Cualquiera de los escollos que existen a lo largo de la costa pitiusa puede tener nombre propio, aunque su tamaño sea tan pequeño que llamarlo islote resultaría exagerado; si bien técnicamente sería correcto. Y los 300 metros de arenas blancas y aguas turquesa de Cala Tarida poseen tres de estos escollos con nombre en la misma bahía. De Norte a Sur, encontramos sa Sabata, s’escull Pla y s’Amarrador, y los tres y algunas rocas que se encuentran junto a ellos forman un conjunto conocido como els esculls de Cala Tarida. Los dos últimos, muy cercanos, parten la playa, crean en su mitad una pequeña rada y forman un triángulo con una tercera roca central que es en comparación tan insignificante que parece ser que no tiene un nombre individual. Este triángulo es el punto de partida, la referencia, para alcanzar buceando los restos de una avioneta que años atrás, en 2004, se hundió en la bahía, a unos 300 metros de la costa y a menos de diez metros de profundidad. Era una avioneta publicitaria de la que hoy apenas quedan la cabina y parte de las alas, semienterradas en un blanco de arena.

S’Amarrador es muy diferente a los otros dos islotes, más cuadrados, más oscuros, más elevados y con aspecto más compacto. S’Amarrador, desgastado por la erosión, tiene colores ocres y rojizos y unas formaciones parecidas a las almenas de un castillo o de una muralla. Recuerda, irremediablemente, a un paisaje del Gran Cañón del Colorado. En uno de los temporales recientes, una de esas formaciones rocosas ha acabado por desprenderse y caer, cambiando de forma perceptible la silueta del escollo.

Aunque desde el aire tiene una forma bastante rectangular, desde la orilla es una roca alargada que también podría recordar a una embarcación encallada en la arena, tal vez a una tarida, el barco medieval para transportar tropa y mercancías que da nombre al lugar. Está unida a tierra firme por una lengua de arena blanca, aunque es habitual que las olas, llegando desde los dos lados, se unan en ese punto y haya que mojarse los pies para subir a ella.

El escollo de s’Amarrador, como indica su nombre, es usado desde hace muchas décadas como embarcadero para las pequeñas barcas que trabajan en la zona. Los palos incrustados en el pequeño andén de cemento son usados por las lanchas del centro de buceo de Cala Tarida y atracan también en ellos las lanchas auxiliares de muchas embarcaciones de recreo, lo cual, a veces, crea conflictos por la prioridad y el derecho en el uso del muelle.

En el lado que mira hacia el mar existe, asimismo, un desembarcadero de listones de madera levantado sobre la roca, aunque en invierno, las tablas se retiran. Y junto a este muelle de madera, alguien del Ayuntamiento de Sant Josep consideró necesario advertir a los bañistas de la escasa profundidad con una señal que rezaba ‘prohibido tirarse de cabeza’ que, finalmente, en algún momento del último año, ha desaparecido.