Cuando el padre de Rosana García enfermó de cáncer, ella se sintió «tan impotente» de pensar que no podía hacer nada para ayudarle que comenzó a dar vueltas a cómo contribuir en esta dura lucha. Peluquera de profesión, buscó en Internet y descubrió la asociación Mechones solidarios, que con pelo natural donado elabora pelucas para mujeres y niñas que, al sufrir la enfermedad y someterse a tratamiento, han perdido todo su cabello. «Nosotras cortamos tanto pelo...», destaca.

La peluquera se puso en contacto con el colectivo y decidió sumarse a la iniciativa. Desde Mechones solidarios incluyeron entonces su establecimiento en la lista de «peluquerías solidarias» a las que pueden acudir aquellas personas interesadas en hacer la donación. Tras cerrar su negocio, García empezó a trabajar en otro establecimiento también en Santa Eulària, cuya responsable, Paqui Carrillo, decidió continuar con esta labor. Su peluquería es, así, la única de la isla que colabora con la asociación.

García explica que, en el año que ha pasado desde que empezó a recoger pelo, son muchas las personas que han querido donar su cabello y abre una caja casi a rebosar de trenzas que confían en llenar muy pronto por completo para poder enviarlas. O entregarlas en persona, no lo tienen claro, pues a ella y a Carrillo les gustaría acercarse hasta la sede de Mechones Solidarios, en Málaga, y conocer en persona el trabajo que desempeñan.

Cada trenza en la caja es una historia distinta. Hay personas que sin información previa han acudido a la peluquería a cortarse el cabello y que, después de que las trabajadoras les explicaran, han querido colaborar. «A la gente que me dice que se lo quiere cortar corto, yo se lo ofrezco. Y como es para esto, dicen que sí, sin problema», explica García, quien asegura que la gente es solidaria. «A lo mejor no llegan al mínimo de 20 centímetros que hay que cortar y entonces te dicen: 'Corta un poquito más'», afirma.

Donar pelo guardado

También hay quienes llaman para pedir cita porque se han enterado de esta iniciativa. «Hubo una chica que venía de vacaciones en Ibiza y como tenía tiempo vino a cortarse el pelo aquí», cuenta. Y gente que tenía cabello guardado en casa -«antes se hacía mucho, al hacer la comunión se cortaba el pelo a las niñas y se guardaba», relata- y que ha decidido donarlo.

«Ésta me la dio una señora cuya hija falleció», relata al tiempo que desenvuelve una trenza del papel en que la enrolla para identificarla. «Tiene como 20 años; se la había cortado y la tenía guardada porque su hija se la ponía cuando bailaba ball pagès. Cuando la señora se enteró de que donábamos el pelo, la trajo; me dijo que para qué la iba a tener guardada, que si podía hacer feliz a alguien...», narra la peluquera, que sostiene que si le dicen que por algún motivo ese cabello no se pude usar, lo devolverá a la mujer.

García y Carrillo aseguran que aceptan todo el pelo, ya sea cortado por ellas o en cualquier otra peluquería. «Hay gente que llama y pregunta: 'Si llevo la coleta, ¿me la cogéis?. Y decimos: '¡Claro!'», explica.

También pelo que estuviera guardado. Y que los clientes que vayan allí pueden simplemente cortarse el trozo que quieran donar [que tiene un coste de cinco euros, tal y como establece la asociación en su web] y acudir a su peluquería habitual a que les retoquen, o arreglarse también allí, en cuyo caso le cobran el servicio normal pero no esos cinco euros.

Los únicos requisitos que debe tener el cabello a donar son un mínimo de 20 centímetros de largo, que tenga todo la misma longitud y que se encuentre limpio. «Puede estar teñido, ser liso o rizado. Nos sirve todo», subrayan las peluqueras, que destacan que antes de hacer la peluca el pelo -que «no se estropea nunca, no se pudre», dice García- se somete a tratamiento. «El pelo necesita un teñido, hay que prepararlo, que tenga su brillo. Las pelucas son perfectas», destaca Carrillo.

«Cada peluca necesita de cinco a 20 donaciones y 40 horas» de trabajo, resalta Mechones Solidarios en su página web, en la que destaca que se fabrican a medida para las personas que las soliciten y en una semana están listas para ser usadas.

Cualquiera puede necesitar una

Una de las últimas trenzas que se ha hecho un hueco en la caja es la de Consuelo Corrionero. Esta médico de un centro de salud de la isla conoció la iniciativa por García y, sin dudar, decidió colaborar. «Me pareció muy buena idea. Es algo que nunca sabemos cuándo podremos necesitar», comenta Corrionero sobre las pelucas. Aunque tenía el pelo largo, tuvo que esperar unos meses para llegar a los 20 centímetros que se exigen para donar.

Con la medida necesaria, acudió a la Peluquería Paqui sin temor alguno al cambio. «Lo único que pienso es en la cara que pondrá mi hija cuando me vea con el pelo corto», afirma y agrega que le había explicado por qué se lo cortaba: «Le he dicho que hay niñas, mujeres, que no tienen pelo porque tienen algún problema o alguna dificultad y que como a nosotras nos crece, nos lo cortamos y se lo damos y así las podemos ayudar. Y le pareció muy bien», resalta.

Mientras le cortaban el pelo, Corrionero, que tiene pacientes con cáncer, explicaba que para la autoestima de las pacientes, la peluca es algo importante. «Es una forma de sentir que el día de mañana van a superar la enfermedad y van a volver a estar como antes», comenta y destaca que sobre todo es positivo «a nivel emocional».

Se refiere también al peso de la imagen en la sociedad: «Aunque va en cada persona y hay gente a la que le da igual el qué dirán, en general estamos muy influidos por cómo nos ven los demás. Y cambiar, sobre todo cuando es un tema de enfermedad, nos remueve muchísimas cosas por dentro». «Y esto no te cura, pero te ayuda a llevarlo mejor», apostilla.

El tipo de cáncer

En este sentido, Corrionero explica que la caída del pelo entre las personas que padecen un cáncer depende del tipo de tumor, ya que en función de eso el tratamiento es uno u otro. Y pone varios ejemplos: «En el de colon no [se cae], pero en el de mama, casi siempre. Y en los niños, en las leucemias». Y es que, agrega, «hay tratamientos que destruyen todas las células que se están regenerando y las que más se regeneran son de la piel, las uñas, el pelo. Por eso se caen las uñas, se queda la piel hecha un asco y se cae el pelo».

Ante esta situación, Corrionero y las peluqueras resaltan que comprar una peluca es «carísimo». «Valen 800 o mil euros», indican. «Y no todo el mundo se puede permitir ese gasto», agrega García y señala que el pelo natural es muy caro.

En el caso de Mechones solidarios, las pelucas para las niñas son gratuitas, según se indica en la web de la asociación, y para mujeres, también, a no ser que superen un umbral de ingresos determinado, en cuyo caso se entregan a un precio correspondiente a entre 20% y 40% del valor mercado, siempre dependiendo de su situación.