La psicóloga, experta en salud y deporte e instructora de mindfulness Yolanda Cuevas abre mañana la novena edición del ciclo de conferencias La Aventura de Educar en Familia que organiza el departamento de Servicios Sociales de Santa Eulària. Cuevas defiende que el deporte es «una buena herramienta, un buen escenario para promover valores que empiezan en casa y siguen en el colegio» y subraya que para ello es necesaria «la unión de todas las personas».

Su conferencia se titula 'Por un deporte con valores entre todos'. ¿Cuáles son los principales valores que debe promover el deporte en los niños?

Aunque cada persona puede tener una escala de valores diferente y cada club puede elegir abanderar unos, nosotros hablamos de respeto; paciencia; de saber gestionar el error y dar valor al disfrute por encima de ello; de la responsabilidad; de dar valor al rendimiento y no a los resultados y, por supuesto, de la generosidad, el compañerismo y toda la parte de compromiso y pertenencia.

¿Cuáles son las actitudes que tenemos que desterrar?

Evidentemente la violencia, tanto física como verbal. Y todo lo relacionado con la comparación y la humillación y con la presión. Muchas veces los padres proyectan en sus hijos las carencias o ilusiones que hubieran tenido y está demostrado que eso al final amarga el deporte a los niños. Y una de las causas por las que abandonan el deporte es ésa, por la presión. Por otro lado, no respetar al entrenador. No se puede intentar suplirlo o hacer de segundo entrenador. Y por supuesto hay que desterrar los grupos de whatsapp de padres que se usan como vía de crítica del entrenador, de lo que los niños se enteran y que es el germen para que el día de mañana lo hagan con sus grupos de amigos. Actitudes de crítica o bullying en las redes pueden empezar desde estos momentos.

Relaciona todas esas actitudes negativas con los padres. ¿Dan un muy mal ejemplo a sus hijos?

Pues desgraciadamente... A ver, siempre decimos que los que lo hacen mal siempre se oyen más que los que lo hacen bien. En las noticias siempre saldrá el padre que ha agredido a un entrenador, a un árbitro o incluso a un menor, o que lo alienta. Porque muchas veces el problema no está en quien grita, que también, sino en las personas silenciosas que dan ánimos o no frenan a los que son capaces de gritar o insultar. Esto los niños lo ven...

Y lo copian.

Es que lo que no pueden pretender los padres es hacer un 'kit kat' y decir: 'Esto lo hago yo, que soy tu padre, pero tú no'. El cerebro no funciona con lo que dices sino con lo que haces. Y son un espejo, sobre todo a edades tempranas. Entonces luego reproducirán esos comportamientos y se ven en el colegio, en los recreos.

Hablaba también de las personas silenciosas.

Hay otro perfil de padres que no son los que agreden o humillan, pero pierden las formas de manera más silenciosa. Esa crítica por debajo; la crítica sobre el entrenador directamente al niño; el no promover el compañerismo, la generosidad, el compromiso o el compartir sino decir: 'Tú aléjate de los demás y tira con el balón que quien tiene que meter gol eres tú'. Esto no permite que te alegres de las cosas de los demás sino que el foco está en ti y luego nos quejaremos de niños egoístas, que sólo piensan en ellos.

Hacía referencia a la frustración de los padres, a lo que ellos habrían querido ser o conseguir. ¿En eso radica su actitud hacia el deporte de sus hijos?

Creo que por un lado es eso, la idea de: 'Yo no lo logré, a ver si mi hijo lo consigue'; un poco, vivir sus éxitos como míos. Y por otro, como vivimos en una sociedad en la que se quiere todo ya, lo que fomento en mis hijos es que los resultados tienen que ser ya. Pero la vida no es así. La tecnología, los 'me gusta', los emails, el whatsapp, todo hace que nos podamos enterar de todo tan rápido que se desentrena la capacidad del cerebro para la espera, la paciencia. Siempre pongo el ejemplo de los dibujos animados: antes había que esperar una semana para ver el siguiente capítulo y ahora los padres descargan no sé cuantos y ya no hay paciencia ni nada; o cuando se va a un sitio y están con el móvil o la tablet porque si no, se aburren. El deporte es un escenario más y yo quiero que mi hijo consiga las cosas ya y si no lo hace, echamos balones fuera.

Se echa la culpa...

O es problema del entrenador o es que no sacas a mi hijo o es que tendrías que darle más oportunidades... ¿Y qué hacen muchos niños? Abandonan. O cambian de equipo o de deporte. Como no destacan en uno, vamos a picotear en otro. Y eso crea una sensación en el niño de que no sirve para nada, que nunca se le han dado bien las cosas. Pero no es así; es que no se le ha dedicado tiempo suficiente y el cerebro no se ha adaptado a ello.

¿Cómo hay que gestionar la competitividad, que está tan a la orden del día en el deporte?

La competitividad tiene que ser con uno mismo. No podemos fomentar marcadores de 50 a 0 porque los niños no van a ganar nada, al revés, se fomenta la indefensión aprendida, la humillación, el yo no soy capaz. Debería haber nuevas reglas. Yo hablaba de rendimiento y no de resultado y ahí está implícita la competitividad. Es decir, que el foco no sean los goles; crear una nueva cultura en los padres en que la pregunta para los niños no fuera cuántos goles han metido sino en qué han mejorado, qué han aprendido, qué es lo que mejor ha hecho otro compañero, qué es lo que más le ha gustado del otro equipo. Ir sacando otros aprendizajes.

