Los trabajadores de Prosegur en huelga se mostraban ayer optimistas en su tercera jornada de protesta, aunque la situación en el aeropuerto distaba de «petar» y de llegar al «colapso», tal y como aventuró el secretario de la Federación de Construcción y Servicios de Comisiones Obreras (CCOO) en Balears, Miguel Pardo. El momento de mayor concentración de pasajeros en el control de seguridad se produjo entre las ocho y las once de la mañana, aunque, según la dependienta de la librería News & Books, las colas «no eran las del sábado», el día de mayor programación de vuelos en lo que va de año. El personal de handling y de oficinas de ventas confirmaba que el día se desarrollaba con la intensidad habitual de estas fechas, pero sin colapsos.

Los huelguistas reiteraban ayer que hoy presentarán sendas denuncias contra Prosegur ante Inspección Laboral y Delegación del Gobierno por «jornadas irregulares de 12 horas», así como para que se investigue si han existido contrataciones una vez convocada la huelga y si se han producido situaciones de falta de seguridad en el aeropuerto por la falta de vigilantes.

«Desconocimiento»

La seguridad en la terminal es el principal campo de batalla de los manifestantes: «Hay mucho desconocimiento, la gente piensa que hacemos esta huelga por 200 euros», lamenta Jesús Roales, miembro del comité de empresa, refiriéndose al plus que cobran los trabajadores eventuales (unos 60 en total) y no los 89 indefinidos y fijos discontinuos que secundan la huelga.

«Los 200 euros son una de nuestras peticiones, pero el tema principal es que aquí hemos venido sufriendo problemas de logística desde que ha entrado Prosegur: hay vigilantes que a día de hoy no han recibido los grilletes, otros con un solo pantalón o dos camisetas de trabajo». «Y compañeros a los que se les debe 2.800 euros por atrasos», apostilla Ana López, la presidenta del comité. López también replica que «el control de seguridad va más rápido porque la gente eventual, sin formación, está bastante laxa en los filtros».

Mientras relatan sus reivindicaciones en las mesas de protesta, otros vigilantes empiezan a cortar una pata de jamón. «Nos lo han regalado unos pasajeros de Madrid», recuerdan. La parada que han montado en la entrada del aeropuerto se ha convertido en su segunda casa estos días. Aquí, la veintena de personas a las que los servicios mínimos al 90% permiten estar de huelga, se concentran «antes o después de cada turno».

Guardia Civil

«Estamos echando un pulso como podemos, pero nos están restringiendo y coartando, apenas nos dejan mover», sólo en el exterior de la terminal «entre las puertas de salidas y las de llegadas», critican Luciana y Ana María. Se refieren a la Guardia Civil.

Un agente ya les advirtió el primer día que serían denunciados si volvían a manifestarse dentro del aeropuerto. «Hoy han venido a llamarnos la atención para avisarnos que nos harían soplar si volvían a vernos con cervezas, sólo porque ayer un pasajero nos regaló cuatro latas para 30 personas que éramos», asegura Ana López. «Ahora hay todo el rato una patrulla de entre tres y cuatro guardias que han traído de fuera del aeropuerto sólo para controlarnos, cuando en cuatro años no he visto tantos para los taxis 'pirata'», apostilla Roales.

La actual presencia de la Benemérita también llama la atención de una agente de ventas, que aprovecha para recordar un episodio de la semana pasada: «A un pasajero árabe no se le dejó embarcar en un vuelo a Bruselas porque iba borracho; entonces bajó a comprar otro billete, pero no se lo dimos y empezó a gritar que se iba a poner un chaleco e íbamos a explotar todos. Llamamos a los guardias y tardaron diez minutos en venir, cuando el hombre ya se había ido. En cambio, hoy se les ve todo el rato», explicó..