada positivo, bloquea, te sientes mal, te como hunde, te impide pasar a la acción. Y la responsabilidad no, la responsabilidad te invita a actuar. Si ahora siento culpa, voy a analizarlo porque a lo mejor hay algo de real, algo que puedo hacer mejor.

¿Puede poner un ejemplo?

Imagina que he gestionado una rabieta fatal. La culpa no te hará salir de ahí, pero te puede dar un toque de alerta, de decir: 'Esto se podía haber hecho mejor'. Y vamos a actuar desde ahí. ¿Cómo? Pues a lo mejor necesito formarme en tema de niños, leer más, acudir a algún curso o charla. Entonces, desde la responsabilidad actúo. Y también responsabilidad para ver si es una culpa sin sentido, que tiene que ver con mi pasado y no con el aquí y el ahora y, si es así, pasar página.

Hablaba de culpa como alerta para ver la necesidad de cambiar algo. Entonces este sentimiento puede tener una parte positiva.

Sí. Como todo en la vida lo malo es el exceso. El problema con la culpa es que muchas veces es permanente, va intrínseca con el hecho de ser madre y ser mujer. Pero hay otras en que puede servir para encender la luz de alarma y decir: 'Vamos a analizar esta situación. Le he gritado a mi niño, lo he tratado mal y me siento culpable. Pero lo transformo en responsabilidad para no volverlo a hacer'. No me quedo lamiéndome las heridas y pensando que soy una madre horrible. No. Soy una madre que está aprendiendo y que pasa a la acción.

¿Rebajar expectativas es importante para que la decepción no nos lleve a la culpa? ¿Hemos mitificado la maternidad?

Yo lo de que hemos mitificado mucho la maternidad no lo veo. En el siglo XXI, en 2018, con tantas redes sociales y amigas que son madres... A mí nunca me han dicho que es coser y cantar. Al contrario.

Pero, a pesar de lo que se cuenta, siempre hay mujeres que se encuentran con que la maternidad es más dura de lo que habían imaginado.

Es verdad que cuando estamos muy lejos de la maternidad -y hay gente sin amigos con hijos- quizás pensamos que no debe ser tan difícil. Hay de todo. Pero a mí me escriben muchísimas madres que no lo son todavía y mitificación poca, al contrario, muchas se preguntan si lo harán bien porque ven que de fácil no tiene nada. Pero aunque te hayan contado que no es coser y cantar, creo que quien más quien menos, cuando llega la hora de la verdad y te conviertes en madre, te llevas un buen 'zasca'.

¿Por qué?

Porque quieras que no, imaginas una cosa por la que no has pasado nunca. Entonces ¿cómo vas a imaginártelo de una forma real? Es imposible. Porque no lo has vivido. Y siempre te acaba sorprendiendo. Por ejemplo, yo creo que lo que no imaginábamos, porque es imposible, es lo mucho que se iba a querer a un hijo; un querer desde el alma, desde el cuerpo, que si le pasa algo grave es como que te arrancan algo de dentro. Muchas mamás con las que he trabajado dicen: 'Jamás hubiera pensado que se podía sufrir tanto'. Y a la vez: 'Jamás habría pensado que yo pudiera querer de esta forma a alguien'. Las emociones son tan bestias, intensas y profundas, todo lo que pasa es tan bestia, que por eso el 'zasca'. No te lo imaginas.

En los últimos años han surgido grupos o personas que buscan desmitificar la maternidad. Es el caso del Club de Malasmadres si bien hay muchos ejemplos más. ¿Este tipo de iniciativas ayuda a las madres a quitarse de encima ese sentimiento de culpa? ¿Compartirlo ayuda a liberarse de él?

Claro, sin duda. Compartir experiencias dolorosas y sentimiento de culpa ayuda a despejarlo, a relajarte, a ver que eso que te pasa les pasa a muchas. Pero no es el Club de Malasmadres; en general, una cosa que tienen las redes sociales e Internet es que permiten entrar en contacto con mucha gente que vive lo mismo que tú y darte cuenta de que lo que te pasa es más normal de lo que creías. Y eso siempre es bueno. Lo que pasa es que lo que yo no banalizaría la culpa en el sentido de decir: 'Puedo pasarlo mal pero no pasa nada'. No. Transformémoslo en responsabilidad. Que lo suframos muchas y que podamos vivirlo de forma más amena y más acompañada no significa que si hacemos cosas que podríamos mejorar no nos tengamos que poner las pilas.

¿Tienen algo que decir los padres en todo esto? ¿Tienen ellos sentimiento de culpa?

Ellos lo viven muy distinto. En algunos momentos se pueden sentir culpables, sobre todo si gestionan algo y se dan cuenta de que no lo están haciendo de la mejor forma. Pero está a años luz de cómo lo viven las mujeres; hay una base muy distinta, otra forma de sentirlo. Hay muchos padres que van a correr o quedan con sus amigos cuando el bebé tiene cuatro meses y en ningún momento se sienten culpables. Una mamá, muchas mamás, salen a cenar cuando el niño tiene tres años y todavía se sienten culpables. ¡Y a lo mejor no han salido nunca en tres años! También es verdad que el vínculo es distinto y haberlo gestado hace que luego se viva una fusión emocional muy potente.

¿Cómo pueden los padres, las parejas, ayudar a las madres a liberarse de este sentimiento?

Pueden ayudar a la mamá a poner objetividad. Apoyarla, decir lo muy bien que lo está haciendo, no machacarla ni cuestionarla. Muchas mamás se quejan de eso: 'Nadie me dice que hago bien. Si me hablan de crianza es para poner la puntilla de que, a lo mejor, la estoy cagando en algo. Pero hago muchas cosas bien'. Se tiende a poner el foco en lo negativo, no en lo positivo. Y un día no pasa nada, pero si llevas mucho tiempo criando y muy sola -eso también activa más la culpabilidad-, acaba pasando factura. Si la pareja te empodera, te ayuda a darte cuenta de lo bien que haces y pone el foco en lo positivo, tienes mucho ganado.

¿Cuáles son las claves para vivir una maternidad feliz? ¿O qué consejos daría a las madres?

Para vivir una maternidad feliz hay que estar dispuesta a aprender, a ser humilde y que no nos moleste darnos cuenta de que hay muchas cosas de las que no sabíamos nada. Debemos vivir la maternidad con apertura, con confianza en el fluir; queremos controlarlo todo pero es imposible porque se trata de otra vida, el bebé es otra persona y vive una circunstancia muy alejada de lo que vivimos nosotros. Es importantísimo que aprendamos a navegar en esas aguas: unas veces habrá mucha calma y otras, un tormentón, y no pasa nada.

¿Alguna cosa más?

Tener un buen entorno, un entorno empoderador. Criar en tribu, tener amigas con hijos más o menos de la misma edad en quien te puedas apoyar; tener el apoyo de tu pareja y, si es posible, de tu familia, para que no sientas que todo recae en ti. No vivir una maternidad sola; una maternidad de muchas horas con tu bebé desgasta muchísimo y hace que te aparezcan fantasmas. Y el humor, que ayuda muchísimo a lidiar con la situaciones que van surgiendo en el día a día. Si podemos quitar hierro, naturalizar, normalizar, será muchísimo menos pesado y amargante que si todo es como un drama. No vivir la maternidad desde el drama sino desde el humor y la normalidad.