Cuando a las subastas de textil usado llega alguna bolsa con ropa de Ibiza, los pujadores se la rifan. «Se vende muy rápido y a un precio más alto que las del resto de España», apunta Joan Carles Palerm, de la Fundació Deixalles, durante la presentación de los nuevos contenedores de reciclaje de ropa de Vila para esta entidad y Cáritas. Palerm destaca que lo que llega a esas subastas es lo que aquí no se ha podido utilizar y a pesar de eso, «destaca por su calidad». El teniente de alcalde de Vila Joan Ribas asiente: «Eivissa es el punto del Estado en el que la ropa que se da tiene mayor calidad». «Es la isla del lujo, bueno, en la que hay mucho lujo, mejor dicho, y se compra y se tira mucha ropa y muy nueva», añade Ribas, que destaca que la labor que desempeñan las dos entidades con la ropa usada que se deposita en los contenedores son «diferentes».

El director de Cáritas, Joan Marí reconoce que desde que pusieron los primeros puntos de reciclaje de prendas, en 2009, son conscientes de la «preocupación» de la gente sobre dónde acabará la ropa que depositan en ellos. En el caso de Cáritas, detalla, los primeros beneficiarios son las personas sin recursos y, después, sus propias tiendas. Explica que la ropa reciclada es la base del programa de inserción laboral 'A tot Drap', que se desarrolla en la nave del polígono de Montecristo.

La que sobra, continúa, se envía a una empresa de fuera de la isla: «La idea es que no se pierda ni un hilo», indica el responsable de Cáritas, que destaca que el dinero que obtienen de la venta de esa ropa «revierte en las personas» sin recursos a las que atienden. Marí destaca también el favor que le hacen a los ayuntamientos «con toda esta ropa» que les quitan de en medio, ya que no acaba en el vertedero, lo que tiene un costre.

Sólo se recicla el 10% de ropa

«Tres veces al año el Consell de Ibiza separa lo que hay en el vertedero y hay mucha ropa. El 90% de la ropa se sigue tirando a la basura», apunta Palerm. Es decir, que a pesar del volumen que manejan, únicamente se recicla el 10% de la ropa de la que la sociedad ibicenca se deshace cada año. El portavoz de la Fundació Deixalles explica que el reciclaje del textil no sólo sirve para ayudar a las personas sin recursos sino también para el medio ambiente.

El ecologista destaca que los ingresos que obtienen de la venta de la ropa que no utilizan para los talleres les permite «incrementar mucho» su capacidad de autofinanciación y mantener programas sociales que nadie desarrollaría, especialmente «cuando llega la crisis y baja la capacidad de financiar el trabajo social por parte de las administraciones». «Mucha gente ves que dice en las redes que nos dona la ropa y que luego la vendemos. Sí, es cierto, la vendemos y gracias a eso podemos hacer el trabajo que hacemos sin chupar de los impuestos de la gente, que también es muy importante», añade.

Palerm anima a la gente a reflexionar sobre lo que significa, por ejemplo, tirar unos vaqueros que aún sirven para sustituirlos por otros nuevos: «Para fabricar unos tejanos, todos tenemos cinco o seis en el armario, se emplean entre 8.000 y 9.000 litros de agua consumida que acaban en el vertedero si los tiramos». Y aún añade otro ejemplo más: «Sólo reciclando diez camisetas de algodón, ahorramos 25 kilos de Co2, que son exactamente el CO2 que absorben 1.270 árboles tipo encina. Recuperamos toneladas y toneladas de camisetas, pues es el trabajo de millones de árboles en un año». Palerm explica que en el caso de las camisetas intentan darles un segundo uso, pero si no es posible, se utilizan para hacer trapos: «Estamos intentando poner en marcha una línea».

«Si alguien no lo quiere hacer por nosotros, que lo haga por el cambio climático», apunta Palerm. Marí está de acuerdo: «No sólo se trata de reciclar la ropa, hay que reciclar el papel, el plástico y el vidrio para tener una isla limpia y como toca».