No solo ha sido uno de los principales centros del turismo familiar de Ibiza, sino que en internet todavía abundan las páginas de promoción donde se destaca Portinatx como destino especializado en las vacaciones junto a los hijos. Pero los niños van camino de extinguirse en estas playas: el modelo adults only ha conquistado este año la zona y, de sus grandes hoteles abiertos, solo uno mantiene la clientela familiar.

En el sector se conoce esta clientela como Dinkis, acrónimo de double-income no kids (sueldo doble sin niños). Su expansión se debe a su rentabilidad y funcionalidad. «Una familia busca controlar su cartera, por eso el todo incluido les sirve para calcular todos los números antes de las vacaciones; en cambio, la gente que opta por establecimientos exclusivos para adultos gasta más al venir sin niños y poder salir libremente», explica el presidente de la Federación Hotelera, Juanjo Riera.

Los hoteles destinados a los niños también necesitan mayor gasto debido al personal para animación infantil o el material para instalaciones lúdicas, «como muchas diversiones acuáticas, además de un buffet especial», recuerda Riera. Es el caso del Hotel Presidente, el único de Portinatx donde la piscina destaca por el bullicio infantil. En una de sus 270 habitaciones se alojan Alejandro y Teresa, en su primera visita a Ibiza junto a su pequeña Manuela. Acaban de conocer que hay sitios donde se veta pernoctar con niños.

«¿Pero por qué no? En Málaga también tenemos muchas zonas turísticas y esto no existe», se incomoda Alejandro. Más comprensible es Angela, de Belfast, que se dirige con tres nietos a la playa mientras sus hijos y nueras se relajan en la piscina. «Hace unos años yo hubiera elegido sitios adults only, pero ahora no podemos porque vamos con los nietos». Angela quiso reservar habitaciones en el Hotel Greco (246 euros habitación doble con desayuno) y así revivir su anterior viaje, en 1984, pero este año también ha pasado a ser territorio vetado a menores.

La clientela del ahora llamado Sandos El Greco y las toallas amarillas que les presta el hotel ocupan todas las hamacas del costado oriental de s'Arenal Gros, a un precio de siete euros el día más otros siete por parasol. Aquí les atiende Marisol: «Este año no se oye nada, hay una tranquilidad absoluta, salvo los domingos, cuando se llena de gente española con neveras».

Un pequeño pasillo libre de hamacas separa la zona de Marisol de la de su compañera Carmen, a levante, bajo la carretera que se dirige al puerto de Portinatx, donde se concentran los apartamentos que todavía alquilan las familias. «Es muy curioso, porque parecen dos playas distintas: en esta parte sí se ven niños, pero no hay la actividad y el movimiento que había antes con tantos pequeños», advierte.

«En el Sandos, en junio, una semana de estancia con todo incluido ha pasado a costar 1.600 euros, cuando el año pasado valía 1.100», explica un trabajador de la zona, que prefiere mantener el anonimato porque su familia tiene negocios y él muestra sentimientos encontrados con la irrupción del turismo para adultos. «Muchos souvenirs se han visto perjudicados porque ya no venden diversiones para la playa», lamenta, «pero ahora hay muchas más excursiones en barco y los rent a car o los taxis trabajan mucho más, porque la gente se va a conocer el resto de la isla y no se queda aquí todas las vacaciones», explica.

Resulta curioso el cambio de opinión experimentado por María en el Supermercado Bahía, en el paseo que une s'Arenal Gros con el Petit. Ella se mostró muy optimista al conocer el aumento de categoría de los hoteles y su apuesta solo para adultos, pero resulta que ha perdido clientela: «Los sitios de todo incluido tenían un bufé tan malo que mucha gente venía a comprarme comida si no querían pasar hambre».

Uno de los hoteles que, sin llegar a cuatro estrellas, mejor se ha posicionado en la web booking.com es el Portinatx Beach Club Hotel, que recibe ocho puntos como «ideal para hospedarse en pareja» en alguna de sus 246 habitaciones. También destaca que, tras su reforma del año pasado, en su oferta bares, soláriums y chill out donde relajarse sin niños cerca.

Sin juegos en la playa

Quien realmente echa de menos a las familias es Vicente Quiles en su puesto de actividades acuáticas, donde empezó a trabajar hace 30 años, a los 16. «Antes estaba todo el día llevando niños en el donut o la banana, ahora está todo parado». Un matrimonio inglés con su hijo de 13 años, hospedados en los Apartamentos Granada, rompe la tranquilidad de Vicente para salir con una de sus atracciones. La mujer, Sonia, de South Yorkshire, recuerda indignada cómo anoche no les dejaron entrar a comprar un refresco al Hotel Sensimar, reconvertido en un cuatro estrellas sin niños (ahora mismo, 246 euros habitación doble con desayuno, 277 con media pensión).

Pero las impresiones cambian radicalmente cerca de la playa del puerto de Portinax, donde Marce regenta el souvenir-boutique Del Sol, un lugar de paso al nuevo cuatro estrellas adults only abierto por Barceló. «Ahora vendemos vestidos y gastan mucho más que cuando eran todos turistas con pulseritas, que ni compraban helados a los niños porque los tenían gratis en el hotel». Se da la casualidad de que Marce, granadina afincada en Portinatx desde 1983, fue gobernanta del antiguo Holitel, el establecimiento reconvertido por Barceló. «Entonces, el hotel necesitaba una buena reforma como la de ahora», recuerda Marce.

También trabajó en hoteles el italiano Luiggi, aunque a principios de los noventa. Ahora vuelve cada verano a la isla con su mujer y su cuñado de Albacete a disfrutar de su apartamento junto a s'Arenal. «Esto es muy cruel, me cuesta asimilar que exista gente que pida que no haya niños en un sitio». Luiggi recuerda que disfrutó mucho de su trabajo cuando fue responsable de actividades infantiles en el hotel Es Figueral.

Una impresión que comparte Vicente Quiles junto a sus donuts y banana varados en la playa. «A mí me parece que prohibirles la entrada en un establecimiento es equiparar a los niños con los perros», sentencia.