Tras concentrarse una treintena de caminantes en la plaza de la iglesia, el técnico de agricultura del Consell de Ibiza, Josep Lluís Joan, les regala un paquete de almendras ibicencas y recuerda que este fruto es parte del gran patrimonio agrícola de Corona. El patrimonio histórico se encargará de reivindicarlo el periodista Pere Prieto, que se excusa por su condición de «vilero» y recuerda que todas las anécdotas que van a deleitar y sorprender a los presentes las ha conocido gracias a Don Joan Riera, el párroco del pueblo, y su hermano Toni, con quienes ha escrito el libro 'Corona: vida, gent, records'.

Tras explicar que la iglesia es la más baja de Ibiza porque los parroquianos competían con los de Sant Mateu por ser los primeros en finalizarla, Prieto relata el primer capítulo del anecdotario criminal de la zona: si este templo cuenta con dos puertas, se debe a que la principal, orientada al sur como es tradicional, fue tapiada en 1870, después de que una disputa entre dos vecinos finalizara con uno de ellos muerto. «Mucha gente ya no quería entrar por allí porque creían que era un lugar maldito, así que solicitaron permiso al obispo para abrir la otra puerta».

Ante esa insólita petición, el obispo sentenció que «la puerta debe estar donde esté mañana», así que los supersticiosos vecinos se afanaron en abrir la pequeña entrada junto a la plaza. Justo en esos momentos aparecen las Pageses Emprenyades, que amenizarán el resto de la jornada con sus apariciones en medio del campo para denunciar las conductas incívicas en ese entorno de « tots es que veniu de Vila a fer malbé això».

El Pou de Corona

La siguiente parada explicativa de Prieto es en el Pou de Corona, también conocido por el nombre de Pou d'en Baló por el nombre de una casa vecina donde se crió un mítico forajido: José Bonet Costa, Baló, se enfrentó a su familia por la herencia y huyó a Argelia tras atacar a su hermano. A su regreso, en enero de 1924, mató a su hermana, dejó malherida a su madre y se refugió en las montañas, donde se forjó su leyenda. En diciembre volvió a aparecer para disparar a su padre y a su madre y, finalmente, fue acribillado tras ser engañado por un paramilitar del somatén.

La siguiente parada es en Sa Caredona, la casa de los hermanos Bonet, unos líderes tradicionalistas que protagonizaron el levantamiento carlista que tomó Dalt Vila por sorpresa la noche del 3 de octubre de 1835. El golpe no fructificó y los liberales isabelinos fusilaron a tres carlistas, uno de ellos sacerdote, y encarcelaron a uno de los Bonet. Otro de los hermanos, al año siguiente recibió a tiros al destacamento militar que lo fue a buscar para enrolarlo a quintos. Escapó y no se volvió a saber nada más de él.