¿Por qué el fútbol es el deporte rey también en violencia física o verbal o en cuanto a las muestras de actitudes negativas por parte de los padres?

El fútbol es un poco el rey de los deportes para lo positivo y lo negativo. Es muy visual, es un deporte en el que muchas personas se han podido sentir identificadas, en el que hay sueños de muchos niños. En los medios de comunicación lo que se ve es fútbol, es un deporte de masas, los escenarios son más grandes. Además, el entrenamiento al aire libre promueve que estén los padres. Y entonces, juzgar desde la barrera es muy sencillo. Hay otros deportes en los que también ha habido violencia, en balonmano o baloncesto, pero bueno, el fútbol es el rey.

Y ante estas situaciones y actitudes, ¿cómo queda la figura del entrenador? Porque ya no tiene que gestionar sólo al grupo de niños sino también a los padres.

Los entrenadores tienen un trabajo muy duro, que no es sólo enseñar deporte, sino promover una educación, unos valores, que vayamos todos a una. Y entonces ven que tienen que lidiar con dificultades de los niños, más aparte con las de los padres. Además, nos encontramos con dos perfiles de entrenadores: los más mayores, que no implica que tengan más habilidades sociales pero quizás sí una experiencia en el trato, y chavales jóvenes, que se inician y a quienes los padres no dan una oportunidad y les quitan valor, se les desautoriza mucho: 'Es que es un crío'. Y si tú enseñas a los niños a desautorizar a los entrenadores, a los profesores, si no hay respeto, no puede haber atención ni concentración.

¿Qué hay que hacer?

Hay centros que no quieren que los entrenadores tengan que ver con los padres y quieren que cualquier problema pase a la dirección. Y yo considero que esto es un poco contraproducente. Entonces, promovemos reuniones a principio de temporada en las que se dejen claros cuáles son los objetivos y la filosofía; en las que se conozca al entrenador y se sepa la forma en que se podrán comunicar con él. Hay mucho trabajo de unión pues hay que dar valor al deporte porque es una oportunidad de seguir educando en valores.

¿A qué edad cree que hay que introducir a los niños en la práctica deportiva?

Tenemos que diferenciar entre ejercicio físico y deporte; el ejercicio físico, desde cualquier edad, y al deporte no le pondría edad. Si hay niños de cuatro años que ya tocan el balón, juegan y saben qué es trabajar en equipo, es muy bueno. Hoy hay muchas familias con hijos únicos, en las que no hay tres hermanos para hacer un mini equipo en casa, y cuanto más se relacionen y se puedan dar cuenta de esa parte deportiva, mejor. Es una oportunidad que los niños tienen que vivir. Y además yo hablaría de que experimenten los deportes. Hay que observar qué hacen los niños, si cogen una raqueta o un balón. Porque a veces no se les da la oportunidad de experimentar y los encasillamos: como yo hice ballet, a mi niña la apunto a ballet.

En este sentido precisamente, ¿qué hay que tener en cuenta al elegir un deporte, lo que al niño o a la niña le gusta?

Claro, es muy importante porque nadie quiere hacer lo que no le gusta. Y también hay que chequear un poco el tema psicológico y físico. Por ejemplo, si un niño tiene problemas de espalda, será muy bueno que haga natación e igual no le gusta, pero tiene el valor añadido. O para niños con problemas de socialización los deportes en grupo serán muy buenos, porque les ayudarán a socializar, a hablar. Entonces hay que chequear un poquito estas dos necesidades y, evidentemente, el disfrute. A mi hijo no le puedo meter con calzador un deporte, aunque tenga talento para él.

Porque no significa...

Una cosa es tener talento y otra que le guste. Hay niños que dicen: 'Sí, se me da bien, pero es que a mí me gusta este otro deporte'. Si lo que queremos es fomentar el deporte y todo lo que implica a nivel psicológico y físico, sus beneficios, tendrá que hacerlo y para hacerlo tendrá que gustarle y estar comprometido porque si no luego abandonará.

¿Cuáles son esos principales beneficios del deporte a nivel físico y psicológico?

Genéticamente el cuerpo cambia con la práctica del deporte. A nivel físico, evidentemente, está el fortalecimiento de huesos, músculos, todo lo relacionado con el sobrepeso. Además, libera endorfinas que son como un medicamento natural que nos hace sentir bien y libera cortisol, la hormona del estrés en la sangre. Y luego, hay algo muy importante que chequearemos [en la conferencia] de cara a que los padres no castiguen sin deporte a sus hijos y que está relacionado con los estudios.

¿A qué se refiere?

Uno de los beneficios que se ha descubierto del deporte es que libera una proteína en distintas partes del cerebro que están relacionadas con el aprendizaje, la atención, la memoria. Y las últimas investigaciones indican que si estudio y hago deporte, lo estudiado se fija mejor. Entonces, ¿qué ocurre? Que si castigo a mi hijo sin deporte porque no estudia, es como la pescadilla que se muerde la cola. Y luego los padres dicen: 'Lo castigo sin lo que más le gusta y ni aun así'. Pero es que el problema no es el tiempo en que hacen deporte, sino que no hay una buena gestión horaria, organización. Se pide que los niños se organicen pero no les ayudan a hacerlo.