Sábado 15 de junio a las 16 horas. El mercurio marca 31 grados, pero la sensación térmica es de 35 grados. Bochornazo. Miles de dedos índices son poderosamente atraídos por el botón 'On' del mando a distancia del aire acondicionado. Endesa registra ese día una demanda de 3.560 MWh, un 21,8% más que el mismo sábado de una semana antes, cuando la temperatura era más suave y agradable.

La central eléctrica de Ibiza batió récords de consumo eléctrico la pasada semana, justo los días que la Agencia Estatal de Meteorología subrayó con el color amarillo de alerta por altas temperaturas. Según datos facilitados por la compañía, la demanda (el acumulado de la energía suministrada durante todo el día) llegó el jueves en las Pitiusas a los 3.414 MWh, casi 500 MWh más que el anterior jueves. Es decir, un incremento del 16,7%. Mayor fue el experimentado un día más tarde: el viernes, la demanda fue de 3.555 MWh, casi 600 MWh más que una semana antes, un 20,3% superior.

En Endesa sorprende que el sábado, en pleno fin de semana, la demanda se mantuviera tan fuerte como un día laboral e, incluso, batiera el récord de la jornada anterior. El domingo, pese a ser festivo, siguió siendo alta: se alcanzaron los 3.381 MWh, casi 540 MWh más que siete días atrás, un aumento del 18,8%. La meteorología y, sobre todo, ese dedo atraído como un imán por el mando a distancia del aire acondicionado son, a juicio de los responsables de la central, los causantes de que el consumo se desboque.

Más agua para los cultivos

Las temperaturas han sido tan elevadas que los agricultores no han tenido más remedio que inyectar más agua a sus cultivos. La evapotranspiración (la pérdida de humedad del suelo por evaporación directa y por transpiración de la vegetación) de estos días ha sido muy elevada. Según la estación agroclimática de Santa Gertrudis, durante la ola de calor de estos días llegó a 6,48 m2: «El dato medio de junio desde el año 2004 es de 5,3 m2», advierte Jordi Serra, agricultor y profesor en Centro Integrado de Formación y Asesoramiento Agroambiental de Can Marines. Es decir, estos días ha sido un 22,26% más elevado. Aun así, hubo una jornada peor en el historial de este mes: el dato extremo se registró el 30 de junio del año 2012, cuando ese valor ascendió a los 7,53 m2.

Serra destaca otro dato que refleja la intensidad de la ola de calor que acabamos de pasar: una semana antes, los días 4 y 5 de junio, ese indicador bajó a 2,72 y 2,86 m2, respectivamente, debido a la lluvia caída.

¿Qué hace un agricultor ante esta situación? Joan Marí Guasch, presidente de la cooperativa Agroeivissa, tuvo que ampliar los tiempos de riego. Normalmente, hidrataba una vez al día durante una media hora. Entre el jueves y el domingo tuvo que hacerlo dos veces al día y durante más tiempo: por la mañana emplea unos 80 minutos; por la tarde, alrededor de media hora.

Al contrario que en 2016, cuando los acuíferos estaban secos, Marí confía en que este año «habrá recursos suficientes para toda la campaña». Echa de menos, eso sí, «que se haya bajado la guardia» con la desaladora de Santa Eulària y la interconexión de las potabilizadoras: «El agua caída este invierno debería servirnos para varios años, pero si no empiezan a funcionar ya la desaladora y la interconexión, se agotará pronto», avisa.

Flores que no cuajan

«Con tanto calor necesitas regar más y con más frecuencia debido tanto a la temperatura como a los vientos cálidos y al descenso de la humedad ambiental», recalca Jordi Serra, que subraya que «regar más significa un incremento de los costes». Al igual que el presidente de Agroeivissa, advierte de que «los acuíferos aguantan, pero en un año se habrá despilfarrado lo que antes duraba 10 años». Los agricultores no son los únicos que gastan más estos días: «Esta demanda extra se da en riego agrícola, pero también en jardinería y en recarga de piscinas, por el extra que se evapora», alerta Serra.

En Agroeivissa no temen que el fuerte calor dañe la cosecha, aunque el tomate sí está padeciendo, según Pep Mayans, gerente de la cooperativa. El bochorno dificulta que la flor cuaje y acabe convirtiéndose en fruto. Lo han comprobado cuando, en estas fechas, la temperatura sobrepasa los 30 grados, barrera a partir de la cual la flor es inviable.

También dejan huella los golpes de sol: «Sucede cuando el tomate no está protegido por su mata». Los rayos de sol queman el fruto, que en vez de ser rojo crece de color blanco. Igual sucede con los melones y las sandías, explica Mayans.

El cultivo de olivos, sin embargo, no ha tenido ese problema debido a que la aceituna «ya está cuajada», según el técnico Joan Marí. Estos árboles no han necesitado más agua porque ya se les sometía a «un refuerzo» de regadío en el 95% de las plantaciones desde el mes de abril. Peor fue la situación que se dio hace un año, cuando la ola de calor se adelantó al mes de mayo: «Ocurrió en medio de la floración, cuando tenía que cuajar», explica Marí.