Hace 2.000 años, en el siglo I dC, cuando en Palestina vivió y murió Jesús de Nazaret, en Ibiza se construía una casa rural que se sumaba a las que, desde época púnica, ya existían repartidas por toda la isla. Junto al río de Santa Eulària, en la actual finca de Can Creu (delante del restaurante Bambuda) surgió una villa, es decir, una vivienda payesa, cuyos habitantes se dedicaban a la producción de aceite y, sobre todo, vino. Eran las dos principales mercancías que salían entonces del campo ibicenco y, aparte del consumo interno, se dedicaban también a la exportación. El vino que aquí se producía se distribuía en ánforas por ciudades de todo el Mediterráneo occidental.

Las excavaciones que durante los últimos meses ha llevado a cabo el Consell de Ibiza en este yacimiento, descubierto a raíz de las obras de la carretera de Sant Joan, han arrojado luz sobre este tipo de viviendas. El jefe de Arqueología del Consell, Joan Ramon, explica que «inicialmente se pensó que estábamos ante un taller de alfarería, pero enseguida se vio que no era así, sino que se trata de una instalación agraria importante de época romana».

Que no era una casa cualquiera lo demuestra el hecho de su gran tamaño (similar a la vivienda de Cala d'Hort, de unos 900 metros cuadrados), así como también algunas estructuras encontradas en el recinto que «no son habituales». Se trata de dos plantas sótano, separadas por unos pocos metros, de las que se han conservado muros de un metro de altura. Su función exacta se desconoce, pero podían haber servido como almacenes.

También destaca una estructura circular, con pavimento hidráulico, de unos tres metros de diámetro, rodeada de pared, donde se depositaría la uva o, incluso, podría ser el lugar donde se pisara, según especulan los expertos, aunque aún no hay ninguna certeza concreta.

El resto de estructuras de la vivienda están muy deterioradas y cuesta reconocerlas, pero no sucede lo mismo con un vestigio particularmente interesante: un tramo del camino que pasaba junto a la casa y del que se han conservado cinco metros, incluido el muro de contención que tenía al lado en forma de pared payesa.

«Lo curioso del caso es que esta vivienda no tiene precedentes de utilización en época púnica, como suele suceder con todas estas villas. Toda la cerámica que se ha encontrado es del siglo I», añade el responsable del Servicio de Arqueología. Además de haberse construido ex-novo en esa época, tampoco tuvo continuidad en el futuro, pues previsiblemente sólo se utilizó durante 200 años, lo cual no es mucho. «Hay que tener en cuenta que la casa de Cala d'Hort se utilizó a lo largo de más de 1.000 años», añade.

Estas peculiaridades de la casa de Can Creu han llevado al Consell a conservar in situ el yacimiento. Las excavaciones ya han terminado y pronto será cubierto «porque no se puede dejar a la intemperie». No se mostrará todo el yacimiento, «porque continúa por debajo de la carretera», pero al menos los ibicencos del siglo XXI podrán conocer algo más de las antiguas villas del siglo I dC.