El Ayuntamiento de Sant Antoni asume que no tiene medios suficientes para controlar el vertido de basura en el polígono de Montecristo y considera que la vigilancia privada contratada por los propietarios debería «reforzarse» con más personal o una ampliación del horario (ahora es de 23 a 7 horas), ya que «el resultado no está siendo eficiente». «Los propietarios deberían implicarse y ver de qué manera, conjuntamente, podemos eliminar este problema o minimizarlo», indica el concejal de Medio Ambiente, Pablo Valdés, que puntualiza que el hecho de que el polígono aún no haya sido recepcionado «dificulta» la situación.

También recuerda Valdés que en la plantilla del Consistorio no existe la plaza de celador ambiental y lamenta que actualmente no se puede crear por culpa de «la famosa Ley Montoro». «Confiamos en que, más pronto que tarde, se relaje esta restricción y en Sant Antoni podamos crear una o dos plazas para atender no sólo esta situación, sino muchas otras relacionadas con temas de civismo», indica.

La unidad de medio ambiente de la Policía Local cuenta con dos agentes. Además, las dos personas que trabajan en la concejalía de Medio Ambiente «ocasionalmente», según Valdés, también ejercen las funciones de celador. Para ello, hace un año y medio, cuando el Ayuntamiento aprobó la nueva ordenanza de limpieza, introdujo un artículo para que todo el personal vinculado al departamento pudiera ejercer funciones de vigilancia. «La realidad está por encima de nuestras posibilidades», reconoce.

Valdés señala que la zona industrial de Montecristo es un punto «muy conflictivo», donde «confluyen tres municipios» y en el que se ha popularizado el vertido de todo tipo de residuos, y el abandono de vehículos. El concejal explica que el contrato de limpieza anterior ni siquiera preveía la recogida de basura en el polígono. En todo caso, el servicio se presta igualmente, aunque «no con la frecuencia ni la intensidad que sería necesaria», admite. «Se ha corregido en el contrato que empezará en noviembre», añade el concejal.

El presidente de la junta de compensación del polígono, José Manuel García Vila, responde que la solución a los vertidos pasa por una «mayor vigilancia por parte de la Policía Local, que no hay». El servicio de vigilancia privado lo prestan dos personas en horario nocturno, de 23 a 7 horas. García apunta, no obstante, que el polígono es «muy grande» y que los vertidos se pueden producir a partir de las 21 horas o los fines de semana de día, cuando no hay actividad.

Polígono «cotizante»

Polígono «cotizante»

También considera que sería necesario que la retirada de los residuos se hiciera de «inmediato», ya que «la basura llama a la basura». «Si se ve que hay una acumulación de residuos, algunos se animan a lanzar más», justifica García Vila.

El representante de la junta de compensación sostiene que el hecho de que aún no se haya recepcionado el polígono no puede servir de «excusa» para «la dejadez» que demuestra, según dice, el Ayuntamiento. «Cada parcela paga miles de euros por el IBI y no recibimos el servicio que nos corresponde. Para unas cosas somos un polígono privado, pero para otras un polígono cotizante», resalta.

Por su parte, el concejal de Medio Ambiente destaca que «se ha duplicado» el servicio de recogida de voluminosos: antes sólo se prestaba el servicio de lunes a sábado por la mañana y ahora se ha añadido un turno por la tarde.

Barreras para impedir el paso

Barreras para impedir el paso

Cuando el Consistorio tiene conocimiento de que empieza a acumularse cierto volumen de basura se procede a su retirada, según Valdés. «Pero dura lo que dura. Pasados tres días, vuelve a estar prácticamente igual», reconoce.

Por ello, Valdés insiste en que es necesario reforzar la vigilancia privada del polígono o bien impedir con barreras el acceso a la zona (el Camí des Puig, la parte más alejada del polígono, colindante con Sant Rafel) donde se acumula la montaña de basura.

Esta última medida ya se adoptó hace años, pero no sirvió de nada porque el vertido de residuos se ha desplazado ahora al punto en el que se encuentran los bloques de hormigón que impiden el paso de los vehículos, en medio de la calle.