Después de dos días seguidos machacados por la publicidad, después de que las palabras mágicas ( black y friday) blackfridayse escucharan en dos de cada tres anuncios de la televisión, no resulta extraño que miles de ibicencos intentaran ayer saciar sus compulsiones consumistas. No es fácil aislarse de la red tejida para atrapar compradores cuando, por doquier, hay llamativos carteles que anuncian descuentos muy agresivos, tanto que, en muchos casos, no se dan ni en las rebajas.

Ayer se podían encontrar reducciones de precios en todos los ámbitos vitales: 10% en material de papelería, 5% en libros, 50% en gafas, 30% en vaqueros de una marca con más de siglo y medio de antigüedad, 20% en colonias, 15% en vinos, 25% en lencería de lujo (y 30% en la normalita, sin apenas encajes), 15% en mochilas, 40% en maletas de una de las mejores marcas, 20% en botas de montaña (y hasta el 70% en calzado de calle), 50% en utensilios del hogar y hasta 20% en bolas chinas y afrodisiacos. Como para renovar la casa de arriba abajo.

Porque el 'Black Friday' se ha extendido como una plaga a todo tipo de comercios, hasta el punto de que, en Ibiza, se pueden comprar estos días vehículos con hasta 3.000 euros de rebaja e incluso en el Mercat Nou se aplican sustanciales reducciones de precios: en concreto, una de sus carnicerías vende desde el jueves y hasta hoy chuletones con algo más de un 50% de descuento, de manera que en vez de a 33,5 euros el kilo, salen a 16,55 euros. «Ya tenemos un montón de chuletones reservados», explicaba David, el carnicero mientras atendía a una clienta. Es el primer año de funcionamiento de esta tienda, que además ejerce de distribuidor de algunos de los hoteles más lujosos de la isla. Pero dado el éxito de la oferta, quizás repitan el año que viene.

Pasteles, golosinas...

Pasteles, golosinas...

No se libran ni los pasteles ni el pan: los que hornean en una cafetería del paseo de Vara de Rey costaban ayer un 20% menos. Es el segundo año que se suman a esta jornada, explicaba Asunción, una de las dependientas: «Lo bueno es que gracias a esos descuentos sale mucho material», aseguraba. En una calle cercana, una tienda de caramelos y de golosinas llevaba desde el lunes de 'Black Friday', o de semana golosa: sus dulces cuestan un 20% menos sea martes o viernes.

El epicentro de las rebajas es, como cada año, la avenida de Bartomeu de Roselló, donde a las 9.30 horas ya había apostadas cuatro mujeres (que se miraban de reojo) a las puertas de una tienda de ropa infantil. En cuanto abrió, salieron disparadas hacia sus objetivos. Chari aprovechó que dos de ellas conversaban para, con una agilidad felina, escurrirse por el lateral derecho de la puerta. No lo hacía para conseguir una prenda a la que, de antemano, le hubiera echado el ojo, sino «por una emergencia». Su hijo, que había enfermado, estaba en el hospital y necesitaba urgentemente un pijama nuevo: «Sabía que tenía que venir a primera hora. Luego es de locos». Con la prenda en la mano marchó directa al hospital.

Por esa misma razón madrugó Noelia, a la que bastaron ocho minutos para acabar la compra: «Lo primero son los niños, por lo que decidí venir aquí antes que nada». Después, tenía previsto pasar por otras dos tiendas de sendas cadenas de ropa femenina: «Hay que ir cuanto antes porque si no es un caos. La gente se vuelve loca este día».

Batida previa

Batida previa

Solo media hora más tarde, a las 10, otras siete mujeres aguardaba impacientes a que una tienda de textiles de esa avenida iniciara una de las jornadas más extenuantes para sus dependientes, algunos ataviados con camisetas ilustradas con el porcentaje máximo de descuento. Una de ellas era Sandra, que tenía en mente el lugar concreto donde se hallaba la chaqueta de sus sueños, que tenía fichada desde hacía una semana. Un 20% de descuento merecía, a su juicio, la espera. No acababa ahí su día: luego pasaría por otras dos tiendas más... como mínimo. Yolanda, sin embargo, tenía claro que frenaría sus ansias consumistas en cuanto tuviera en sus manos la cazadora que le abdujo hace tres días, cuando hizo una batida por los principales comercios del ramo.

