«¡Cayetana! ¡Cayetana!». Falta más de media hora para que empiece el último desfile de Adlib 2017 y hoy todos están pendientes de Cayetana Guillén Cuervo, la madrina. Que no se despiste. Que no llegue tarde. Y no. Mucho antes del inicio de los desfiles ya está en primera línea. De hecho, la que llega tarde es la consellera insular de Industria, Marta Díaz, quien, ya sentada, se apresura hacia el photocall. ¡Se le ha olvidado posar con Ángel Nieto! Cayetana, hoy sí, ejerce de madrina. Se levanta, coge el micro, asegura que Adlib «ha dado un salto de calidad» y recuerda que en la isla le han pasado «las cosas más importantes» de su vida antes de ceder el testigo a los presentadores, Mar Saura y Miguel Ángel Tobías. Por segunda noche consecutiva demuestran que los idiomas no son lo suyo. Tampoco acertar con los nombres. La víctima, ayer, el de la fundadora de Adlib, Smilja Mihailovich. Ni leer una tarjeta sin perderse. Eso sí, la filosofía barata se les da de lujo. «¿Quién no lleva un hippy dentro?», preguntaron al público. Paulo Coelho empieza a preocuparse.

Las joyas de Elisa Pomar, en las que el oro y la plata se combinan con cristales de colores, abren una noche protagonizada por el blanco y en la que las transparencias y las plumas se adueñan de buena parte de las colecciones. Pomar, cuyas joyas lucen sobre los corsés casi arquitectónicos de Maya Hansen, exorciza los nervios del desfile bailando y cantando emocionada al ritmo que, sobre la pasarela y con su guitarra, marca su hijo Marc Cuevas. No es la única que acompaña con música en directo su pase. También lo hace Beatrice San Francisco, que en esta ocasión combina su clásico punto con piezas de estampado de serpiente, cadenas doradas y piezas de encaje. Cayetana levanta los pulgares cuando los diseñadores de Vintage Ibiza salen a saludar después de presentar sus delicados y vaporosos vestidos a los que siguen las creaciones de la jovencísima Janine Helbling, formada en la Escola d'Arts, que profundiza y juega con uno de sus puntos fuertes: drapeados que destacan las curvas del cuerpo femenino.

Noche de tropezones

Además de la noche de las plumas, es también la noche de los tropezones. Varias modelos están a punto de dar con sus bonitos morros en el suelo por una combinación de alto riesgo: vestidos largos y tacones finos. De hecho, los problemas para caminar de una de las modelos de Ichiana Ibiza, que presenta la colección más sensual de la noche, hacen que la diseñadora opte por saludar desde el final de la pasarela. El público, que no gana para sustos, ahoga un grito cuando la cinta que, tipo corsé, ciñe una pernera de Tanit Jeans, se enreda en el tacón y la maniquí trastabilla. Sólo se libran de este riesgo cuando desfilan para Espardenyes Torres, que tiñen de colores y brillos las esparteñas tradicionales. También cuando muestran, con zapato sin tacón, las creaciones de Siempreprimavera, que no sólo cubre de flores, esparto, cáñamo y (ellos también) plumas las cabezas de las modelos sino que aprovechan la pasarela para crear faldas, corpiños y hasta sombrillas. Y los hombres, claro. Ellos también se libran de los tacones. Y no es lo único en lo que salen ganando. Para BSFMan desfilan varios hombres que hace tiempo que cumplieron los veinte y que ya peinan canas, algo que a ellas no se les suele permitir en una pasarela.

En la primera fila, el trío formado por las actrices Manuela Vellés, María Castro y Nerea Garmendia se desmelena. Ríen cuando uno de los modelos hace como que les dispara y cantan y bailan cuando conocen los temas que acompañan los pasos de las modelos. Mireia Canalda hace volar la falda de un vestido de Luisa Tur para que el público admire los bordados morados que recuerdan los de los faldellins payeses. Un pequeño toque de color en una noche presidida por el blanco. Hasta el presidente del Consell de Ibiza, Vicent Torres, viste completamente de este color. Y el alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, a quien durante el desfile el exconseller de Comercio Vicent Roig inicia en los secretos de Periscope, también escoge americana alba. Piluca Bayarri e Isabel Castellar rompen la monotonía blanca. La primera en su colección de baño con estampados verdes, rosas y negros. La segunda en lazos que recorren los tonos del arcoíris o en una sobretela fucsia que recuerda el plisado del histórico vestido Delphos de Fortuny.

Los trajes de noche de Ivana Mestres, con largas colas de flecos, faldas de lentejuelas y ochenteras hombreras de pedrería preceden a los vestidos de novia con los que Tony Bonet celebra sus veinte años en la pasarela ibicenca. Sus novias, con flores de encaje que se descuelgan por el torso, faldas que recuerdan las redes de los pescadores, corsés y capas con capucha, lanzan al público los girasoles que llevan en las manos antes de que el diseñador, imitando al novio, coja en brazos a una de ellas. Un gesto que, para muchos de los asistentes, helados y con la humedad del puerto en los huesos, supone el final de la pasarela Adlib 2017. Queda aún el carrusel de las modelos y los diseñadores, pero muchos abandonan sus butacas. Incluso los invitados ilustres se levantan. El trío Castro-Vellés-Garmendia baila, aplaude y ríe mientras algunos intentan desentrañar la duda más grande que deja Adlib 2017: ¿De qué debían hablar animadamente la consellera balear de Cultura, Fanny Tur, y la exvedette Norma Duval?