El partido más importante de la isla de Ibiza, el PP, heredero y depositario de las esencias conservadoras que han sido hegemónicas en el electorado ibicenco, cumple 40 años. En realidad, fue en 1976 cuando se fundó en toda España Alianza Popular (42 años) por parte de un grupo de exjerarcas franquistas. Su primer presidente en Ibiza fue Abel Matutes, líder indiscutible de la derecha insular antes, durante y después de la Transición.

Cuando el tres de abril de 1979 se celebraron las primeras elecciones locales después de la muerte de Franco, que también sirvieron para designar el primer gobierno del recién nacido Consell de Ibiza, la derecha no tuvo demasiados problemas para ganarse al electorado local. En una sociedad fundamentalmente agraria, que justo entonces asomaba al despertar turístico, el apoyo a los partidos conservadores se acercó al 80%, si se incluye también a la Unión de Centro Democrático (UCD). En las elecciones al Consell, el PSOE no llegó ni al 19%, lo que recordaba el origen tremendamente conservador de la sociedad insular.

Todos los ayuntamientos quedaron gobernados por una formación independiente (aunque sólo lo era nominalmente) que en realidad era marca blanca de Coalición Popular y que arrasó en todos los ayuntamientos y el Consell ibicencos. Cosme Vidal sería el primer presidente de la nueva institución, con un 44,1% de los votos para esa lista. Otro 25,6% del electorado votó a UCD.

Esa primera legislatura 1979-1983 sirvió para configurar el panorama político que caracterizaría a Ibiza hasta casi el año 2000. Cosme Vidal, heredero de la vieja escuela de políticos ibicenquistas, en los siguientes comicios de 1983 alcanzaría el 50,5% de los sufragios. Se consolidarían por entonces figuras del partido que reinarían en sus respectivos municipios durante lustros: José Serra Escandell en Sant Josep y Vicent Guasch Tur en Santa Eulària, sobre todo.

Vidal, sin embargo, que pilotó un Consell con más categoría simbólica que capacidad real de gobierno (no tenía casi competencias ni presupuesto), acabaría descabalgado de Alianza Popular. Aún era presidente del Consell cuando su propio partido (que él mismo dirigía) decidió relevarle por motivos que nunca han sido suficientemente aclarados.

Eso sucedía en 1987. Ese mismo año volvió a haber elecciones y su número dos, Antonio Marí Calbet, médico de profesión, se convirtió en presidente con el mayor porcentaje de votos jamás cosechado por este partido ni por ningún otro en la historia: el 52,1%. La euforia reinaba en AP mientras en el PSOE empezaba a cundir la desesperación, por su incapacidad de sobrepasar a la derecha elección tras elección.

Marí Calbet, que compartía con su antecesor el mismo espíritu insularista e ibicenquista, se terminaría convirtiendo en el presidente más carismático (aunque no exento de controversia) que ha tenido Ibiza. De personalidad impetuosa y expresión bien poco ambigua, Marí Calbet dio al Consell un gran impulso como institución, pues gracias a su buen entendimiento con el entonces presidente autonómico, Gabriel Cañellas, logró importantes inversiones que se reflejaron en infraestructuras de todo tipo: recinto ferial, polideportivo de es Raspallar, residencia de Cas Serres, edificio de la Escuela de Turismo y otras muchas que datan de esa época, incluyendo la propia sede del Consell de la avenida de España.Islas fieles a pesar de Felipe González

Islas fieles a pesar de Felipe GonzálezEn una España donde el PSOE de Felipe González no paraba de renovar su mayoría, las islas seguían fieles al PP. El partido era dueño y señor de la isla de Ibiza y del conjunto de Balears. En la ciudad de Ibiza, la mancha que para el PP había representado la elección del socialista Enrique Mayans como alcalde sería rápidamente neutralizada mediante una moción de censura urdida en Madrid en 1989 entre CDS y PP para apoderarse de varios ayuntamientos españoles, Vila entre ellos. Fue así como llegó al sillón municipal un joven llamado Enrique Fajarnés Ribas, perteneciente a una conocida estirpe de senyors de Dalt Vila, que sin embargo representaba el ala más moderada y progresista de un partido con postulados ideológicos anclados en el siglo pasado.

