César Jerez comenzó en el negocio turístico hace más de 45 años y, en la actualidad, compagina su cargo como presidente de la Asociación de Concesionarios de Playas de la Pimeef con la propiedad que regenta en s´Argamassa.

A sus 65 años de edad no piensa en la retirada y defiende al empresario de toda la vida frente al intrusismo de los extranjeros que llegan a las pujas con maletas cargadas de dinero.

Espera que vuelva el turismo familiar, mientras adapta sus servicios al nuevo turista, el de Europa Central, que requiere productos de lujo.

La economía de Ibiza se está recuperando de la crisis, ¿cómo ve ahora el turismo?

La isla de Ibiza está batiendo récords. Lo veo muy bien, lo que pasa es que en mi zona, en s´Argamassa, ha cambiado el tipo de turista. Antes era más familiar, venía más gente joven y niños y estaba muy bien. Ahora es todo gente más rica, con un potencial económico más alto, pero no es realmente lo que la zona requiere y nos gustaba más cómo estaba antes. La temporada de verano empezó muy bien, el mes de mayo fue el mejor de la historia.

Ahora notamos un bajón en la actividad, pero el diez o doce de este mes ya estará otra vez a tope, como cada año.

¿En qué medida cambia el modelo de negocio?

Habrá que cambiar nuestra forma de vender y nuestros productos de alguna manera. Habrá que poner los precios más caros para adaptarnos a este tipo de cliente. Nosotros estábamos en el nivel medio, que era bueno para todos.

¿Cómo han ido las nuevas concesiones de hamacas?

Muy bien. Hemos reducido algunas hamacas, que también es verdad que sobraban. No obstante, pedimos también más hamacas en sitios donde hacen falta, pero no nos las dan. Donde quitaron, realmente es que sobraban.

¿Qué peligros tiene para los concesionarios de la isla que participe gente de fuera en las pujas por los lotes de los ayuntamientos?

Un peligro horrible porque nosotros somos humildes, nos conformamos con lo que hemos tenido hasta ahora y hemos cuidado muy bien a nuestro turista. Siempre hemos intentado mantener la playa limpia, el material en condiciones y no pensamos nunca en subir los precios porque siempre los ayuntamientos nos apoyaban.

Lo que pasa ahora es que van todos al concurso público, que esto es ley y hay que hacerlo así, pero viene gente de fuera con maletas llenas de dinero, cosa que nosotros no tenemos, y muchas de las concesiones importantes de la isla se las llevan ellos.

Entonces, en el reparto de concesiones prima lo económico.

Sí, en parte. En el municipio de Sant Josep prima lo económico por lo que pasó en la última subasta que hubo. En Santa Eulària el criterio no es 100% económico, simplemente es un 35%, el resto [de la valoración de las ofertas] es por otros motivos como calidad la o mantenimiento del material que presedntas. En este caso se ha hecho legalmente, como tiene que ser.

¿Es efectiva la puja a mano alzada?

No, porque al final el que sufre es el consumidor. Si un concesionario ofrece una cantidad desorbitada de dinero porque no sabe lo que hace, para recuperar ese dinero tiene que cobrarlo al cliente y al final el perjudicado es el turismo.

Año tras año, las concesiones de playa van acompañadas de mucha polémica, ¿a qué se debe?

La polémica existe porque la ley permite que todo el mundo tenga los mismos derechos. Anteriormente se respetaba al concesionario porque cuidábamos de las playas. Ahora vienen los de fuera de la isla y, primeramente, cobran mucho al turista porque han pagado mucho por la concesión y tienen que recuperar el dinero como sea y, aparte, pone empleados y encima mal pagados. Nosotros queremos limpia la playa, pero un empleado no se preocupa de esto. Ni de un trozo de papel, ni de un plástico, ni de una colilla de cigarrillo. Hay hamacas que son propias de país tercermundista. En las playas del municipio de Santa Eulària es todo calidad, son todo hamacas de último modelo.

¿Se benefician de eso los ayuntamientos?

Y tanto que se benefician. No todos los ayuntamientos, también hay que decirlo. El de Sant Josep se ha beneficiado mucho, dudo que lo vuelva a hacer.

Se están vigilando los fondeos de los yates para que no dañen las praderas de posidonia.

En s´Argamassa hay bancos de posidonia y aquí no va a faltar nunca. En Formentera puede que hagan más daño que aquí. Por cada yate que viene aquí, van mil a Formentera. También hay fondos más arenosos y se procura tirar el hierro en un banco de arena, pero cuando hay tanto yate al final acabas tirando el ancla encima de la posidonia.

Han intentado poner boyas ecológicas, pero no ha funcionado porque requiere un funcionamiento, un personal importante y llevar un control.

La plataforma Prou! denuncia que la delimitación de las zonas de las concesiones es incorrecta. ¿Se respeta?

Sí, se respeta. La concesionaria de la playa tiene unas zonas para hamacas y están delimitadas por metros cuadrados, donde se ponen los elementos que tiene adjudicados. No se pasan y ponen las que tiene adjudicadas en los lotes. Entre lote y lote hay un espacio donde el que no quiere hamaca puede poner su toalla o traer su silla de casa. Lo que pasa es que hay sitios muy emblemáticos que tienen mucho nombre y hay bastante aglomeración de gente, pero es porque se lo han montado muy bien. ¿Por qué tienen que ir allí? Hay un montón de calas pequeñas que están desiertas, donde no hay nada, ¿por qué no van allí?

¿Existe la privatización de playas?

No hay ninguna privada, son todas públicas y cada playa tiene sus zonas públicas, sin adjudicación a ningún concesionario. Lo que pasa es que se llenan porque está el Malibú o el CBbC y lo hacen muy bien porque son unos cracks, pero en la isla hay calas guapísimas y tranquilas en las que no hay nadie. Los usuarios tendrían que pensar en ir allí.

¿Hay que poner límites al turismo?

No hay que poner límites a ningún turista, hay que poner límites al que se porta mal. Si hay un tipo de turismo que viene a hacer daño, a este hay que pararle los pies.

Los vecinos se quejan del ruido que provocan los ´beach clubs´.

Sí, se pasan mucho. Con este modelo tampoco estoy muy de acuerdo. Esto de tanto dj y tanta música no es positivo, no solamente es incómodo para el consumidor de beach club. El consumidor de playa que no sea de beach club también se está tragando todo el ruido.

¿Y qué problemas provoca esto a los pequeños empresarios de las islas con negocios en las playas?

El clásico chiringuito de toda la vida no es tan popular como los famosos beach clubs. Un quiosco de toda la vida, que prepara un buen pescado, todo limpio y fresco y no tiene nada de música no hace nada.

¿Qué modelo le parece que sería el idóneo?

El familiar, de él vivíamos todos. Ahora del turismo solo viven las discotecas. Es verdad que Ibiza está de moda, vive un momento espectacular. Hagamos las cosas bien, demos mejores servicios al turista. Hay que acabar con esta gente que viene a hacer la temporada a base de vender estupefacientes.