La austeridad presupuestaria que impone el Gobierno central hará que el próximo año Sant Antoni presente un presupuesto más reducido que el de 2017. Así, mientras otros ayuntamientos presentan cada ejercicio unas cuentas cada vez más altas, en una sucesión de récords, en 2018 el tripartito manejará un presupuesto de 25,2 millones de euros, unos 800.000 menos que este año, que rondan los 26 millones. A pesar de ello, después de haber saneado sus cuentas, Sant Antoni podrá disponer de siete millones para inversiones.

De esa cifra, en los presupuestos sólo figurarán 4,1 millones, porque los otros tres se sacarán del remanente presupuestario municipal, que no ha dejado de crecer en los últimos años, y corresponde a partidas de inversión no ejecutada en estos últimos ejercicios, según detalla el concejal de Hacienda de Portmany, Fran Tienda.

El responsable de las cuentas de Sant Antoni también explica que la reducción del presupuesto se debe a que le falta algo: no hay deuda. Sant Antoni ha logrado devolver este año todo lo que tenía prestado de los bancos y sacudirse de encima con cuatro años de antelación el plan de ajustes al que en principio estaban obligados hasta 2022.

El Ayuntamiento venía pagando cada año alrededor de 1,3 millones en intereses por esa deuda, pero esa partida desaparece el año que viene porque tampoco se van a pedir más créditos.

Pero ese dinero que ahora ya no hay que devolver a los bancos no se puede destinar a otra cosa sin más. Las restricciones impuestas por el Gobierno dictan que de un año a otro el presupuesto sólo se puede incrementar el 1,7% como máximo, pero al acabar con el capítulo 9 -endeudamiento financiero- los 1,3 millones de la partida de este año se descuentan, así que en lugar de un límite de 26,5 millones, el tope presupuestario para 2018 es de algo más de 25.

Sant Antoni ha vivido un crecimiento económico importante y los ingresos del Ayuntamiento se han mantenido en los últimos ejercicios. El engorde del remanente se debe a la «buena gestión» de los servicios tributarios, que han recuperado muchos de los impagados del Ayuntamiento -aún les deben seis millones-, pero también a que el dinero se acumulaba en el banco sin poder tocarlo. La principal ventaja de cancelar anticipadamente la deuda es que, de otro modo, el remanente sólo se podía dedicar a pagar préstamos.

Saneados en cinco años

En 2012, recuerda Tienda, Pepita Gutiérrez (PP) se encontró con la caja vacía y una elevada deuda que le obligó a pedir 7,5 millones al banco, el préstamo que obligó al plan de ajuste. Por aquel entonces, a Sant Antoni le debían 14 millones de euros de los que la mayoría han resultado de imposible cobro por el tiempo transcurrido.

Además, en lo que queda de 2017 se va a liquidar también la deuda con la empresa pública, Ossan. A la sociedad municipal se le venían abonando unos 360.000 euros anuales por el alquiler con opción a compra de la sede del Ayuntamiento. Tienda explica que «en las próximas semanas» se saldarán los 2,3 millones de euros que aún faltan por pagar también con cargo al remanente de tesorería.

Liquidar el pasivo con Ossan permite, a su vez, liberar ese crédito para la nueva contrata de basuras, la principal carga del capítulo 2 de las cuentas, el de gasto corriente, que supondrá cerca de 4,5 millones de un total de 11 millones de gasto corriente del Ayuntamiento.

El gasto en personal de Sant Antoni se mantendrá, con un aumento salarial del 1%. El Ayuntamiento anunciará en las próximas semanas su plan de empleo hasta 2019. Aunque tiene las manos atadas para incrementar plantilla y sólo se pueden crear nuevas plazas fijas transformando las vacantes, como se hará para incorporar a 8 policías.