No en vano, en esos años en que la industria turística cabalgaba a galope tendido (aunque para algunos ya iba directamente desbocado), la única verdad para el PP era el crecimiento turístico y urbanístico, fuera cual fuera el precio. Sería entonces cuando Serra Escandell alumbrara en Sant Josep un planeamiento que permitía 92 urbanizaciones en su costa y Vicent Guasch aprobara uno en Santa Eulària para más de 100.000 plazas en el municipio. La palabra ´protección´ para el territorio era vista como una proclama comunista y los grupos ecologistas, que iban cobrando cada vez más protagonismo, eran tomados como simples «apéndices del PSOE», como afirmaba el presidente del PP en 1990, Mariano Matutes.

En 1991 el partido revalidaba su victoria en todos los frentes, incluyendo Vila, donde se temía que el electorado vengara la ´afrenta´ de la moción de censura que aupó a Fajarnés. Lejos de ello, el PP obtuvo muy buenos resultados que le permitieron gobernar en solitario. Si Serra Escandell fue siempre la personificación de la cara más sombría del PP, Fajarnés encarnó todo lo contrario, gracias también a saberse rodear de un equipo de gobierno joven, preparado y muy profesional (Manel Doménech, Vicent Serra, Pepita Costa, Joan Llavadó, Loles Planells...) que dio como resultado una modernización de la ciudad y, sobre todo, meter mano a algo que nadie había osado tocar antes: sa Penya. «Queremos reconquistar sa Penya», afirmaba Fajarnés a principios de los 90. Sin embargo, junto a estas evidentes luces también proyectó algunas sombras, como el haber rechazado el ofrecimiento del Gobierno central para construir la primera desaladora de Vila de forma gratuita, optando por una privada que supuso un fuerte desembolso en las arcas públicas.

Gracias a su buena gestión, Fajarnés hundió al PSOE en los comicios de 1995, caundo logró el 49% de los votos, frente a sólo el 29% de los socialistas. Marí Calbet revalidaba su mayoría en el Consell con un 50,6% y lo mismo hacían Serra Escandell y Vicent Guasch. En Sant Antoni, Antonio Marí Tur estaba al frente del Ayuntamiento, aunque su gestión pasó totalmente inadvertida en el control del desmadre turístico que invadía el pueblo todos los veranos, y a los que siempre quitó importancia.

El gran caballo de batalla al que se enfrentó el PP en los años 90 fue el medio ambiente y el urbanismo. La protección de ses Salines, el proyecto del campo de golf de Cala d´Hort, la aprobación de la Ley de Espacios Naturales y cualquier cosa que tuviera que ver con la protección del territorio eran algo demoníaco para el partido. Cala d´Hort era «un erial» sin valor según Marí Calbet, las urbanizaciones que amenazaban ses Salines eran simplemente «dos manchitas» en ese espacio, según Mariano Matutes, y la preservación de las montañas que preveía la LEN era sencillamente «una confiscación y una expropiación» según la unánime y reiterada opinión de los dirigentes de la formación.

Daba igual: cuanto más se oponía el PP a la protección medioambiental, más parecía votarle el electorado y más le apoyaban sus aliados naturales: los empresarios. Las patronales insulares (Pimeef, Cámara de Comercio, CAEB, Fomento del Turismo...) actuaron siempre como altavoz de la política urbanística del PP, pidiendo más campos de golf, más puertos deportivos y más urbanizaciones.

En 1996, Abel Matutes fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España por José María Aznar, otro de los hitos históricos del partido en la isla.

1999: el año triste del PP

1999: el año triste del PP1999, en cambio, sería el ´annus horribilis´ del Partido Popular ibicenco. Fue entonces cuando saltaron a la luz varios escándalos que confluyeron con las polémicas urbanísticas habituales. El caso Mapau, de inscripción de falsos votantes, o las irregularidades de la Moda Adlib de ese año representaron auténticos escándalos que salpicaron la gestión como presidente insular de José Juan Cardona, un hombre de perfil contradictorio. Por una parte, impulsó como conseller autonómico proyectos de gran utilidad pública (Agroeivissa, la reserva marina de es Freus, la cancelación de un tendido de alta tensión en Morna...) y por otra apareció siempre relacionado con las irregularidades más graves del partido, como las citadas del caso Mapau o Adlib. No se probó nada contra él sobre ambos affaires, pero años más tarde acabaría condenado a 16 años de cárcel por corrupción durante su gestión como conseller de Industria del Govern balear.