Pero no todas las mujeres que esperaban impacientes a que abriera esa tienda de Bartomeu de Roselló, una de las mejor situadas y más concurridas, lo hacía para comprar. Para Lucía, la de ayer era su primera jornada laboral desde que hace tres semanas aterrizó en la isla procedente de Sevilla. La contrataron como dependienta para una única jornada, la del 'Black Friday', en la que confiaba demostrar su valía para que la tuvieran en cuenta en futuras ocasiones.

Compras navideñas

Compras navideñas

Es el segundo año que Sonia, enfermera de profesión, aprovecha el 'viernes negro'. Le resulta muy práctico, pues le permite adelantar las compras de Navidad. Como otros consumidores, durante la última semana visitó numerosas tiendas hasta encontrar lo que se ajustaba a sus deseos y presupuesto. Anotaba los precios e incluso fotografiaba los objetos o prendas escogidos. Luego enviaba las imágenes por Whatsapp a su marido, Francisco, para que le diera (o no) su visto bueno.

Su presupuesto era de aproximadamente 200 euros, es decir, se ahorró unos 40 euros. Pero además de por los descuentos, a Sonia le gusta el 'Black Friday' porque así evita estresarse en Navidad, cuando afirma que, desesperada, termina adquiriendo cualquier cosa. Ayer tenía claro cuál sería su recorrido: tras pasar por una tienda de objetos de decoración del hogar (de la que salió cargada con una enorme bolsa), ideal para regalarlos en Reyes a sus familiares, se dirigió a otro local de lencería para hacerse con un par de pijamas para sus crías, así como a otro negocio cercano donde venden de todo, desde material deportivo a calzado.

En una librería cercana a la calle Aragón, las dependientas fumaban un cigarro a primeras horas de la mañana. A pesar de los descuentos hasta de un 40% en material de papelería, no había nadie dentro. Ni nadie esperaba fuera cuando abrieron una hora antes, al contrario de lo sucedido en los comercios textiles de Bartomeu Roselló, «vacíos un día antes», apuntaba una de las comerciantes.

Las cajas más flojas del año

Las cajas más flojas del año

Vicente, copropietario de una tienda deportiva, confirmaba que apenas hubo movimiento comercial hasta el jueves: «Durante esta semana, y hasta el viernes, se tienen las cajas más flojas del año. La gente deja de comprar, espera hasta el 'Black Friday'». ¿Compensan los descuentos, de 20% en textil y del 10% en zapatillas, en su caso? «No», asegura tajante Vicente. «Hay negocios que ya llevan una semana haciendo descuentos. Esos ya se han llevado a toda la clientela», indica Pilar, que atiende en ese local y que se queja de que el 'viernes negro' ya abarca toda una semana. Algunos siguen hasta el 'black sunday'.

Vicente, propietario de una tienda de bicicletas del ensanche, no sabía si pegar en el escaparate el cartel con el anuncio de esas rebajas. Para él, «'Black Friday' son todos los días del año». Como muchos otros negocios de la isla, hace descuentos a sus clientes habituales sea cual sea el día el año, siempre que se lo pueda permitir. «¿Qué hago, lo pongo o no lo pongo?», dudaba mientras enseñaba el enorme cartel.

En esas estaba también Toni, propietario de una tienda de ceras y especias de la Marina, un desierto humano en el día de ayer en comparación con el trasiego que había entre el paseo de Vara de Rey y la avenida Bartomeu de Roselló, donde a mediodía algunas aceras estaban atestadas. En la Marina, sin embargo, el silencio resultaba inquietante. «Yo hago 'Black Friday' todo el año, porque tengo productos en liquidación todos los días, no solo hoy», explicaba Toni, de cuya tienda sale un embriagador olor. ¿Y qué tal va el negocio en esta época? «Estoy aquí más por vicio que por necesidad. A veces me puedo pasar tres días sin que entre un solo cliente». Quizás, confía, vaya mejor en Navidad.