Una isla en la que la población conociera de verdad el entorno en el que vive y tuviera una capacidad de decisión mayor de la que tiene ahora, «una democracia casi radical», para poder aplicar políticas proteccionistas y conservadoras del territorio. En esta idea coincidieron el biólogo Joan Carles Palerm y el geógrafo Macià Blázquez, ponentes en la segunda jornada del Curs Eivissenc de Cultura, que se celebró ayer y que tiene como título 'Repensem Eivissa'.

«A mí me gustaría una Ibiza en la que la gente conociera de verdad el entorno en el que vive, tanto natural como cultural, que estuviese pegada a él porque gracias a ese conocimiento tendría capacidad de exigir e incluso de decidir», señaló Palerm, que considera que la educación «es fundamental» para alcanzar esta Ibiza casi utópica: «En realidad, nunca nadie nos ha enseñado a conocer nuestro entorno».

Palerm, presidente del GEN, no cree que los problemas que padece la isla en la actualidad sean consecuencia del fuerte crecimiento poblacional de los últimos años. «En los 80 éramos cuatro gatos y tampoco conocíamos ni queríamos nuestra tierra», zanjó.

Según Palerm, el problema no es sólo político, es más bien social y educacional. «Menorca tiene los mismos partidos políticos que aquí, pero aplica otro tipo de políticas; si tuviésemos esa educación y ese conocimiento del entorno las administraciones serían otras, el modelo turístico sería otro, y no hubiéramos llegado al libertinaje en el que nos encontramos», apuntó.

Palerm querría una administración «responsable que trabaje por el bien común». Esto no significa «que todo el mundo pueda alquilar una casa, sino que el precio de la vivienda sea accesible para todos».

El biólogo contó una anécdota que vivió en la isla canaria de La Palma, «hace 6 o 8 años», cuando se encontró con más de una decena de personas, «desde taxistas, camareros o trabajadores de rent a car», que sabían cuántas especies vegetales había en la isla: 904. «En aquellos años, la isla estaba centrada en un objetivo, que era ser reserva de la biosfera y la gente estaba muy concienciada en lograrlo, se hizo mucha campaña divulgativa desde la administración; aquí en Ibiza, la gente solo sabe cuántas discotecas hay y si esta o esa es la más grande de Europa», contó Palerm, que como curiosidad apuntó que en Ibiza hay doscientas especies vegetales más que en La Palma «y nadie lo sabe».

Soluciones contra el «colapso»

Soluciones contra el «colapso»Por su parte, el profesor y geógrafo Macià Blázquez habló en un tono más académico sobre la brecha metabólica (el desequilibrio entre la humanidad y el resto de la naturaleza) creada en el entorno insular a consecuencia del turismo y el problema que provoca que en Ibiza se haya pasado de 1,8 millones a 3 millones de turistas en pocos años. «La frontera turística se ha extendido a otros enclaves como el medio rural, el campo, los faros... y ha llegado a la vida cotidiana y supone una peligrosa transformación».

Para Blázquez, las soluciones para reconducir la isla pasan por un «empoderamiento local», que la gente esté «plenamente» informada de lo que ocurre y que se abra un debate público y político real. También considera que es necesario que se apliquen estrategias, como en el cambio climático, de contracción y convergencia, «que penalicen al que consume, ensucie y derroche más y dar la posibilidad de desarrollarse al que consume menos para lograr una justicia ambiental».

El geógrafo destacó en su intervención que hay que pensar en soluciones a un turismo postcapitalista, «que resuelva problemas de distribución de la riqueza». «Hay que poner límites a la propiedad privada, algo que aquí ya se ha hecho con planes territoriales o con el alquiler turístico; pero lo que está claro es que dejar de ver al turismo como una actividad de crecimiento continuo porque eso nos lleva al colapso».