La existencia de leyes que protegen a los animales data, nada más y nada menos, que de la Antigua Roma. Hace más de dos milenios, el régimen jurídico protegía a los animales. «Estaba prohibido no alimentarlos adecuadamente. Además, una vez al año, los animales que se empleaban para trabajar en el campo eran libres. Se les bañaba, se les bendecía, se les colocaban guirnaldas... Todo para reconocer el valor que tenían», explica Francisco Capacete, abogado especialista en derecho animal, recién llegado a Eivissa para participar en las I Jornadas de Bienestar Animal organizadas por el Ayuntamiento de Sant Antoni. En esa festividad, añade, tiene su origen la tradicional bendición de animales que se realiza cada año por San Antonio.

En las jornadas, que se celebran en el centro cultural Cervantes, además de Capacete, participan Rocío Muñoz, presidenta de la asociación RqueR; Natalia Jaraba, representante de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal; Jordi Masip, representante del Col·legi Oficial de Veterinaris de les Illes Balears; Agnès Dufau, presidenta de Plataforma Gatera, y José Hernández Carrascosa, agente de la Unidad de Medio Ambiente de la Policía Local. La sesión de mañana comenzará a las cinco de la tarde y se prolongará hasta las nueve y media de la noche.

Capacete señala que en los años 60 se produjo un movimiento que llamaba la atención sobre el trato que recibían los animales de la industria ganadera y reclamaba la «liberación animal». «A partir de los años 70, empiezan a dictarse leyes para proteger a los de la ganadería y a los que se empleaban para experimentación científica y de cosmética», añade el experto. Estas primeras leyes de protección de los animales y que buscaban mejorar su bienestar no empiezan a aprobarse en España hasta los años 90, continúa Capacete, que señala que, en el caso de Balears, la Ley de Protección Animal data de 1992. «En ese momento los municipios empiezan a desarrollar normas de protección de las mascotas», indica.

El experto destaca que el momento actual es «interesante»: «Cada vez hay más conciencia de que los animales no son cosas, a pesar de que el Código Civil dice que sí lo son». En este sentido, el abogado destaca que paulatinamente aumenta el número de juristas y políticos que abogan por la creación de leyes que garanticen el bienestar animal. El conferenciante pone como ejemplo al Ayuntamiento de Sant Antoni, «preocupado por la regulación de las colonias felinas urbanas y por renovar la normativa municipal sobre bienestar animal». Capacete insiste en el poder de los ayuntamientos, ya que tienen competencias en actividades económicas, mercados, ganadería y salubridad, entre otros aspectos.

Además, destaca, también tienen la capacidad de regular la tenencia de mascotas. En este aspecto, el abogado considera importante «no olvidar que los animales son animales y no seres humanos»: «Hay que satisfacer las necesidades propias de cada animal que, además, son diferentes. Un gato tiene unas y un perro, otras. No hay que tratarlos como a humanos. Es indigno tratar a una persona como un animal y también lo es tratar a un animal como a una persona».

El experto reconoce que la polémica entre animalistas y colectivos como los taurinos o los cazadores está en estos momentos más cerca de la guerra que del conflicto y defiende que sin diálogo no se puede llegar a ningún acuerdo. «Eso tiene consecuencias negativas, ya que se retrasa la puesta en marcha de leyes de protección animal», apunta el abogado, que insiste: «Nos falta cultura del diálogo». De hecho, apunta que sin un acuerdo estas leyes se aplicarán «por imposición y no saldrá bien». Él está convencido de que se puede encontrar un punto medio entre el bienestar animal y mantener algunas tradiciones y manifestaciones culturales. «Tener animales en un zoo para que las personas disfruten no es ético y hay que entender que la caza deportiva, matar animales por divertimento, no está legitimada», concluye.