El Hospital Can Misses es dog friendly, es decir, amigo de los perros, según reza la placa que ayer a mediodía inauguró la consellera balear de Salud, Patricia Gómez, en una visita veloz cual centella. Bueno, veloz cual can persiguiendo cualquier otro animal en movimiento. La consellera venía para ¿presentar? ¿ver? ¿conocer? el dogspital, el espacio que, desde hace unas semanas, permite a los pacientes ingresados en el hospital que puedan reencontrarse con sus añoradas mascotas. Una iniciativa «pionera» en España y un «ejemplo» que ya se están planteando imitar otros hospitales, según aseguró la consellera, que no escatimó en cucamonas con los cuatro perros que llevaron para la foto integrantes del club Agility Eivissa, cuyo educador, Toni Torres, se encarga de comprobar que las mascotas de los pacientes están preparadas para entrar en el hospital.

De hecho, la consellera explicó que los entrenadores caninos están dispuestos a prestar su apoyo a los centros que quieran poner en marcha esta iniciativa. Si lo necesitan. De momento, el espacio, ubicado en la entrada del hospital, ha acogido ya tres encuentr0s. Todos ellos de José, un paciente que lleva tiempo ingresado, con León, el yorkshire de siete años con el que, antes de ingresar en el hospital, pasaba prácticamente las 24 horas, según explicó su hija, Vanessa.

Ayer, los atletas canino de Agility Eivissa le dieron también buen uso. Allí, con los pañuelos blancos que indican que están autorizados para entrar en el hospital, aguardaron, pacientes, la hora de retraso con la que, por culpa del tráfico aéreo, llegaron Patricia Gómez y el director del Servei Balear de Salut, Juli Fuster. La dirección del hospital aprovechó el imprevisto para celebrar una reunión que tenían prevista para una hora más tarde.

«Los perros son bienvenidos»

«Los perros son bienvenidos»

El personal de la Unidad de Seguridad del Paciente (USP), impulsora de la iniciativa, explicó todo lo rápido que pudo a los políticos en qué consiste 'Dogspital'. Entre explicación y explicación, Gómez y Fuster intentaban cambiar el vuelo de regreso a Mallorca, a ver si les daba tiempo de hacer algo más que asistir a la presentación de la placa que, desde ayer, preside la entrada al edificio principal. « L'hospital Can Misses és dog friendly. Els cans són benvinguts», se lee en la lámina que, a pesar del retraso, no estaba aún colocada cuando llegó el momento de la inauguración.

Todos, políticos, personal del hospital, perros y sus dueños, salieron a la puerta mientras un operario del hospital, subido a una escalera, comenzaba a atornillar las cuatro esquinas de la placa. Decenas de ojos puestos en él. Cuando acabó, comprobó que no estuviera torcida, recogió los bártulos, bajó de la escalera, la cerró y se dispuso a irse. Y justo en ese momento, mientras el operario, Cristian, se marchaba, todos los asistentes empezaron a aplaudir. Una escena curiosa. Cargos públicos aplaudiendo al trabajador que cuelga la placa en vez de a los políticos que acaban de descorrer la cortinilla que la cubre.

Con las prisas, apenas siete minutos dedicó la consellera a atender a los medios. Bastante menos de lo que había dedicado a los perretes, auténticas estrellas del evento. No anunció nada nuevo. Respondió con evasivas («estamos valorando», «estamos estudiando») a las preguntas sobre el aparcamiento y la falta de servicios de Hemodinámica y Neurocirugía en la sanidad pública de Ibiza. Se hizo fotos con los animales. Sujetó la correa de alguno de ellos. Agradeció la ayuda de las empresas y colaboradores que han hecho que el Dogspital tenga «coste cero». Y se hizo más fotos.