Sin miedo ni ansiedad. Con algunos nervios, eso sí, pero bastante tranquilo. Así cruzó ayer por la tarde León, un yorkshire de siete años, la puerta del Hospital Can Misses. «¡Perfecto!», apuntaba Toni Torres, educador canino del Club Agility Ibiza, tendiéndole a Vanessa Díaz, dueña del animal, el pañuelo blanco con el que estarán identificados todos los perros que, a partir de ahora, entren en el centro sanitario, que acaba de poner en marcha la iniciativa 'Dogspital', que permitirá a los pacientes ingresados recibir la visita de sus mascotas.

León ha sido el primero. Su dueño, José Díaz, lleva ya más de veinte días ingresado en la planta de Traumatología. Un ingreso que «va para largo», según señala su familia. Todos los días, cuando van a verle, lo primero por lo que pregunta es por su perro, con el que pasaba «24 horas al día».

La familia de José es la primera que ha solicitado estas visitas perrunas, una iniciativa de la Unidad de Seguridad del Paciente (USP). Han seguido todos los pasos (chequeo veterinario, vacunas al día, higiene y desparasitación), afirmó Jordi Massip, del Colegio de Veterinarios de Balears, y ayer por la tarde sólo faltaba que el educador canino, tras una sencilla evaluación en el propio hospital, certificara que León podía visitar a su dueño.

El ansiado encuentro se celebrará, seguramente, «a lo largo de la próxima semana», según señaló Amparo Gimeno, enfermera de la USP, poco antes de que Torres estampara el último sello en el pasaporte expedido a León por el Área de Salud de Ibiza y Formentera.

Y eso que el educador no las tenía todas consigo antes de ver al yorkshire. «Me han dicho que algunas cosas le asustan», comentaba. Pero no. León no se asustó de nada. Ni del suelo brillante de la entrada del hospital ni de las puertas automáticas ni de las vueltas que, a su alrededor, dio Torres con una silla de ruedas. León ni se inmutó cuando el educador dio un gran golpe con la clara intención de comprobar si se espantaba. Como si no hubiera escuchado nada.

Con la misma naturalidad entró, acompañado de Vanessa, en la sala habilitada para los encuentros. Ella se sentó en una de las butacas y León, tras echar un vistazo a las camas, los comederos y los juguetes, se echó a sus pies. El animal permaneció impasible, incluso, a los flashes de las cámaras y el revuelo de medios organizado a su alrededor. Como si no estuvieran. «No podría haber ido mejor», sentenció Toni Torres, mucho más tranquilo que una hora antes, cuando esperaba a León frente al 'Dogspital'.