Las reservas hídricas de Ibiza se hallaban al acabar el mes de septiembre al 53% de su capacidad, un punto más que un mes antes y 20 puntos más que en 2016, cuando la situación era dramática. No obstante, la sequía que se arrastra desde agosto, cuando una tromba recargó los acuíferos, preocupa entre los agricultores, que confían en que la meteorología vuelva próximamente por sus fueros y las lluvias otoñales empapen de nuevo sus tierras.

Hay que remontarse al año 2009 para encontrar un septiembre en el que las reservas estuvieran más cargadas: entonces lo estaban al 58%, tras un par de años seguidos al 50% y al 46%. Las tormentas de los pasados meses de diciembre y enero fueron determinantes para que el agua llenara, de nuevo, los vacíos acuíferos ibicencos y alcanzasen porcentajes que ya no se recordaban: del 76% y del 85%, respectivamente. Aún hay brolls que manan e incluso por algunos torrentes corren todavía hilillos de agua.

La masa subterránea del Pla de Sant Antoni continúa al 78%, mientras que la de Sant Agustí ha bajado del 47% de agosto al 40% de septiembre. Eso sí, ahora está 20 puntos porcentuales por encima de como estaba hace justo un año. Igual sucede en Cala Llonga: en septiembre de 2016 se encontraba al 25%, mientras que ahora está al 45%, incluso nueve puntos más que en agosto.

El cambio experimentado en Roca Llisa es espectacular: cuando se midió allí su acuífero hace 12 meses, estaba al 18%, casi exhausto, mientras que su estado actual, al 42%, es notablemente mejor. La zona de es Canar ha pasado del 35% de 2016 al 54% presente, y la de Jesús, del 38% al 59%, cuatro puntos más que en agosto.

El dato de Formentera es solo «estimado», es decir, poco fiable: se halla al 55%, 10 puntos más que en 2016. Menorca registró un 53%, tres puntos más que en agosto y cuatro más que un año antes. En Mallorca, las reservas están al 56%, casi sin variación respecto a agosto y 17 puntos más que 12 meses antes.

Joan Marí Guasch, presidente de la Cooperativa Agroeivissa, explicó que los agricultores no están teniendo problemas para regar, al contrario que en el otoño de 2016, cuando la capa freática descendió abruptamente e incluso se temía que algunos pozos se salinizaran. Agosto, además, «rellenó» las reservas: «Ahora habrá que ver qué pasa. Hay agua para aguantar, pero si no caen las típicas lluvias otoñales, quizás pasemos malos ratos», señala Marí. El agricultor explica que en esta época «los riegos se espacian más», al no ser un periodo tan cálido como la estival, a lo que se suma los cierres de los hoteles, de manera que se deja de chupar los recursos vitales de los acuíferos.

La esperanza de Joan Marí es que «de una vez concluyan las obras de las infraestructuras pendientes y puedan entrar en servicio de cara al próximo verano», dijo ayer en referencia a la desaladora de Santa Eulària y el cinturón de la interconexión de las potabilizadoras.

Jordi Serra, agricultor y portavoz de SOS H2O, cree que es el momento de dar «un impulso» tanto a las infraestructuras pendientes como a medidas para evitar que se tiren al mar, por los emisarios, más de 13 hectómetros cúbicos al año, según cálculos de hace un lustro. También insta a los consistorios a que publiquen los rendimientos de sus redes: «Su oscurantismo nos desconcierta», denunció.