Sin catastrofismos, pero también sin pelos en la lengua, el catedrático menorquín Guillem López Casasnovas compara el desarrollo económico de Menorca y el de Ibiza desde una perspectiva histórica y con un hilo argumental contundente: allí el crecimiento sostenido y el cuidado del patrimonio les ha garantizado el futuro, mientras que aquí el porvenir es una incógnita porque se han exprimido nuestros recursos al máximo.

Este catedrático de Economía la Universitat Pompeu Fabra fue ayer junto al economista ibicenco Simón Planells el ponente de la cuarta jornada del Curs Eivissenc de Cultura 'Repensem Eivissa', que organiza el Institut d'Estudis Eivissencs.

«Afortunadamente, en Menorca los conservacionistas hemos ganado la partida y ahora nos podemos permitir el lujo de decidir en qué vamos a crecer porque aún tenemos patrimonio a disposición, mientras que los que lo trincharon tienen que ver cómo ordeñan a la vaca, que ya no sabemos si da leche desnatada o agua», señala López Casasnovas. Preservar ese patrimonio ayuda a disponer de lo que en economía se llama tasa de descuento, «cuando estás dispuesto a no ganar renta hoy para hacer posible un consumo futuro».

Y eso en Ibiza no ha ocurrido: «Aquí la vorágine ha sido tan grande que creo que os habéis olvidado que tiene que haber un consumo futuro, que hay generaciones de ibicencos que tienen sus derechos y que no van a tener las opciones que tienen algunos ahora, ni en patrimonio ni en rentas».

El economista menorquín es uno de los grandes defensores de las políticas conservacionistas que se han practicado en su isla, «a pesar de las duras presiones de muchos empresarios, y de parte de la sociedad, sobre todo en tiempos de crisis». «Ahora podemos sacar pecho, aunque sigue habiendo muchos menorquines deprimidos porque su economía crece por debajo de la ibicenca. Aunque cuando les pregunto si en realidad lo que quieren es ser como Ibiza, ellos me responden que no», cuenta.

López Casasnovas insiste en que el bienestar de la gente no lo provoca crecer a mayor ritmo, ni los valores absolutos. «Hay que mirar más allá del valor absoluto. Por ejemplo, Menorca va a crecer a un 2,7% e Ibiza, un 3,7%, pero lo que hay que ver es la renta per cápita. Hay menorquines que se quejan, pero hay que ver que aquí la renta crece más porque hay más gente que trabaja, porque ha habido un incremento grandísimo de población con todos los problemas que genera eso en el patrimonio», analiza.

«Futuro insostenible»

«Futuro insostenible»

De hecho, el catedrático, que califica de «supuesto éxito» el escalafón en el que se encuentra Ibiza considera que seguir creciendo a ese ritmo tan «fuerte» y de manera acumulativa dibuja «un futuro insostenible».

López Casasnovas señala que la comparativa entre Menorca e Ibiza hay que verla desde una perspectiva histórica, en la que se comprueba cómo dos lugares geofísicos similares han evolucionado de una manera tan dispar debido a factores endógenos que acaban marcando la evolución económica. El economista asegura que en Menorca factores como el comercio, que nació bajo bandera británica, el negocio textil, la bisutería o la industria y el campo han ido evolucionando y conviviendo con el negocio turístico; mientras que en Ibiza, «se perdió un bien muy preciado que era la salinera cuando se nacionalizó y luego los siguientes accidentes económicos vienen por contrabando o comercio y lo acaban liderando un par de familias, sobre las que gira la economía».

Finalmente, el catedrático deja una reflexión para los gestores ibicencos: «El no crecer a tasas desorbitadas y más en una isla, con unos recursos limitados, tiene todo el sentido del mundo».