«Soy un hombre que pinta, no un pintor», confesaba Ángel Lloreda en 2007 en una entrevista por su primera exposición individual, en la desaparecida galería Vía2 de Vila. Acababa de dejar atrás su carrera como trabajador de banca y de lanzarse de lleno al mundo del arte, las dos vertientes de su vida por las que sintió auténtica pasión. Lo decía con esa modestia y humildad que siempre le caracterizaron, a las que unía un fino sentido del humor.

Lloreda (Santander 1943 - Ibiza 2018) ha fallecido esta tarde en el hospital Can Misses de Vila, en el que llevaba alrededor de tres meses ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos tras sufrir una angina de pecho, un ictus y varias neumonías de las que al final no pudo recuperarse.

El alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, fue uno de los primeros en hacerse eco de la noticia: «Muy triste y afectado porque nos ha dejado un compañero, un maestro de nuestra ciudad. Hasta siempre señor Lloreda. Un abrazo fuerte y toda mi estima a la familia en estos difíciles momentos», escribió Ruiz en su cuenta de Twitter.

En sus dos vertientes, como bancario y como artista, fue un hombre muy conocido en Ibiza, por lo que la noticia de su fallecimiento ha causado consternación tanto en el mundo del arte como en el de la banca. En ambos era muy querido.

Lloreda se interesó en el arte desde la adolescencia, influenciado por su madre, gran aficionada a la pintura, y por la obra de grandes nombres como Anglada Camarasa o el mallorquín Miquel Llabrés, aunque esa dedicación al arte tuvo un carácter intermitente. Mientras, inició estudios de Derecho y entró a trabajar en la banca de la mano de su padre.

En 1969 llega a Ibiza para trabajar en la caja de ahorros Sa Nostra, de la que pronto se convirtió en director de zona para Ibiza y Formentera, cargo que ostentó muchos años, y consejero de la caja. En la isla se queda prendado de la obra de artistas como Ferrer Guasch, al que consideraba un maestro, y otros como Erwin Bechtold, Micus o Tur Costa y a mediados de los 70 retoma los pinceles, aunque siempre de puertas hacia adentro. Ya en los 80 participa en algunas exposiciones colectivas hasta que en 2004, invitado por Carles Fabregat, comienza a colaborar con el Supermercat de l´Art y en 2007 y 2008 llegan sus primeras muestras individuales en la citada galería Vía2. En los últimos años formó parte del grupo de artistas de la isla IbizArtGrup. La elección de Via2 para sus primeras muestras no fue casual. Allí estaban Antoni Torres Font y Fabregat, amigos que le ayudaron en su carrera artística. Torres Font había sido su competidor en la banca, cuando Lloreda dirigía Sa Nostra y él la Fundación la Caixa en las Pitiusas.

«Fuimos competidores primero y grandes amigos después», confesaba esta noche Torres Font, muy afectado por el fallecimiento de Lloreda. «Fue un hombre discreto, con una gran personalidad y una gran calidad humana. Fue siempre un señor en todos los niveles, un encantador, un seductor», le definió Torres Font. «Además fue un gran profesional de banca que lo dio todo por su empresa -siguió el exbancario y coleccionista de arte-. Desde la dirección territorial de Sa Nostra impulsó todas las actividades de la Obra Social en la isla, desde una total discreción y humildad». En esas primeras exposiciones siempre decía que era un primerizo, que no podría considerarse un artista hasta que pasaran «40 o 50 años», aunque lo logró antes.