¿Qué importancia tienen las emociones a la hora de emprender un negocio?

Juegan un papel clave en la motivación. Un buen emprendedor debe tener inteligencia emocional y debe estar apasionado por lo que hace. Es muy importante la pasión por desarrollar tu talento. También es trascendental gestionar las emociones ante la adversidad, ante los posibles fracasos.

Abstenerse, pues, personas con psicología negativa.

Lo tienen difícil en todos los ámbitos de la vida. En el emprendimiento es fundamental ser optimista, ver el vaso medio lleno. Hay que saber gestionar las emociones más complicadas.

Suele alertar sobre el diálogo interno negativo, al que sugiere que se haga frente porque en una empresa puede suponer una barrera para la creatividad. Para eso lo que se necesita es un psicólogo.

O dejarse asesorar por un coach. Cuando sencillamente se necesita un acompañamiento para gestionar las emociones ante las situaciones más adversas, un entrenador o un mentor puede ser muy útil.

Ante un problema, un emprendedor puede obcecarse y creer que ese puede ser el fin de su sueño. ¿Qué le recomienda en esos casos?

Hay que cultivar lo que llamo el 'círculo de los puntos de vista', que consiste en tener más puntos de vista de la realidad, no obcecarse en uno solo. Hay que evitar el síndrome del punto negro. La vida es como un lienzo blanco en el que, cuando surge un problema, aparece un punto negro: tiene tanto poder de atracción que solo nos fijamos en él, no vemos nada más. Nos olvidamos del mar de posibilidades que hay alrededor. Hay que estar abiertos a la creatividad, porque nos abre la mente, nos hace ver las cosas desde más ángulos, y evita que nos sintamos atrapados ante los problemas que surjan.

Asegura que para innovar, a veces hay que romper algunas reglas. De qué tipo, porque suena a manual anarquista.

Hay que ser transgresor, pero sobre todo con nuestras propias reglas mentales. Cada uno tiene su manera y rutas de pensar, pero hay que saber utilizar otras. Los innovadores, los grandes creativos de la historia, han sido gente normal que pensaban de manera poco convencional. Tengo un modelo, al que llamo las rutas del ingenio, para descubrir no tanto las innovaciones de los grandes genios como su modo de pensar. Una de esas rutas consiste en pensar al revés. Hay personas que resuelven problemas o innovan pensando al revés, dando la vuelta totalmente a las cosas. Es el caso del modelo Toyota de fabricación de automóviles. En esa empresa, dieron la vuelta al modelo de la marca Ford, que fabricaba muchas unidades del mismo modelo al menor coste posible. Pero Toyota se negó a seguir ese camino porque entendía que la demanda del mercado era diferente y que cada tipo de persona necesita un tipo de coche. En vez de construir el mismo modelo, decidieron hacer unidades más pequeñas de varios modelos de autos con el fin de llegar a toda la demanda de mercado. Y ese es el modelo que se impuso.

En Ibiza hay una gran mortalidad de empresas. Muchas duran menos que un suspiro. ¿A qué cree que se debe este fenómeno?

Puede haber varios factores. A veces se debe a que no se ha estudiado suficientemente el mercado o a que no se ha sabido aguantar el tiempo inicial en el que vas encontrando tu sitio. Cuando emprendes no hay que ser rígido: hay que ser flexible, hay que estar con las antenas muy abiertas, escuchar mucho al mercado y a los clientes para dejarte guiar un poco por ellos. No hay que pretender llevar a los clientes a tu terreno, sino dejar que ellos te vayan diciendo qué es lo que necesitan. Hay que tener paciencia. Pero si más tarde ves que te has equivocado o que el modelo que pretendías no funciona, hay que admitir que por ese lado no hay que tirar e intentarlo por otro sitio.

Diferencia entre los que se refugian en el 'es que' o el 'hay que', respuestas de quienes o no resuelven o posponen las soluciones, y aquellos que optan por el 'tengo que', que a su juicio responde a la actitud del innovador proactivo. ¿Qué caso se da más?

El emprendedor supera el 'es que', la actitud de lo que denomino como turista social, que se queda en su zona de confort, bajo la sombrilla. Son los peros y las excusas para no salir de casa, para no hacer nada. El 'hay que' es la actitud del que le gustaría hacer algo pero no se termina de lanzar. Los emprendedores son, sobre todo, del 'tengo que' o del 'voy a'. Son marineros, personas que se mojan, que se arriesgan, pero ojo: hay que hacerlo con una hoja de ruta. Sabiendo hacia dónde vas.

Da charlas sobre el espíritu emprendedor, pero usted cómo es en ese ámbito. ¿Puede predicar con el ejemplo o no le ha ido bien?

Trabajé durante 16 años en un colegio. Allí tuve que ser intraemprendedor porque puse en marcha un proyecto educativo basado en el voluntariado escolar para alumnado y padres de familia. Tuve que inventarme la asignatura, las prácticas, todo. Como compaginaba el trabajo externo con el interno, llegó un momento, en 2006, en que descubrí que mi misión en ese proyecto había terminado y di el salto. Dejé un trabajo fijo, con sueldo de profesor de bachillerato, que no estaba mal, y con cinco trienios, para hacerme emprendedor. No me ha ido mal en estos años. Tengo un canal en YouTube que me da mucho trabajo y me proporciona ventas, pues tengo más de 30.000 suscriptores. Eso lo fui descubriendo dejándome liar por la gente. Subí un primer video y la gente empezó a pedirme más.