Por un simple plato de gambas un guardia civil, que estaba destinado en el cuartel de Sant Antonio de Ibiza, ha sido duramente sancionado por iniciar una violenta discusión con la mujer de un teniente, ya que ambos querían comerse los crustáceos que se estaban sirviendo durante una celebración oficial.

Este incidente, que todavía se recuerda, ocurrió durante la fiesta que se organizó en el cuartel con motivo del día de Nuestra Señora del Pilar, que es la patrona de la Guardia Civil. Ese día, según detalla una sentencia que ha dictado el Tribunal Militar, se inició una fuerte discusión entre un guardia y la esposa del teniente comandante de este puesto de Sant Antoni. El motivo de la pelea es que el agente cogió unas gambas que había en un plato, que reclamaba también la mujer del teniente.

Como consecuencia de esta discusión, según se describe, el agente empezó a propinar fuertes golpes contra el mostrador donde se servían las bebidas y las comidas, al tiempo que profería fuertes gritos. Esta situación violenta obligó a la intervención inmediata del teniente, que le ordenó a su subordinado que, si no sabía comportarse, era mejor que se marchara del cuartel. Para que sus órdenes se cumplieran, el oficial cogió del hombro al guardia, para que se fuera. Sin embargo, el agente tuvo una reacción distinta. Agarró a su superior por la camisa, al tiempo que se tiró al suelo. En este movimiento arrastró en su caída al oficial. Debido a que la escena fue vista por muchos testigos, el agente les decía si habían visto que el teniente le había propinado una patada. Desde el suelo, según detalla la sentencia, también propinó una patada a la mujer del teniente, con quien había iniciado la discusión.

Denuncia en los juzgados

Esta pelea tuvo posteriores consecuencias. El agente presentó una denuncia contra el teniente, al que acusó de lesiones ante el juzgado de Ibiza. Sin embargo, la denuncia se archivó por falta de pruebas. Al producirse el conflicto en un acuartelamiento oficial la Guardia Civil inició un procedimiento interno. El ministro de Defensa, a petición del director general de la Guardia Civil, le impuso al funcionario una sanción de pérdida de destino por «la observancia de conductas gravemente contrarias a la dignidad de la Guardia Civil».

El afectado por la sanción llevó el caso a los tribunales militares, para que se anulara la orden del ministro, pero no le ha servido de nada. Es más, los jueces han confirmado su pérdida definitiva de destino, de tal forma que el agente tendrá que abandonar el cuartel de Ibiza. La sentencia recuerda que a los miembros de la Guardia Civil y de las Fuerzas Armadas «les es exigible observar una conducta moralmente correcta».

Y, además, se añade que «están obligados a comportarse con seriedad, decoro, dignidad y honor militar y con la integridad que demandan el prestigio y el buen nombre de ambas instituciones». Los jueces militares insisten también que, para dictar una sanción, la conducta de un guardia civil debe «ser grave», de tal forma que haya atentado contra «la dignidad de la Institución, afectando en lo más profundo a los valores que constituyen sus señas de identidad».