Aunque el pastoreo en Ibiza y Formentera ha sido siempre un trabajo menor porque los rebaños son pequeños y los animales pastan a su aire dentro de las fincas y cerca de las casas, tan humilde ocupación no ha dejado de generar hermosas historias y leyendas. La gran literatura no ha dejado de lado a los pastores como vemos en el ´Poema de Nadal´ de J. M. de Sagarra: «Els pastors, galta sorruda, / no han estudiat ni han après / són igual que mata ruda / i no saben res de res». Y sin embargo, en su inocencia, son los primeros en ver la cara de Dios: «Només els quatre pastors / li van veure bé la cara; / l´angel els fregà els cabells / amb la punta de les ales / Només els quatre pastors / sabien el que passava». En nuestras rondallas, -´Quatre moltons´, ´Es pastorells´, etc- también Castelló Guasch habla de ellos. Con tintes bucólicos y rusonianos, la literatura popular describe al pastor «aixoplugat en cabanes, repenjat meditatiu sobre el gaiato o tirapeu, historiant a punta de navalla collars d´esquelles o salers, munyint les ovelles i les cabres, tocant la xeremia o inventant-se rondalles i cantarelles».

El pastor era muy dado a las supersticiones y las viejas creencias. Me cuentan que «l´anyell nascut la Nit de Nadal era tractat amb gran respecte, se´l protegia, se´l reservava la millor herba i se´l deixava morir de vell". Se creía que estaba "beneït» protegido, por haber nacido la misma noche que el Hijo de Dios, -Anyell de Déu-, expiatorio Cordero de Dios. El pastor decía que l´anyell nadalenc daba la mejor lana, apartaba las desgracias del rebaño y advertía las tormentas. Un rito ancestral de tradición pastoril, institucionalizado en la Pascua judía, es el degüelle del cordero lechal, sacrificio que preservaba la vida de l´anyell nadalenc. Uno por otro. Es muy posible que estas creencias judeo-cristianas se apropien de símbolos y mitos paganos como vemos en los Evangelios que repiten la metáfora del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.

Los obispos son ´pastores´ y sus cartas ´pastorales´. Otra parábola describe el Juicio Final como criba que separa ovejas y cabritos, buenos y malos. Y el macho cabrío representa al mismísimo demonio. Puede que en estas imágenes pese la condición mansa de la oveja y el carácter loco de la cabra.

También me cuentan que era buena señal que naciera una oveja negra o be negre, color recesivo que aparece de uvas a peras pero que ya menciona el Archiduque Luís Salvador de Austria en ´Die Balerarem´. La rareza de estos animales tal vez hacía que se considera al animal totémico o extraordinario y que, como tal, debía respetarse. Pero también hay quien dice lo contrario, que be negre es un mal bicho, de aquí el sentido despectivo de la frase «la oveja negra de la familia». Con una sola excepción: si la oveja negra era «coronada», nacía con una mancha blanca en la frente, era señal inequívoca de excepcionalidad y bondad. Y como al principio decía, no nos faltan rondallas pastoriles. Cuenta una de ellas que un pastor de Fruitera llevaba su rebaño a pastos de Santa Eulària y al tener que atravesar el río, por miedo de sus ovejas salieran perjudicadas, para quedarse tranquilo las pasó una a una sobre sus hombros. De esta historia viene el ´contar ovejas´ para sosegarse y conciliar el sueño. Otra historia dice que «en Pep Sopes baixava un dia amb una cabra a coll per dur-la a vedre a Portmany i el Diable, en veure l´oportunitat d´anar a collibè, es va introduir dins la cabra. Pel camí, un amic que era molt de la broma, va dir-li a la cabra:

- Cabreta, es pot saber on vas?

I el Diable respongué amb la seva veuarra:

-A coll d´en Sopes!

I més emprenyat que espantat, en Sopes afegí:

-Idò no em fotràs, cabró! Llança l´animal a terra que fugí com un llamp i el Diantre, del cop, quedà ben baldat».

Por Pedro Marí he sabido que las cabras pitiusas son distintas a las mallorquinas y parecidas a las corsas, maltesas y sicilianas. En nuestras islas, como en otros lugares, la cabra no goza de simpatías, aunque los payeses aprecian especialmente el queso de cabra y «els bots de vi fets amb pell de cabra» que, según dicen, mejora el vino. En cuanto a su mala fama, se debe a su carácter asilvestrado y a que suele hacer lo que le da la gana. Y en la ´gana´ está su beneficio y su peligro, porque es un animal que se come todo lo que alcanza, de ahí que le traben la pata delantera y trasera de un mismo lado para que no perjudique los frutales que tiene por exquisitez. Soñar con cabras se tenía por mal agüero y de su mala fama viene que a la figuera borda la llamemos cabrafiguera y ´matacabres´ al viento xaloc, jaloque o sudeste.