La implantación del impuesto turístico en Balears tiene un impacto en la llegada de visitantes que puede cuantificarse a corto plazo en la pérdida anual de entre 485.443 y 970.000 estancias. O, lo que es lo mismo, la subida de precios que implica esta medida fiscal provocaría que entre 66.500 y 133.000 turistas dejasen de venir cada año.

Desde su primera experiencia en 2002 (en época del primer Pacto de Progreso), el impuesto turístico -popularmente conocido como ecotasa- ha generado una catarata de opiniones y valoraciones sobre cómo afecta a la llegada de visitantes a Balears, resumiéndose en las posturas próximas al catastrofismo del sector hotelero y del PP y en la visión más idílica transmitida por los partidos de izquierda encargados de aplicar el gravamen en sus dos etapas.

Un trabajo académico firmado por dos catedráticos de Economía Aplicada de la UIB -Jaume Rosselló Nadal y Andreu Sansó- aporta algo de luz en este eterno debate al ofrecer una simulación, meramente económica, sobre el impacto del gravamen en la industria turística.

Es una estimación que, como remarcan Rosselló Nadal y Sansó, se centra sólo en la repercusión del alza de precios que comporta este tipo de impuestos, sin entrar a valorar otros factores que también afectan a la demanda en sentido negativo o positivo, como la inestabilidad política que pueda haber en otros destinos, las campañas mediáticas o el trabajo promocional.

En este sentido, cabe recordar que las últimas temporadas han sido de récord en Balears: cerca de 14 millones de turistas extranjeros visitaron la Comunidad el año pasado, lo que representa un aumento del 6% respecto a 2016, según la estadística de movimientos turísticos en fronteras (Frontur).'Cuadernos Económicos'

'Cuadernos Económicos'

El estudio, que ha salido publicado en el último número de los Cuadernos Económicos del Instituto de Comercio Exterior (ICE) y que lleva por título 'Los efectos del impuesto turístico sobre la demanda en Balears', tomó como referencia análisis previos que constatan la relación entre precios y demanda turística.

Así, llegaron a la conclusión de que un aumento de esos precios sobre el 1% (producto de un gravamen como el turístico) tiene un efecto indudable sobre la demanda.

Ese efecto, eso sí, sería "pequeño" y se situaría en un escenario más pesimista, que implicaría una caída del uno por ciento en la demanda turística, y otro menos pesimista, con una reducción del 0,5%, apuntan los catedráticos de Economía Aplicada.

Estancias totales

Estancias totales

Establecido en qué porcentaje afecta, el siguiente paso que dieron Rosselló Nadal y Sansó fue el de definir el número de estancias susceptibles de ser gravadas por el impuesto turístico.

Tomando como referencia datos de 2014, determinaron que se registran anualmente 111 millones de estancias, tanto hoteleras como extrahoteleras.

A continuación, descontaron las que no abonan el impuesto, al tratarse, por ejemplo, de apartamentos fuera de regulación o de las propias exenciones que contempla la Ley del impuesto sobre estancias turísticas, de 2016. En resumen: 82,2 millones de estancias.

Los catedráticos calcularon entonces la media de lo que pagarían por estancia: 1,37 euros diarios (el estudio se hizo antes de que el impuesto se doblase), lo que representa un incremento de costes del 1,3% (la mitad en temporada baja, por las bonificaciones).

A partir de estas variables, Rosselló Nadal y Sansó esbozaron dos tipos de escenarios, en que la demanda caería entre un 0,9 y un 0,4%. En el más pesimista, se perderían 896.115 estancias en verano y 74.771 en invierno. En total: 970.886 pernoctaciones.

Si se traduce a número de turistas (tomando como referencia que la duración media de un viaje es de 7,3 días), la cifra sería de 132.998 visitantes que dejarían de venir a la Comunidad.

En el escenario menos pesimista -una reducción de la demanda del 0,5%-, la pérdida ascendería a 485.443 estancias (37.386 de las cuales serían en temporada baja). Traducido: 66.500 turistas menos.

Los catedráticos remarcan que, en todo caso, se trata de proyecciones siempre a corto plazo, porque si se hiciese más a largo término, los efectos serían más elevados. Igualmente, subrayan que, en esta simulación, sólo tienen en cuenta las consecuencias de la subida de precios en el mercado turístico a partir de metodologías y aplicaciones empíricas previas, sin entrar a analizar otras variables que influyen sin duda en la llegada de visitantes.

"Actividad social"

"Actividad social""El turismo, como actividad social, está influenciado por muchos factores, como las campañas promocionales, las noticias y otros temas que, indudablemente, afectan al comportamiento de la demanda en muchas formas. La cobertura mediática de la introducción del impuesto en los países de origen y cómo la recaudación es reinvertida son ejemplos de factores que no son considerados en este estudio", concluye el trabajo aparecido en los Cuadernos Económicos del ICE.

Sansó explica que un avance del trabajo ahora publicado lo presentaron en una jornada de debate celebrada a finales del año pasado sobre investigación e innovación para la sostenibilidad.

En aquella ocasión, tuvo ocasión de intercambiar impresiones con representantes del Govern, que, apunta Sansó, manejaban simulaciones que no se diferenciaban en demasía de las que habían presentado ellos, sobre el impacto del impuesto turístico en la demanda.Controversia impositiva

Controversia impositiva

En su estudio, los dos autores mencionan la controversia que ha rodeado la aplicación del gravamen sobre la estancia turística en varios destinos internacionales. Y remarcan el caso de Balears, cuando fue implantado en 2002 por el primer Pacto de Progreso y suprimido poco después tras la victoria del PP en las elecciones autonómicas. En 2016, con un nuevo Govern de signo progresista, el gravamen se reintrodujo.