Una creciente oferta de plazas de cinco estrellas, el resurgimiento de países competidores como Grecia, Croacia y Túnez, unos precios disparados (y a veces disparatados) y una competencia ilegal que no para de crecer (y que actúa impunemente) han hecho mella este año en las cuentas de resultados de los establecimientos de lujo pitiusos. En plena temporada, salvaron julio y agosto a base de ofertas. «Este año han bajado los ingresos porque hay un proceso de canibalización entre los alojamientos de lujo.La oferta está creciendo muy rápido. Al final se está viendo que no hay tantos clientes de cinco estrellas para todos como algunos creían», explica al respecto el responsable de una cadena pitiusa, que prefiere mantener el anonimato. Este empresario alerta de la existencia de «una burbuja del lujo» que, no obstante, seguirá creciendo los próximos años porque hay fondos de inversión que no saben qué hacer con tanto dinero barato «y creen que Ibiza es la Meca: piensan que aquí funciona todo. De aquí a cinco años nos daremos cuenta de que esto no es así. Vienen curvas».

Habitaciones que normalmente se vendían por 400 euros, en agosto se ofertaban a la mitad. «Ha habido ofertas de última hora, principalmente en julio y agosto. Es algo que no nos gusta mucho porque nos deja sin margen de maniobra», admiten desde Palladium Hotel Group, que cuenta con importantes establecimientos de lujo a lo largo de Platja d'en Bossa. «Este año -comentan desde esa cadena- hemos percibido un desplazamiento de la demanda. El arranque de temporada fue muy positivo y el final lo está siendo también. Mayo respondió mejor de lo esperado. Junio y septiembre tuvieron una ocupación excelente mientras que bajaron las cifras en julio y agosto, lo que propició las ofertas de última hora».

Ese desplazamiento de la demanda es consecuencia de la recuperación de «los países competidores» mediterráneos, que han provocado que en julio y agosto disminuyera la ocupación «un 2% y un 3%, respectivamente».

«La venta 'on line' ha fallado»

Los hoteles de cinco estrellas -explica un hotelero -que prefiere que no aparezca su identidad- «no suelen tener ocupaciones muy altas, pero sí a precios altos. Un hotel de lujo defiende su precio. Pero este año, para mantener unas ocupaciones mínimamente decentes o correctas, se vieron obligados a hacer más ofertas y ser más flexibles en precios. Hicieron todo tipo de estrategias comerciales, pues en general es una oferta muy dependiente del on line. Y la venta on line falló este año, fue más lenta».

Raúl Sierra, director del Ibiza Gran Hotel, reconoce que «ha sido una temporada atípica por las subidas y bajadas de las reservas», aunque su balance final «ha sido bueno». En vez de tarifas inferiores, recurrieron a otra táctica: «En el lujo no funcionamos con ofertas. Nosotros lo hacemos con valores añadidos». Dan más al mismo precio: a la habitación incorporan 'detalles' para ganarse al turista. «Sí hemos notado -admite Sierra- que hay más camas de cinco estrellas en la isla. Nuestro tipo de cliente se ha segmentado un poco más. Entre los hoteles de cinco estrellas hay diferentes gamas. Los hay que han ofrecido habitaciones a 140 euros mientras otros, como nosotros, que tenemos ese precio multiplicado por cinco o seis, dieron muchos valores añadidos».

«Es difícil competir con ilegales»

En Palladium Hotel Group también «preocupa la oferta no reglada» de alquileres: «Hay un problema con la competencia desleal. No se corresponden las cifras de llegada de pasajeros al aeropuerto con las de los alojamientos legales, hay muchos apartamentos, villas y habitaciones que sin ser turísticos se venden como tal. Es difícil competir con ese tipo de oferta no fiscalizada, que no paga ecotasa y que no está reglada».

Incluso perjudica a alojamientos como el Ibiza Gran Hotel: «Uno de los factores que suponen una amenaza es la oferta alegal, que cada día va a más. Presuntamente se tiene que arreglar. A nosotros nos afecta todo lo que sean villas».

En el lujoso hotel rural Can Lluc, del que es propietario Lucas Prats, gerente de Fomento de Turismo, también notan los efectos de esa competencia desleal: «Hemos sufrido una bajada importante, del 15 al 20% respecto al año pasado. Lo peor es que ya en 2016 bajamos el 10% en una temporada teóricamente buena», explica Prats.

La del 2018, avisan los hoteleros, no será sencilla: Cataluña, la recuperación de Túnez y Grecia, el Brexit y la correspondiente caída de la libra, la proliferación de alojamientos ilegales, les preocupa. Lo dicho: vienen curvas.