Es una de las primeras piezas con las que se fundó el Museu Etnogràfic dEivissa; fue donada al Consell a principios de los 90 y el museo abrió sus puertas en 1994. Y la cedió una mujer que había dedicado las décadas anteriores a recuperar prendas tradicionales pitiusas. Es una pieza de algodón de finales del siglo XIX o principios del XX y es lo que se conoce popularmente como butifarra. Es probable que antiguamente recibiera un nombre «más elegante», pero butifarra es la denominación que recibía en la payesía y la que ha llegado hasta nuestros días, explica la historiadora Lina Sansano, responsable del museo. «En realidad, esta pieza no deja de ser una especie de corsé», añade.

Esta prenda del traje tradicional ibicenco tenía como función, gracias a la pieza inferior, de conseguir un mayor ensanchamiento de la vestimenta, de lograr cubrir y ocultar las formas bajo el vestido. De esta manera, complementaba el cometido de los refajos, otra pieza de la vestimenta de la mujer que se usaba muy almidonada para que la falda o vestido final con el que se cubría quedara bien levantado y ahuecado. En ocasiones, para potenciar tal efecto, llegaban a superponerse hasta una docena de refajos. Y ante tal exceso de prendas hay que suponer que la comodidad no era una prioridad, por lo que a diario se prescindía de la mayoría de ellas e incluso de la butifarra, que se reservaba para las ocasiones en las que se requería cierta elegancia, lo que los ibicencos llaman anar modat.

La pieza que se conserva en el museo de Can Ros, en Puig de Missa, está confeccionada en algodón y en algunas partes está hecha a mano mientras en otras se ha empleado una máquina de coser; tradicionalmente, era más habitual la simple confección a mano. Y no es la única prenda que puede contemplarse en el museo, que, en su exposición permanente, cuenta con una bien surtida sección sobre la indumentaria tradicional ibicenca, tanto masculina como femenina, incluyendo el calzado y también las joyas con las que se complementaban los conjuntos.

El Museu Etnogràfic d´Eivissa está instalado en una casa payesa de más de 300 años de antigüedad y en él, además de las exposiciones temporales con las que se pretende dar vida al centro, se pueden conocer diversos aspectos de la vida rural ibicenca. Además de la sección dedicada a la indumentaria tradicional, en sus habitaciones pueden conocerse las herramientas y utensilios de una antigua cocina payesa, herramientas de labranza y la forma en la que se elaboraban vino y aceite (el museo ha conservado la almazara de Can Ros). Fue inaugurado el primer domingo de mayo de 1994 y sus fondos, nutridos de múltiples cesiones de particulares, se han multiplicado a lo largo de los años, lo que hace imposible exponer todas las piezas existentes pero permite llevar a cabo exposiciones temporales con las que el museo se revitaliza.