«Lala es infalible», exclamó ayer Ángel Luna, uno de los dos policías referentes de Sant Antoni, mientras la perra buscaba rastros de marihuana por todo el patio del instituto Quartó de Portmany. Ocultas junto a una portería y una papelera, el otro agente, Juan Manuel Fernández, había colocado dos bolsitas de este estupefaciente y ante los asombrados ojos de los alumnos de primero de Secundaria del centro, Lala los detectó rápidamente, llevándose una gran ovación de los adolescentes. «Ella está muy contenta de que le aplaudáis», les dijo el policía que acompaña siempre a Lala, Carlos Grivé, mientras daba su juguete a la perra como recompensa por el hallazgo.

La unidad canina de la Policía Local de Sant Antoni visitó ayer el instituto en una actividad que persigue prevenir el consumo de estas sustancias entre los adolescentes y servir de primera aproximación al Plan Municipal sobre Drogas, en el marco del cual se realizarán varias actividades en los centros.

«Queremos que sepan que tenemos herramientas para trabajar contra el consumo [de estupefacientes]», explicó Luna. Y no sólo eso, sino que también les advirtieron de que la posesión de las mismas tiene consecuencias, empezando por las económicas, que van desde los 600 euros en la primera denuncia hasta los 10.000.

Para esa denuncia no es necesario llevar una gran cantidad de droga, les aseguró Luna. «A alguien que fuma un porro o está en posesión de él ya procedemos a denunciarle», les aseguró.

Acto de prevención

Acto de prevención

Y con el objetivo de prevenir la ingesta de estas sustancias en los centros educativos -donde, según el policía, «se dan algunos casos»-, les avisó de que aunque la de ayer fue como «una presentación» para que conocieran su trabajo, en adelante podrán presentarse en el instituto sin avisar y con Lala para ver si detecta algo. «No para hacer una redada, pero sí como acto de prevención», subrayó el agente a este periódico.

A pesar de las advertencias y de lo seria que era la breve información que les facilitó Luna, la gran protagonista de la actividad fue la perra Lala, que hizo varia demostraciones, primero para los alumnos de primero y después para los de segundo, tercero y cuarto de Secundaria.

«Desde pequeños les enseñan a jugar. Juegan con su premio que es el mordedor por el que está obsesionada», les contó Grivé a los chavales, al tiempo que puntualizó que para ella esto «no es un trabajo, no se la obliga, es un juego» y que en ningún caso se le dan estupefacientes a probar para que puedan detectarlos.

Los policías pusieron a Lala a prueba en varias ocasiones. Primero escondieron un poco de marihuana en un bolso, se lo dieron a una voluntaria y esta se detuvo en un punto del patio conversando con uno de los agentes. La perra empezó a olfatear hasta que dio con la sustancia y se sentó junto a la persona que llevaba el bolso indicando con el hocico donde estaba la marihuana. También ocultaron la droga en la portería y un contenedor y, de nuevo, Lala no falló.