Nunca como en 1999 el partido sufriría convulsiones internas tan intensas. Una parte de sus dirigentes (no los más valiosos, sin embargo) se escindirían para formar un partido nuevo, el PREF. El pulso entre Pere Palau y Enrique Fajarnés por controlar la organización se saldó con la victoria del primero, representante del ala más conservadora. Para rematarlo, los ecologistas del GEN sacaban a la calle ese año a 11.000 personas para rechazar el campo de golf de Cala d´Hort, que el PP, en una decisión sin precedentes, decidió cancelar si volvía a ganar las inminentes elecciones.

«Incluso cuando esté en el ataúd ya muerto, levantaré el dedo y diré: ¡votadme! Y la gente me votará», fanfarroneaba Marí Calbet en la pegada de carteles de las elecciones de junio de ese año. Pero fueron las primeras que perdió el PP ibicenco, y lo hizo a manos de una joven abogada independiente, Pilar Costa, que dirigía una coalición preelectoral de todos los partidos de izquierdas. Cuatro años antes ya había dado un toque de atención a la derecha cuando ella misma había arrebatado al PP el senador de las Pitiusas.

El caso es que la izquierda gobernó por primera vez en el eterno feudo derechista que, desde siempre, fue la isla de Ibiza. Se inauguraba así la actual época de intermitencia política, en que los progresistas y el PP se irían turnando al frente del Consell y los principales ayuntamientos.

El episodio más turbulento de estos 42 años de historia fue el de las autovías, sobre el cual el partido siempre pasa de puntillas. La mejora que necesitaban estas carreteras degeneró en un macroproyecto considerado sobredimensionado por la mayor parte de la población. El PP ibicenco, que súbitamente volvía a aparecer capitaneado por Abel Matutes, se enfangó en la defensa de una obra que enfrentó como nunca a la población. El persidente del Consell, Pere Palau, totalmente eclipsado por Matutes en estos años polémicos, perdió las elecciones de 2007 por una treintena de votos. Tres manifestaciones sucesivas, con más de 10.000 personas cada una, demostraron el alcance del rechazo popular

La polémica de las autovías, junto a esa derrota, tuvo efectos también en el PP. En el congreso insular de 2012 se producía un hecho inédito en la historia del partido: tras presentarse dos candidatos diferentes al puesto de presidente insular, el ala controlada por la vieja guardia cercana a Matutes perdió el control de la organización frente al sector encabezado por el conseller Vicent Serra y el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí.

Serra recuperaría el Consell en las elecciones de 2011 y capitaneó una institución desangrada económicamente por la crisis de esos años, que le impidió exhibir realizaciones de calado. En el Ayuntamiento de Ibiza, la inesperada victoria del PP colocó en el equipo de gobierno muncipal a un grupo de concejales totalmente desvertebrado y descohesionado que sumiría a la Corporación en un caos total durante los cuatro años del mandato, y en el que se sucedieron tres alcaldesas diferentes. Esta situación dejó el campo abonado para la victoria progresista en 2015.

Ese mismo año, llega al cargo de presidente del partido José Vicente Marí Bosó, alineado con las tesis más conservadoras de la formación, pero al mismo tiempo hombre de consenso entre las dos facciones del PP. Marí Bosó, que ocupó el cargo de conseller de Hacienda del Govern de 2011 a 2015, dirige una formación que, pese a todo, continúa siendo la más votada de la isla en el Consell (51,4% de los sufragios en 2015).

Marí, al hacer balance de estos 40 años, admite: «Nos hemos equivocado muchas veces», aunque no detalla ninguna. También destaca que «los equipos capaces de hacer una gestión eficaz» han sido siempre la principal preocupación del PP en Ibiza.

¿Cuál es el secreto de esta capacidad para resistir todo tipo de adversidades década tras década? «Es algo que deriva de la identificación de la sociedad con el partido. El ibicenco coincide mayoritariamente con el PP, o al revés, el PP piensa mayoritariamente como los ibicencos», afirma Marí Bosó.